No, esto no se trata de un test para determinar qué tipo de hombre o mujer eres, ni qué es lo podría explicar tus comportamientos o actitudes. Es el planteamiento de un grave problema que mezcla superstición, juicios arbitrarios y segregación social. Los humanos tendemos a creer en muchas explicaciones, por absurdas o infundamentadas que sean, con tal de dar razón a aquello que no podemos controlar y a las cosas que parecen precedernos. Así como los horóscopos y demás artes adivinatorias, el tipo de sangre parece ser en Asia un fuerte designio de lo que son sus habitantes y para qué son buenos; muy a lo Harry Potter, incluso a lo Familia Cullen, en dicha región la sangre es un factor determinante para los lugares y actividades que pueden ocupar ciertas personas. Para saber si son dignos o idóneos para tal o cual labor.
En escuelas, trabajos y plataformas de citas es una pregunta frecuente y clave tu grupo sanguíneo. Según la cultura popular de Japón mezclada con los descubrimientos médicos que ayudan a las buenas prácticas hospitalarias, el tipo de sangre que posees es tan importante como tu nivel de estudios. Programas televisivos, periódicos, revistas y sitios web publican con frecuencia una suerte de horóscopo basado en los grupos sanguíneos. Tal es la creencia y la afición a estos datos que los personajes de ficción en novelas, mangas o videojuegos cuentan con una ficha técnica que especifica su tipo de sangre.
Cuando en 1901 el científico austriaco Karl Landsteiner descubrió el sistema de tipos sanguíneos ABO, seguramente no presentía el impacto de su trabajo en un mundo al que no le bastan los datos duros del ser humano. Su trabajo –con el cual se mereció un premio Nobel– hizo que fuera posible identificar e intensificar la seguridad de las transfusiones de sangre; durante el periodo de entre guerras, teóricos de la eugenesia se apropiaron de su investigación (especialmente los nazis), quienes lo usaron como una de las formas de argumentar su superioridad racial.
Algo similar ocurrió con el gobierno militar de Japón durante 1930, para el entrenamiento de soldados. Sí, la tecnología se implementó en un sentido clínico, pero también con la firme creencia de una mejor conformación castrense; a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Imperial formaba los grupos de batalla según el grupo sanguíneo, de acuerdo con diferentes reportes.
El estudio de los tipos de sangre ganó mayor difusión en 1970, rompiendo las barreras de lo estrictamente médico; con el lanzamiento de un libro escrito por Masahiko Nomi, quien tenía cierta experiencia en medicina, el pueblo nipón desarrolló un interés en la sangre que mezclaba el cuidado de su salud, pero también envolvía creencias casi esotéricas y arquetipos basados en el grupo sanguíneo de la gente. Actualmente, su hijo, Toshitaka, es el director del Instituto del Grupo Sanguíneo Humanics y dice que su trabajo no es estereotipar a las personas, sino simplemente permitirles que exploten su talento y mejoren sus relaciones. Ante esto se han desarrollado en la industria bebidas, artículos de baño, goma de mascar, condones y demás productos especializados.
Según sus “estudios”, los cuales se basan en la experiencia de quienes aseguran la veracidad de esta teoría, los tipos sanguíneos caracterizan de la siguiente manera a las personas:
TIPO O: Amistosas y sociables, les encanta ser el centro de atención. Dan la impresión de ser sumamente seguras de sí mismas. Siempre dicen exactamente lo que piensan y la creatividad toma un papel central en sus vida, aunque sus proyectos no se concreten.
TIPO A: Perfeccionistas y en control de todo, muchas veces por culpa de querer que todo sea fastuoso no controlan sus nervios. Pueden ser personas tímidas además de confiables.
TIPO B: De gran fuerza y proyección. Suelen ser personas independientes e individualistas y siempre buscan su propio camino en la vida.
TIPO AB: Pueden ser tanto tímidas como sociables, ingenuas como atrevidas. Estas personas de una supuesta doble personalidad suelen ser sumamente responsables, son dignas de confianza y les gusta ayudar a los demás.
Aunque veamos en cada clasificación un sentido positivo de su descripción, esto ha generado un problema bastante grave en la sociedad japonesa, desembocando en discriminación, desempleo o justificaciones absurdas. Por ejemplo, en 2008 para los Juegos Olímpicos de Pekín se usaron los grupos sanguíneos para seleccionar y entrenar a sus jugadores, jardines infantiles han adoptado diversos métodos educativos con base en dichos grupos, y varias empresas importantes sólo reclutan a cierto tipo de “sangres”.
El problema tiene tal alcance que incluso existe una palabra en específico para el bullying basado en la sangre: el bura-hara. Hay reportes de que la discriminación contra los tipos B y AB se ha manifestado en acoso y violencia en las escuelas, el fin de relaciones personales y la pérdida de empleos. En un caso extremo, el exprimer ministro al renunciar a su cargo, atribuyó sus fallas a su tipo de sangre (B).
En un principio todo suena como un juego, pero ¿hasta dónde pueden llegar las consecuencias de una creencia sin ningún tipo de análisis serio como éste? El señor Toshitaka podrá decir lo que quiera acerca de su teoría y sus productos, pero ¿no está ocasionando más males que bienes en su sociedad? Si no lo crees, lee lo que pasa en nuestro cerebro cuando seguimos supersticiones y otros dilemas científicos.
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Fuentes
Japan Today
Tofugu