La adicción a las redes sociales alcanza límites ridículos: ahora, existe un servicio en línea en el que un sistema automático se encarga de publicar fotografías programadas mientras los usuarios “disfrutan de sus vacaciones”. Para no sentirse conectados todo el tiempo, estos clientes seleccionan algunas de sus mejores fotos tomadas mientras se encuentran en algún lugar lejos de casa. El objetivo: hacerle saber a todos que la están pasando bien pero al mismo tiempo, gozar de estar “desconectados”.
Instagram, Facebook, Twitter y más redes sociales arruinan la vida de las personas. Esta no es una opinión vacua, lo dice la ciencia; un estudio dado a conocer por Expedia, reveló que, en una encuesta realizada a 2 mil personas, 10 % de ellas confesó tomar al menos 15 fotos en una misma pose hasta obtener una que les gustara, lo que les quitaba tiempo de disfrutar donde se encontraban y un 25 % dijo estar más al pendiente de su teléfono celular cuando estaban de vacaciones que en días ordinarios.
Además, el estudio reveló otros datos interesantes sobre las conductas de los viajeros y la relación que estos tienen con sus teléfonos cuando viajan.
Según los resultados, en promedio, una persona gasta 9 horas de una semana publicando estados y fotografías en redes sociales. Además, el 44 % dijo que, luego de su periodo vacacional, sintió que Internet arruinó gran parte de su estadía. ¿Vale la pena gastar tanto dinero y esfuerzo en un viaje para malgastarlo de esa manera?
Sin embargo, existe una parte positiva que también hay que rescatar; durante un viaje, las fotografías pueden ser imprescindibles. Es importante tener un registro de los sitios que se visitan. Después de unos años, se convierten en el único registro real de vivencias únicas e inolvidables.
De hecho, un estudio de la Universidad de California reveló que las selfies volvían a las personas más felices. La encuesta fue realizada a 41 estudiantes universitarios (una muestra poco relevante) quienes dijeron que tomar fotos de sí mismos, con amigos y realizando actividades que les apasionan, los hacía sentirse más positivos respecto a sus vidas que quienes no lo hacían.
Algunos estudios también han revelado que, de manera afectiva, publicar los estados de ánimo con amigos y familiares, crea un vínculo verdadero de emociones y de experiencias.
Además, llevar un registro sobre lo que se vive es una buena manera de conocerse a uno mismo; esto es, de saber cuáles son los cambios que se han vivido a lo largo del tiempo.
Sin embargo, pasar todo el día en el teléfono con la única intención de hacerse visible de una manera superficial y “ganar likes” no es la mejor idea cuando se va de viaje. Reportar a cada minuto la ubicación, lo que se está comiendo y bebiendo, hace que la experiencia se empobrezca.
Millones de colores, olores, rostros, palabras que están presentes en el momento se escapan al abrir cualquiera de las aplicaciones, seleccionar una foto, filtrarla y publicarla con un emotivo mensaje. Toda una vida pasa de frente, mientras las personas se dedican a presumirlo en su teléfono inteligente.
Naturalmente, el criterio es una cuestión personal, sin embargo, las estadísticas aquí presentadas manifiestan la dependencia que la mayoría de las personas tienen a demostrar que se la está pasando bien en lugar de, simplemente, disfrutar.
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