El cerebro humano, esa máquina de millones de impulsos que nos permiten ser lo que somos, ha generado muchas dudas y misterios. Y es que sin importar la actividad a realizar, el cerebro es pieza fundamental para el desarrollo de los quehaceres diarios. Sin embargo, investigaciones recientes han estimado que hace 3 mil 500 millones de años, el cerebro humano comenzó a tener grandes diferencias comparado con el de otros primates.
La evolución es una de las pocas teorías que ha revolucionado el pensamiento de su época. Nos permitió comenzar a entender que las cosas no suceden por generación espontánea, sino que cada una pasó por un proceso de millones de años. Después llegó el microscopio, y con él fuimos capaces de conocer formas de vida que a simple vista están ocultas. Pero fue a finales del siglo XIX cuando fue posible ver las células del cerebro a través de un microscopio. Años después, supimos que seres marinos antiquísimos fueron los primeros en desarrollar neuronas, confirmando la teoría de Darwin. Por ese tiempo también logramos perfeccionar la micro-óptica y logramos ver cosas demasiado pequeñas, como los organelos de las células. Hoy el campo de estudio de interés en muchas ramas de las Ciencias Naturales es el de la Genética.
Un reciente estudio identificó una serie de genes que son los responsables del tamaño cerebral. Existen personas con problemas cognitivos desde el nacimiento que muestran una alteración en dichos genes, provocando que ciertas partes del cerebro se desarrollen de una forma anormal. Y de acuerdo con los resultados, ese gen evolucionó hace aproximadamente 3 millones 500 mil años, ya que no existe ni en gorilas, chimpancés u orangutanes. Los chimpancés son actualmente los primates más inteligentes luego del homo sapiens, y la causa por la que sus inteligencia está rezagada es la falta de dicho gen. Chimpancés y humanos provenimos de una misma especie que pisó la Tierra hace 6 mil 500 millones de años, con un lapso de 3 mil millones de años para evolucionar en chimpancé y hombre. La causa de esta evolución fue la mutación genética, y aunque lo más obvio resulta ser que evolucionamos por un error genético, aquel error genético resultó ser una gran ventaja.
En el libro Los jardines del Edén, Carl Sagan hace un muy buen intento para esclarecer las diferencias anatómicas y psicológicas en el cerebro del hombre, con el objetivo de entender mejor qué fue lo que nos permitió evolucionar. Una de las mejores conclusiones que aterriza es que la psicología del hombre siempre se ha caracterizado por su agresividad, así que cuando los ancestros del hombre veían otra sociedad que competía con ellos intelectualmente la eliminaban. Esto favorecía la preservación de la especie, mientras una inteligencia superior se veía amenazada. Así el hombre se encontró en la necesidad de crear herramientas de supervivencia cada vez más sofisticadas; y a la vez ocasionó un retroceso en el desarrollo de muchas otras habilidades. Lo que en un principio estimuló la inteligencia para la producción de armas cada vez más sofisticadas para la defensa, resultó en la conservación de la especie, y millones de años después continúa existiendo.
El hombre Neandertal es el pariente más próximo a nosotros. Una reconstrucción actual del cerebro del Neandertal pone al descubierto que una causa decisiva de su extinción fue su poca capacidad para adaptarse a nuevos eventos ambientales. Pero el hombre y el Neandertal convivieron por miles de años, e incluso tenemos material genético del Neandertal, por lo que la reproducción hibrida entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis es un hecho. Después de todo, el hombre no siempre tiene un carácter agresivo, a veces llega a ser tierno y cariñoso con otras especies. El Neandertal veló por sus intereses y, al no quedarle otra opción, se tuvo que resignar a unirse al enemigo para que su material genético no se extinguiera. Mientras el ser humano fue víctima de sus placeres y deseos, creando un nuevo linaje.
Siguiendo la teoría de la evolución, sólo los mejor adaptados tienen descendencia; si esas personas no son “atractivas” para el sexo opuesto, puede ser que algo estén haciendo mal y no quieran cambiarlo. De cualquier manera, la violencia nos ha acompañado por millones de años; y aunque hoy presumimos tener un gran intelecto porque tenemos el cerebro más grande en relación al tamaño de nuestro cuerpo, basta con mirar las noticias y ver que la realidad es otra. Tal vez tenemos la posibilidad de desarrollar un cerebro superior, pero eso no nos asegura tener una inteligencia superior.
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