Ringo Starr, ex baterista de The Beatles, cantaba en la canción ‘With a Little Help From My Friends’:
“Would you believe in a love at first sight,
Yes I’m certain that it happens all the time”.
Había mucha dopamina en su cerebro.
Esta canción se escribió en 1967, cuando el hipismo reinaba el mundo y el amor era el motor que terminaría con la guerra y la violencia a nivel mundial. Se practicaba el amor libre, hombres y mujeres se expresaban amor eterno por medio de flores, canciones y una filosofía que pregonaba el “make love not war”. Nunca se ha vuelto a vivir una etapa en la que el amor fuera el protagonista de una verdadera forma de vida que cayó silenciada abruptamente por acontecimientos como el comienzo de la Guerra de Vietnam.
En la actualidad, como Ringo Starr, seguimos teniendo mucha dopamina. Ésta es una sustancia segregada por el cerebro que hace que diversas partes del mismo se activen provocando reacciones fisiológicas de placer. Esto es lo que produce que los seres humanos se sientan enamorados.
En el caso de los hombres, la causa de la secreción de dopamina se debe a un estímulo visual. Para las mujeres el proceso contempla otros sentidos como el olfato y el tacto. Ellas detectan con la nariz las feromonas, sustancias químicas secretadas por los seres vivos que se encargan de provocar comportamientos y reacciones en otros individuos. Todo ello son factores determinantes para sentir atracción por alguien y elegir una pareja.
Cabe destacar que cuando se segrega, la dopamina inunda las mismas zonas del cerebro que son estimuladas por las drogas o el alcohol, por los que los expertos en la neurociencia afirman que el amor es una especie de droga a la que nos hacemos adictos.
Una vez que dos personas han decidido unirse en una relación amorosa, darán paso a los encuentros sexuales. Durante el orgasmo, hay una zona del cerebro que libera una cantidad importante de dopamina: la tegmental ventral, localizada cerca de la base del cerebro. En las mujeres ésta área es 70 % más grande que en los hombres. Esto explicaría por qué las mujeres experimentan un involucramiento mayor con sus parejas sexuales y por qué tienen orgasmos más profundos.
Ninguna erupción volcánica dura para siempre. Ninguna canción es eterna. El fin es una de las leyes de la naturaleza. Por ello es que los receptores de la dopamina comienzan a perder su sensibilidad. Las sensaciones de placer que se experimentaban al inicio de una relación descienden sin que mujeres y hombres se percaten de ello. Esto ocurre a los tres años, aproximadamente.
Sin embargo, el cuerpo es sabio y no permitirá que todo termine tan rápido. En este momento entra en acción un segundo participante en el juego del amor, el neurotransmisor sustituto de la dopamina: la oxitocina, encargada de hacer sentir una sensación de apego hacia la persona amada.
La intoxicación del amor funciona como las drogas, hay un momento de éxtasis absoluto que va remitiendo con el paso del tiempo.
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Así que ya lo sabes, cuando vuelvas a sentir que te derrites por alguien no es amor a primera vista, sino algo que tiene que ver con lo que hueles y la forma en que tu cerebro reacciona a ése estímulo. Esto no quiere decir que dejes de disfrutar de uno de los grandes regalos de la vida: el amor y todo el proceso de enamoramiento que existe en él.
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Referencias:
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