El primer dibujo realizado en el espacio es un amanecer. No es algo estéticamente bello ni algo original, si alguien se lo propusiera, podría copiar el dibujo sin ningún problema. Pero eso no le quita lo especial a la obra, ya que fue dibujado por Alexei Leonov, un astronauta ruso en el espacio.
Además, el dibujo tiene una historia muy particular. Todos tenemos una imagen más o menos similar de lo que es el amanecer, cómo el Sol va apareciendo por el horizonte sobre el mar, de entre montañas o desde la distancia.
Podemos imaginarnos la salida del sol como lo más hermoso del mundo, con colores rosados y anaranjados. Sin embargo, hay un amanecer que es aún más llamativo y sensacional que pocos podrán presenciar en sus vidas, el amanecer orbital.
Amanecer orbital
Los amaneceres orbitales no son grandiosos por el simple hecho de ocurrir en el espacio, sino por la forma y la gama de colores que tiene. Dependiendo de dónde se encuentra la persona que lo quiere ver, es su forma que no es una línea totalmente recta, sino que tiene una forma ligeramente arqueada. Los astronautas y próximamente las personas que vayan de vacaciones a la luna verán una gama de colores totalmente diferente a los que vemos en la Tierra. Uno de los colores que más llama la atención es el azul que se puede observar entre la Tierra y el Sol.
Poder estar presente durante un amanecer orbital asombra a cualquiera. Con frecuencia, los astronautas que regresan del espacio cuentan que poder observar un fenómeno tan asombroso, modifica la manera de ver la vida y el mundo. Ver la Tierra como un puntito minúsculo sabiendo que en ella viven millones de personas hace reflexionar a todos como en un sistema solar tan enorme, no somos nada ni nadie.
Alexei Leonov y los amaneceres espaciales
El astronauta ruso Alexei Lenov, vivió una experiencia parecida cuando viajó por primera vez al espacio. En su momento dijo, “mirando en perspectiva a nuestro globo azul desde tanta distancia, cambió profundamente mi visión del espacio y el tiempo”. Alexei es famoso por haber sido la primer persona en hacer una caminata espacial, aunque también por haber sido el primer artista fuera de este planeta.
Hace casi 60 años, el 18 de Marzo de 1965 el astronauta ruso y Pavel Belyayev viajaron en una cápsula esférica que medía poco más de dos metros a la órbita terrestre. En algún momento de la misión de la pareja al espacio, Lenov hizo la primer caminata en el espacio donde por más de 10 minutos flotó por el espacio atado con un cable a su cápsula.
Cuando quiso volver a la cápsula tuvo un pequeño contratiempo: por la presión del vacío exterior se había inflado de tal manera que no cabía por la puerta de la cápsula. Su única oportunidad de volver a caber era abrir la reclusa de su traje y lentamente dejar salir el oxígeno. Tiempo después, expuso que la situación fue “una maniobra casi imposible”.
La situación era tan peligrosa, que la Unión Soviética detuvo inmediatamente la transmisión en vivo que había iniciado con la caminata espacial. En el momento en el que Alexei no pudo volver a entrar a la cápsula, la transmisión fue sustituida por una obra de Mozart.
Alexei finalmente pudo volver a la cápsula donde después de cerciorarse que no había habido ningún problema, el par de astronautas ruso inició el viaje con una duración de 90 minutos a la Tierra.
Para la misión, el primer hombre en hacer caminata espacial se llevó con el unos objetos muy peculiares: un pequeño cuaderno y una caja de lápices de colores. El sueño de Alexei siempre fue ser un artista e incluso llegó a querer inscribirse en una escuela de arte, pero era muy cara y terminó estudiando para ser piloto. ¿Te imaginas que se hubiera dedicado a hacer arte?
El primer dibujo en el espacio
Leonov explicó que agarró su cuaderno y colores y “me senté tranquilo dibujando mis primeras impresiones del panorama que vi flotando libre en el espacio. Traté de capturar las diferentes tonalidades de los anillos que hacen la atmósfera de la Tierra, el brillo del amanecer sobre el horizonte de la Tierra, el cinturón azul cubriendo la corteza de la Tierra y el espectro de colores que observé mirando abajo al globo”.
Pero el traje hinchado de los astronautas rusos no fue el único obstáculo al que se vieron enfrentados, cuando estaban volviendo a la Tierra, la navegación automática falló y tuvieron que improvisar para entrar a la atmósfera manualmente. Beljavev y Lenov tuvieron que calcular el momento exacto en lo que debían encender los motores de la cápsula para que pudieran aterrizar con vida en un lugar cercano al que tenían planeado.