Los viajes en el tiempo son un tema que ha intrigado a la humanidad a lo largo de los años. El simple hecho de poder cambiar un error, ya sea personal o social, o de conocer la historia de una forma directa y sin intermediarios es fascinante. Incluso hay quienes relacionan los viajes en el tiempo como una posibilidad de convertirse en inmortales. Imaginen que hoy están en el 2015, mañana en el 2023 y un día después en el 2030, habrás envejecido dos días en tan sólo 15 años.
Para sir Isaac Newton el tiempo se veía como una flecha: una vez disparado nunca podría desviarse de su pasado y un segundo en la Tierra sería equivalente a un segundo para todo el Universo. Albert Einstein desechó esta teoría y demostró que el tiempo es parecido a un río, se curvea a lo largo del Universo, se acelera y se frena cuando serpentea a través de estrellas y galaxias.
Por otro lado, para el Stephen Hawking de 1990 los viajes en el tiempo eran prácticamente imposibles. La lógica le decía que de ser posibles el mundo estaría repleto de turistas temporales; sin embrago, los físicos no han podido encontrar una ley que impida en su totalidad los viajes en el tiempo, por lo tanto, Hawking cambió de opinión hace poco.
Al largo de la Historia se han planteado diversas teorías sobre los viajes en el tiempo, si un astronauta viajara a la velocidad de la luz le costaría un minuto llegar a las estrellas más cercanas, pero en la Tierra habrían transcurrido cuatro años. Él sólo ha vivido unos minutos, pero para nosotros fueron años.
En 1949 el matemático Kurt Gödel planteó que el Universo gira, si viajáramos alrededor de él con suficiente rapidez existe la posibilidad de encontrarnos en el pasado y llegar al mismo punto antes de haber salido, por lo tanto, un viaje por el Universo sería un viaje al pasado. En esto se encuentra el gran “pero”, enemigo de todas nuestras ilusiones sobre ver más cercana la posibilidad de los viajes, pues la evidencia apunta que el Universo se expande, pero el espín neto es probablemente cero, es decir, el Universo no tiene un punto angular dónde se le pueda dar vuelta.
Un ejemplo de viaje en el tiempo reciente es del inglés Richard Gott, quien en 1991 presentó su teoría en la Universidad de Princenton. Si uno encuentra cuerdas cósmicas gigantescas, residuos del Big Bang original, y viaja rápidamente alrededor de dichas cuerdas en colisión podría retroceder en el tiempo. Una gran ventaja de este experimento es que no son necesarios recursos ya eliminados por otros científicos, como son los cilindros rotatorios infinitos, universos giratorios o agujeros negros, la desventaja es encontrar estas cuerdas en el momento preciso de su colisión; además sólo se podría viajar hacia el pasado un breve período de tiempo.
El diseño más prometedor para una máquina del tiempo es el conocido como “agujero de gusano practicable”. Se trata de un agujero espacio-tiempo por el cual una persona podría caminar libremente hacia atrás o hacia adelante en el tiempo. En la teoría, este agujero de gusano practicable puede proporcionar no sólo un viaje más rápido que la luz, sino un viaje en el tiempo exitoso.
Consistiría de dos cámaras, una de entrada y otra de salida, aunque en esto hay un gran inconveniente, pues sólo se podría viajar hacia atrás hasta el tiempo en que se construyeron dichas cámaras, pues se necesitaría una para salir. Además, el agujero de gusano quizá sea minúsculo, más pequeño que un átomo, y las placas deban ser estrujadas hasta distancias de la longitud de Planck y así crear suficiente energía negativa. Una vez más, nuestro viaje en el tiempo se ve frustrado.
Incluso un experimento considerado como posible viaje en el tiempo es el hecho de congelar tu cadáver para una regeneración futura, pues podrías renacer en el año 2045 con la misma edad que tenías al morir y te sentirías como si hubieras tenido un largo sueño. Existió una empresa a finales de los años 70 de nombre Cryonics Society of California, dedicada a congelar cadáveres; sin embargo, un fallo eléctrico en 1981 los hizo perder muchos cuerpos y junto con ellos su popularidad. Pareciera que los viajes en el tiempo pertenecen sólo a la ciencia ficción, pues personajes como el doctor Emmet Brown han logrado viajar simplemente con un De Lorean DMC-12, un poco de plutonio y una visión.
