Del mismo modo es considerada como una de las principales causas de discapacidad, además de ser un potenciador del número de suicidios, que según los datos de la OMS rondan los 800 mil casos al año.
Si bien es un problema de salud pública, lo cierto es que no hemos sido capaces de desarrollar una terapia que sea efectiva y asequible, lo cual ha permitido que la industria farmacéutica que produce medicamentos contra la depresión crezca exponencialmente de la mano de malos diagnósticos o la falta de capacidad en los centros de salud para atender a la población expuesta a esta condición.
Sin embargo, a pesar de que han surgido todo tipo de estudios que muestran que la efectividad de los depresivos es mínima o casi nula, también son considerados como una mejor alternativa a ningún tipo de tratamiento médico.
Qué son los antidepresivos
Si bien en su nombre indican su finalidad, los antidepresivos suelen dividirse en dos categorías: los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (así como de la noradrenalina), los antidepresivos tricíclico y los inhibidores de la monoaminooxidasa.
Los primeros actualmente gozan de mayor popularidad dado que sus efectos secundarios son menores que los tricíclicos; éstos actúan al afectar tres de los neurotransmisores relacionados con la depresión: la serotonina, la noradenalina y la dopamina. Por lo general se inhibe su recaptación, por lo que los niveles de éstas aumenta, provocando entonces que el estado de ánimo en general mejore, aunque esto dependerá del tipo de antidepresivo que se prescriba.
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Los tratamientos suelen ser largos, además, no todos funcionan igual en todas las personas, por lo que encontrar la dosis o el medicamento correcto suele ser una tarea larga, del mismo modo, aunque los efectos secundarios han reducido con el paso del tiempo, la realidad es que la lista sigue siendo considerablemente larga.
Efectos secundarios
Entre los efectos secundarios típicos de los antidepresivos se encuentran los siguientes:
El problema del efecto placebo y su reconocimiento
Ahora bien, además de los efectos secundarios, también se ha estudiado cómo la depresión es sumamente susceptible al efecto placebo y cómo éste ha afectado todos los estudios, pues en ocasiones es sencillo para los pacientes descubrir si son parte del grupo de control (que se les ha administrado pastillas placebo) o si en efecto están consumiendo algún antidepresivo. Jacob Stegenga para Aeon explica:
«La conjetura [de acertar si tomó o no pastillas placebo] podría conducir a una expectativa de que sus síntomas de depresión mejorarán, y después sus síntomas podría en efecto, mejorar tan sólo por el efecto placebo».
Esto dificulta que en las pruebas se demuestren los efectos de las drogas en los pacientes y su mejoría, puesto que algunos de los estudios no se centran en considerar el factor placebo en sus resultados o bien, no existe una forma cuantitativa de medirlo.
Un conflicto de intereses
Cuando se trata del estudio de la depresión y el efecto de los antidepresivos existe una fuerte tendencia en la que los estudios que avalan su efectividad suelen ser publicitados y publicados, incluso patrocinados por las farmacéuticas. Por otro lado, aquellos estudios en los que se pone en duda e incluso se prueba la inefectividad de estos medicamentos por lo general cuentan con menor visibilidad.
Esto conlleva un gran conflicto de interés en el que las grandes farmacéuticas tienen un control importante sobre la investigación científica y su divulgación, provocando entonces que los resultados de cada estudio sean exagerados o que sus planteamientos y conclusiones sean modificadas para mostrar los resultados deseados.
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No obstante, si bien impera la pregunta si realmente necesitamos este tipo de medicamentos para ser más felices o dejar atrás la depresión, si te encuentras en un tratamiento de éste tipo no lo abandones sin la guía de tu médico de cabecera. Del mismo modo, si crees que necesitas ayuda médica no dudes en consultar a un especialista que pueda guiarte a cuidar tu salud no sólo física, sino mental.
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