Una obra nace en la mente de su autor, pero madura a través de la influencia de su entorno. De la misma forma que la semilla enraiza en el surco, pero sigue su propio camino en la superficie conforme se desarrolla, cada ejercicio artístico termina por ser algo distinto a la idea primigenia. Invariablemente se transforma junto con ella en un proceso creativo y pasional. En algunas ocasiones, la creación surgida de sus entrañas termina por rebasar la propia voluntad del artista; se trata de una relación ambigua donde no se sabe si el artista trabaja en su obra o es la obra misma quien ha tomado posesión de su autor.
El resultado de abstracciones artísticas con tal fuerza es una obra maestra, que expresa más de su creador de lo que sus intenciones originales. En el caso de la literatura, textos de esta naturaleza definen el entorno de forma lúcida y brillante: los sombríos y apacibles vecindarios de Stephen King inspirados en su Maine natal, la nostalgia de Machado en un patio sevillano o el lluvioso Dublín de Joyce. Cada escritor recoge la atmósfera del sitio donde escribió su obra y al mismo tiempo, desnuda entre líneas el relato más honesto del ambiente que influenció a su obra.
Es imposible transportarse a la vida bohemia de París de Hemingway, a la Ciudad de México de los años 70 de José Emilio Pacheco o al Londres industrial de Conan Doyle, sin embargo, otros sitios donde los escritores más famosos inspiraron sus más grandes obras aún se mantienen estoicos a los embates del tiempo y su maquinaria de olvido. Descubre los sitios donde grandes literatos pasaron parte de su vida, dejando su esencia y textos como testimonio invaluable de aquellos momentos:
Hotel Ambos Mundos, Ernest Hemingway
En el corazón de la Habana se levanta el icónico hotel con muros color salmón que sirvió de residencia al escritor de “Por quién doblan las campanas” (1940) durante sus primeras visitas a la capital cubana. El hotel opera con normalidad, a excepción de la habitación 511, que aún conserva las posesiones personales de Hemingway tal como las dejó antes de volver a los Estados Unidos.
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Hotel Elysee, Tennessee Williams
El autor sureño cuyas obras influyeron poderosamente en la cinematografía, pasó sus últimos quince años de vida en una habitación del famoso hotel de Midtown East. El alcoholismo, las crisis nerviosas y sus decepciones en el amor, hicieron de Williams un hombre solo que encontró refugio en las letras, en una suite con alcohol y su inseparable máquina de escribir, cuyos tecleos a altas horas de la noche provocaban el enojo de los huéspedes vecinos.
-Piso de Alejandro Dumas, París
Dumas encontró refugio para alimentar su genio creativo en Montmartre, uno de los barrios más vivos de París. Ubicado a unos cuantos metros del Jardín de Tullerías, el Museo de Louvre y la ópera Garnier, el piso que alojó al escritor de “El Conde de Montecristo” (1844) está disponible para su renta como hospedaje para los viajeros que se aventuran en la Ciudad Luz.
-Departamento de Francisco de Quevedo, Madrid
El histórico edificio donde Francisco de Quevedo pasó algunos años se ubica en el barrio de Cortes, al este del corazón de Madrid y unos cuantos pasos de la relajación del Parque del Retiro o el bullicio cosmopolita de la Gran Vía. El sitio que habitó el poeta del Siglo de Oro está en renta por estancias cortas en la capital española.-Hotel Castelar, García Lorca
El poeta más prolífico en habla hispana del siglo XX dejó una huella imborrable en territorio americano: desde su viaje a La Habana y Nueva York, donde plasmó la decadencia que le inspiraba la Gran Manzana, el nexo entre las tierras de ultramar y el andaluz. Tomó un segundo aire cuando el autor de “Bodas de Sangre” (1933) llegó a Buenos Aires, el mismo año en que se montó en escena por primera vez. El Hotel Castelar fue su hogar durante medio año y su habitación se mantiene como un pequeño museo al interior del recinto.
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Casa estudio de John Steinbeck, California
El Nobel de Literatura de 1962 siempre se mantuvo cercano a sus raíces californianas, sobre todo después de fracasar en la Universidad de Stanford y tratar de ganarse la vida en Nueva York durante la Gran Depresión. Autor de “The Grapes of Wrath” (1939), inspirada en el crac que desencadenó la crisis que vivió en carne propia, Steinbeck pasó la madurez de su vida en un apacible estudio en Pacific Grove, que sirve de hospedaje para viajeros en la actualidad.
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Cabaña de Aldous Huxley, Nuevo Mexico
El trotamundos que recorrió todos los Estados Unidos con su esposa en busca de nuevas experiencias y con un sentido crítico hacia la sociedad moderna, encontró en la calma de Nuevo México un sitio tranquilo donde establecer contacto con la naturaleza. La cabaña de su entrañable amigo D.H. Lawrence que lo acogió durante 1937 se ofrece para alojamiento de viajeros en la red, sólo para aquellos deseosos de seguir los pasos del escritor de “Brave New World” (1932).
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