El próximo 10 de abril se revelará por primera vez la imagen de un agujero negro, un hito en la historia de la ciencia. Si bien se trata de una región que ha sido estudiado desde al menos 1784, cuando John Michell propuso la existencia de «estrellas más masivas que el Sol con velocidades de escape mayores a la velocidad de la luz» a las que entonces llamó estrellas oscuras, jamás se ha obtenido evidencia visual alguna de su existencia.
El halo de misterio, maravilla y ficción que lo rodea ha provocado aparición en decenas de películas, libros y series; no obstante, la comprensión de los fenómenos que acontecen en él es un reto para la ciencia que parece propio de la imaginación. En palabras de Stephen Hawking: «Los agujeros negros son más extraños que cualquier cosa inventada por los escritores de ciencia ficción, pero son cuestiones científicas rotundamente reales», aseguró en Breves Respuestas a las Grandes Preguntas, un libro póstumo de divulgación publicado por su familia a finales de 2018.
El célebre físico teórico y divulgador definió sencillamente el concepto de agujero negro como «una región donde la gravedad es tan fuerte que la luz no puede escapar».
Una de las características más desconcertantes de este objeto astronómico es el horizonte de sucesos, la última frontera de donde nada puede escapar antes de ser devorado por la atracción gravitacional de un agujero negro. Hawking lo explica de esta forma:
«Un agujero negro tiene una frontera llamada horizonte de sucesos. Es donde la gravedad se hace lo suficientemente intensa para arrastrar la luz hacia atrás y evitar que escape. Como nada puede viajar más rápido que la luz, todo lo demás también será arrastrado hacia atrás».
¿Cómo es alcanzar el horizonte de sucesos?
Para Hawking, «caer a través del horizonte de sucesos se parece a pasar por las Cataratas del Niágara en una canoa». El afamado cosmólogo desarrolló la analogía entre las cataratas y el agujero negro:
«Si estamos por encima de ellas (las cataratas), podemos escapar si remamos lo suficientemente rápido, pero una vez estamos sobre el borde, estamos perdidos. Cuando nos acercamos a las cataratas la corriente se hace más rápida. Esto significa que el agua tira más fuerte de la proa que de la popa, por lo cual hay peligro de que la canoa se parta».
«Lo mismo ocurre con los agujeros negros. Si caemos hacia un agujero negro, la gravedad tirará más fuerte de los pies que de la cabeza, porque están más cerca del agujero negro. El resultado es que seremos estirados longitudinalmente y aplastados por los lados. Si el agujero negro tiene una masa de unas pocas veces la de nuestro Sol, seríamos desgarrados y convertidos en espagueti antes de llegar al horizonte. Sin embargo, si caemos en un agujero negro mucho más grande, con una masa de más de un millón de veces la masa del Sol, alcanzaríamos el horizonte de sucesos sin dificultad».
¿Qué se siente caer por un agujero negro?
«Aunque al caer en un agujero negro no notaría nada en particular, alguien que le observara desde lejos nunca le vería cruzar el horizonte de sucesos, sino que le parecería que fuera frenando y se quedara flotando justo afuera. Su imagen se volvería más y más tenue y más y más roja, hasta que finalmente se perdiera de vista. En lo que concierne al mundo exterior, se habría perdido para siempre».
Fiel a su sentido del humor, el autor de “A Brief History of Time” (1988) esbozó una última recomendación para cualquier viajero interestelar: