¿El desamor duele?
Un estudio de la Universidad de Columbia en 2011 trató de comparar si el dolor producido por una ruptura amorosa era similar a cualquier dolencia física, como una quemadura o cortadura leve. Para demostrarlo, Edward Smith, psicólogo a cargo del estudio, reunió a un grupo de personas cuya relación había terminado súbitamente dentro del medio año anterior y les pidió mirar fotos de su pareja mientras su cerebro era escaneado con una resonancia magnética.
Los resultados se compararon con las reacciones cerebrales de los participantes mientras les colocaban un material ardiente por unos segundos en el brazo para provocar un dolor intenso… y las conclusiones: el dolor y el rechazo se procesan en las mismas áreas del cerebro. Ambas sensaciones activan la corteza insular y el córtex del cíngulo anterior, regiones encargadas de la empatía y las emociones asociadas con el dolor físico.
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Una poderosa adicción
Otra investigación realizada al respecto por Helen Fisher concluyó que el rechazo —entendido como producto de una ruptura amorosa— no sólo duele, también funciona en el cerebro como una adicción, pues activa la región del núcleo accumbens, encargado de poner en marcha el sistema de recompensa del cerebro.
«Después de analizarlos, los enamorados que habían sido rechazados mostraron actividad en la área tegmental ventral, región directamente relacionada con los sentimientos de amor pasional y romántico, señal de que aún se mantenían muy enamorados. También encontraron actividad en el pálido ventral, una región cerebral asociada con sentimientos de profundo apego».
—Helen Fisher
Según explica Jordan Gaines Lewis, neurocientífica y editora en jefe de ScienceSeeker, el sistema de recompensa del cerebro se activa cuando un enamorado pasa tiempo con su pareja, provocando un subidón de dopamina y otros neurotransmisores que se traducen en sensaciones y estímulos positivos. Si la relación termina contra la voluntad de una persona enamorada, el mecanismo de recompensa exige y genera estrés, potenciando la sensación de rechazo.
«El amor es una adicción, una maravillosa cuando las cosas marchan bien, y otra horrible cuando tu pareja se marcha para siempre».
—Helen Fisher
En suma, existe un poderoso vínculo que une a la sensación de rechazo con el dolor físico. Es muy probable que se deba a un rasgo evolutivo que entre otras cosas, funcionó para mantener la cohesión en un grupo, dotando a los individuos de mayores probabilidades de subsistir.
La aceptación social —sobre todo cuando se trata de una pareja— es benéfica a nivel biológico, de salud y afectivo, pero ¿qué pasa cuando esa aceptación no llega a ningún nivel? Conoce la respuesta luego de leer cómo “El frenético consumo de la sociedad trae soledad, muerte y arruina las conexiones mentales”. Descubre más sobre la relación entre amor y ciencia leyendo “Cómo funciona la atracción sexual a través de los 5 sentidos según la ciencia”.
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