Enclavado en el norte de California, San Francisco no tiene los reflectores de Los Ángeles, capital mundial de la cinematografía, ni la fama cosmopolita de la que goza Nueva York o la belleza arquitectónica de Washington. En realidad, San Francisco es una ciudad que desde su fundación nació con un espíritu propio, terreno fértil para el amor, las artes y la cultura.
Una imponente bahía custodia la entrada a la península cuya geografía única caracteriza su paisaje: las colinas que asoman hacia el mar fueron el refugio de los primeros pobladores que dieron paso a los barrios más tradicionales de la ciudad. La brisa fría que pega en la cara camino al downtown en los clásicos tranvías aviva la emoción de estar en una ciudad auténtica, levantada sobre la base de sus propias raíces multiculturales y no sobre el crecimiento de una industria o los poderes financieros de una nación.
A lo lejos, el puente Golden Gate reluce cubierto por la niebla del Pacífico en las mañanas y más tarde es el marco para una imponente puesta de sol que baña a la bahía de oro, dando sentido a su nombre. La calle más famosa de San Francisco es Lombard Street, ubicada en Russian Hill. Desde su punto más alto, la vista panorámica es imponente. Las coloridas fachadas estilo victoriano y sus ocho curvas rodeadas de exuberantes jardines la hacen una atracción imperdible.
En esta ciudad cobró vida el verano del amor. La juventud hippie tomó San Francisco como insignia. Las calles se llenaron de amor fraternal y la exigencia de la paz resonó con más fuerza que nunca. El legado de aquel movimiento se percibe en cada uno de sus rincones, especialmente en The Castro, el barrio gay más importante de la ciudad. Todas las manifestaciones de amor son bien recibidas en San Francisco, un sitio donde no existe la discriminación.
En lo que respecta al arte, la ciudad es mundialmente conocida por conservarlo auténtico fuera de museos y salas de exhibición. El movimiento artístico urbano se hace presente en distintos barrios, donde las paredes se convierten en el mejor lienzo para plasmar el pulso diario de su gente. El jardín de Yerba Buena es un sitio donde se reúnen cada fin de semana artistas, expositores y coleccionistas en busca de las mejores obras de arte y de talentos emergentes, también tiene presentaciones de música y teatro en vivo al aire libre. Las pequeñas galerías de artistas alternativos completan la escena artística. En cuanto a los museos, el emblemático SFMOMA (Museo de Arte Moderno de San Francisco) está en proceso de expansión y actualmente ofrece actividades alternas en distintas plazas de la ciudad.
Si de belleza natural se trata, esta ciudad no tiene comparación. A sólo diez minutos del downtown se encuentra Muir Woods, un bosque de secuoyas gigantes declarado Parque Nacional. Los majestuosos árboles se levantan a más de 100 metros de altura, estos gigantes han visto pasar miles de años (pueden vivir hasta 4 milenios) y en el espeso bosque que forman habitan especies endémicas de flora y fauna icónicas del estado de California.
Dentro de la ciudad se encuentra Pier 39, el famoso muelle que tiene como atracciones principales la increíble vista de la bahía con la prisión de Alcatraz y el Golden Gate de fondo, además del avistamiento de leones marinos que suelen descansar en el muelle frente al centro comercial. El acuario de la Bahía también se encuentra aquí y ofrece una exposición permanente e interactiva sobre toda la vida marina del Pacífico.
¿Acaso hay algo que San Francisco no pueda ofrecer? Un clima envidiable, las calles más bellas de los Estados Unidos, historia, arte, naturaleza y un sitio donde caben todas las formas de pensar y el entretenimiento para todas las edades está garantizado. Sin duda es el destino ideal para tus próximas vacaciones.
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