Visualmente el auto se muestra con una forma futurista: tiene un aspecto de nave espacial, además de sus modificaciones en la parte trasera —tubos y cables principalmente— y en el interior —luces, botones e interruptores— le dan una forma de máquina. Antes de otorgar cualquier información, el Doc hace una demostración del éxito en su experimento y manda al perro Einstein durante un minuto al futuro, luego explica la lógica en la máquina: el auto funciona con plutonio y al llegar a una velocidad de 140 km/h se crea una reacción nuclear que le da una energía de 2.21 jigovatios de electricidad y se realiza el viaje en el tiempo, todo esto gracias al capacitador de flujo.
Algo muy importante: nunca se nos explica cómo funciona el capacitador de flujo y qué hace, sólo es un objeto extraño añadido al coche e indispensable para el viaje en el tiempo. Por supuesto, este aparato no existe en la vida real y ha tenido tanta influencia en la cultura popular que muchas obras lo han utilizado en películas y series posteriores. Otro aspecto es que la medida de jigovatios no existe, los creadores de Volver al futuro admitieron no conocer las medidas de energía más altas y se inventaron una que sonara mayor; sin embargo, el doctor Brown habla muy rápido y en desorden, por lo tanto, estos detalles pueden pasar un poco desapercibidos.
Pero, ¿por qué estos datos increíbles se vuelven creíbles en Volver al futuro? Según la filóloga española Noemí Novell podríamos considerar a la ciencia ficción como una forma mixta entre el género fantástico y el maravilloso, es decir, que se nos presenta un mundo extraordinario y fuera de lo normal, lo característico de la ciencia ficción es que dicho mundo está justificado mediante la ciencia —al menos, la ciencia dentro de la historia—, elementos científicos, aparatos electrónicos, o nombres de medidas rimbombantes generan una aceptación del mundo extraordinario y lo vuelve creíble.
Por eso, a pesar de la inexistencia de viajes en el tiempo, no hay nada en la física que nos pueda negar esta fantasía. Por lo pronto, es un buen tema para conversar en la cena, escribir un libro, o ver alguna buena película, todo con el fin de justificar este artículo y los amantes de las cosas frikis podamos hablar de lo que tanto nos gusta.
**
La ciencia ha avanzado pasos agigantados y hoy es posible conocer más sobre nuestra genética, cómo modificarla o cómo curarnos de enfermedades que antes parecía no tenían cura; sin embargo, aún existe un cuestionamiento moral que causa conflictos, ¿es posible clonar a un humano después de lograrlo con primates?
**
Referencias:
Barthes, Roland, Kristeva, Julia y otros, Lo verosímil, Argentina, editorial tiempo contemporáneo, 1972, T.P: 178.
Bassa, Joan, El cine de ciencia ficción, Buenos Aires, Paidós, 1993, T.P: 204.
Chantaca, Claudia, Poética de lo fantástico, México, Dulce y útil, 2008, T.P: 77.
Kaku, Michio, Física de lo imposible, México, Debolsillo, 2013, T.P: 383.
Moreno Lupiáñez, Manuel, De King Kong a Einsetein. La física de la ciencia ficción, México, Alfa Omega, 2001, T.P: 339.
Novell Monroy, Noemí, La literatura y cine de ciencia ficción. Perspectivas teóricas, Barcelona, UAB, 2008, T.P: 314.
Todorov, Tzventan, Introducción a la literatura fantástica, México, ediciones Coyoacán, 2009, T.P: 141.
Zavala, Lauro, Manual de análisis narrativo, México, Trillas, 2007, T.P: 200.
Volver al futuro [DVD], Productor: Steven Spielberg, Dirección: Robert Zemeckis, Guión: Robert Zemeckis y Bob Gale, Estados Unidos, Universal Pictures, 1985, (116 minutos), son., col.