La tundra siberiana es el gélido corazón de Rusia; mientras que sus fríos suelos preservan grandes secretos, también contienen una maldición de tiempos pasados. Se han encontrado más de 7 mil burbujas de gas metano atrapadas bajo el suelo siberiano, lentamente alcanzan la superficie terrestre conforme la capa de hielo llamada permafrost se vuelve más delgada. El permafrost es la parte más profunda del suelo en las regiones frías y ha permanecido congelado durante miles de años. Sin embargo, la situación ambiental actual atenta contra este estado gélido y pone en riesgo el equilibrio ecológico no sólo de la tundra, sino del planeta entero.
El gas metano atrapado en estos suelos es peligroso para nuestra atmósfera, ya que contribuye al aumento de la temperatura global; a su vez, los suelos siberianos colapsan cuando estas burbujas llegan a la superficie, y crean cráteres peligrosos e inestables. Está claro entonces que la tundra siberiana alberga algo más tenebroso que las prisiones soviéticas en los tiempos de Stalin.
Expertos de todas las áreas de la ciencia y la tecnología hacen esfuerzos gigantescos para tratar de encontrar solución a este problema, ¿pero a qué conclusiones han llegado a través de años de investigación? Como si fuese una nueva edición de “Parque Jurásico”, los científicos especialistas en Genética y Ecología proponen a un salvador inesperado: el mamut lanudo. Se sabe que los grandes herbívoros de la tundra compactan el suelo al recorrer las regiones, lo que mantiene las temperaturas más frías y ayuda a conservar el permafrost. Por ello se llegó a la propuesta de revivir al herbívoro más pesado que ha rondado la tundra en los últimos 10 mil años.
Por maravilloso que pueda sonar en teoría, llevar la propuesta a la práctica no será tarea fácil. Afortunadamente, el inclemente frío siberiano es el contenedor ideal para preservar animales extinto; pero la vida no emula a la ficción de las películas de dinosaurios. A pesar de que se han rescatado células vivas a partir de mamuts que se han encontrado congelados, los intentos de clonación no han sido exitosos. Sin embargo aún hay esperanza, los avances tecnológicos en la Genética permiten a los científicos manipular los genes del elefante asiático para favorecer la aparición de rasgos ancestrales como los que tenía el mamut.
El proyecto se ha vuelto una realidad. La organización científica Revive & Restore (Revive y Restaura) se encarga de apoyar a diversos proyectos para prevenir la extinción de distintas especies animales y, por increíble que parezca, revivir a algunos animales que ya se han extinto. Ryan Phelan y Stewart Brand son los fundadores de Revive & Restore (cuya base se encuentra en San Francisco, California), y se han rodeado de investigadores de universidades y museos en todo el mundo. “Wooly Mammoth Revival” es el nombre que lleva el proyecto de intervención genética del elefante asiático, está integrado por un gran equipo de investigadores de Harvard liderados por el Doctor George Church.
Por emocionante que pueda parecer el proyecto, hay que detenernos a pensar en el contexto y las consecuencias de tan complicada situación. De tener éxito, ¿abriría este suceso las puertas a revivir futuras especies extintas? Probablemente. Aunque suene ideal, esto podría afectar los esfuerzos de conservación animal que se llevan a cabo actualmente; quizás se propiciaría una mentalidad en la que la sociedad pierde interés por evitar la extinción, a sabiendas de que se podrían recuperar las especies perdidas. Esta medida sería costosa y contraproducente, ya que la pérdida de hábitat y los factores que hacen que las especies desaparezcan probablemente seguirían presentes. ¿De qué serviría revivir a una especie para la que no existe un hogar? ¿Acaso no es mejor conservar los ecosistemas en primer lugar?
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