¿Existen las sirenas?
La historia de las sirenas se remonta a la Antigüedad. El primer registro de un supuesto avistamiento proviene de La Odisea, donde este ser es descrito como una mujer con cuerpo de ave. A partir de entonces, la representación de las sirenas ha cambiado radicalmente: la mayoría de representaciones aluden a una mujer-pez mientras la literatura fantástica, documentales y disciplinas pseudocientíficas han tratado de demostrar su existencia.
La principal hipótesis que trató de justificar la existencia de las sirenas es la teoría del simio acuático. Según esta teoría, los humanos y otra clase de homínidos provienen de un antecesor inmediato que vivió en el mar, de tal forma que heredamos características propias de una especie semiacuática.
A partir de esta premisa, los defensores de esta teoría afirman que las sirenas existen y no son más que homínidos menos adaptados al entorno terrestre que los humanos. También suponen que se han mantenido en secreto, haciendo de las profundidades del océano su refugio ante la depredación de nuestra especie, pero…
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¿Cuál es la postura de la ciencia al respecto?
Las sirenas son parte integral de distintos relatos fantásticos y cuentos de hadas; sin embargo, la hipótesis del simio acuático carece de evidencia científica, especialmente en lo que respecta a los rasgos evolutivos y la inexistente evidencia fósil de algún homínido marino. Sus argumentos resultan endebles y se remiten a pruebas criptozoológicas (como avistamientos, anécdotas, videos o fósiles falsos) que dan cuenta de un carácter pseudocientífico y su incapacidad para explicar la realidad.
En cambio, la teoría de que nuestros antepasados directos provienen de un entorno terrestre es ampliamente demostrable a partir de evidencia fósil, de los caracteres evolutivos heredados y de análisis de ADN que nos relacionan con un tronco común de homínidos que evolucionaron hasta la especie que somos hoy.
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El abominable Hombre de las nieves
En Norteamérica es conocido como Sasquatch, en el sur del continente le llaman Kunk y en la cordillera del Himalaya lo identifican como Yeti. Sin importar el nombre, todos tienen una historia en común: se trata de una criatura solitaria que vive en lo más espeso de los bosques y cuya apariencia es similar a la de un gorila bípedo, completamente erguido como los humanos.
Los reportes afirman haberlo visto a grandes alturas y la mayoría de las evidencias normalmente suelen estar acompañadas de supuestas fotografías, videos y huellas enormes que darían cuenta de su gran tamaño; sin embargo, ninguna de las pruebas físicas (como pelaje, uñas, dentadura, garras o excrementos) ha demostrado pertenecer a una especie animal distinta a las conocidas.
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Descubriendo al Yeti
Una y otra vez, distintas investigaciones científicas han demostrado que estos restos son parte de otros animales propios de las zonas donde supuestamente el Yeti hace su aparición. El trabajo más reciente, realizado a finales de 2017 por un equipo precedido por la bióloga Charlotte Lindqvist de la Universidad de Nueva York en Buffalo, analizó más de una veintena de supuestos restos que pertenecían a esta criatura y a través del estudio del ADN mitocondrial reveló que se trataba de distintas especies de osos que habitan la cordillera del Himalaya.
En realidad, el Yeti y sus distintas manifestaciones son parte del folklore local y las costumbres de los lugares donde supuestamente hace su aparición. Al mismo tiempo, las leyendas relacionadas a esta criatura ayudan a fomentar el turismo en algunos poblados y por lo tanto, el mito es explotado comercialmente con frecuencia, pero eso no significa de ninguna manera que sea cierto.
A pesar de que las historias de seres fantásticos son apasionantes y el misterio que los envuelve puede despertar gran curiosidad, no existe evidencia alguna para creer que se trata de algo más que la imaginación o parte de las costumbres de distintas culturas. Es necesario mantener vivas algunas tradiciones; sin embargo, también es preciso especificar que se trata de un legado cultural que no es más que parte de la imaginación.
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