Todos conocemos a alguien que invierte cantidades exorbitantes de dinero para tomarse una foto frente al Coliseo comiendo una pizza o delante de la torre de Tokio con unos Pokis del sabor más aburrido para después correr a un McDonald’s por nuggets de pollo durante el resto de su corto viaje. Para ellos, la aventura se resume en tomarse una foto “improvisada” con el cabello medianamente despeinado, el cual se arreglaron por media hora para lograr el look despeinado perfecto.
Nosotros sabemos que ésa no es la forma de viajar. Ninguna aventura está formada por una rutina o recetas. Los rostros de los auténticos viajeros se nos presentan esporádicamente sin bañarse durante dos días porque el hostal no tenía agua, con la única sudadera que llevaron marcada por una mancha que no pudieron sacarle en la lavandería y los ojos con una mezcla perfectamente balanceada de cansancio y emoción.
Para vivir una experiencia que te transforme, no hace falta gastarte los ahorros de toda una vida, armar un plan perfecto o llevar quince gadgets diferentes. Todo lo que necesitas vivir está esperándote allá, fuera de tu teléfono y alejado de todo lo que estás acostumbrado. La próxima vez que salgas, cambia alguna –o todas– de estas cosas.
Come mal
Sí, es obvio que si vas a cualquier lugar de Francia te comerás una crepa, nadie espera que no lo hagas, pero ¿tienes que comer en un restaurante con menú en inglés diario? Claro que no. Los restaurantes para turistas podrán ser una opción fácil pero nunca conocerás otro país y su cultura si te limitas a ellos. Para entrar en otros mundos desde su raíz, tenemos que hacerlo con todos los sentidos, incluyendo el gusto. En lugar de comer en lugares cercanos y amigables para extranjeros, aléjate hacia un sector de oficinas, visita el más concurrido a la hora de la comida y pide el plato más barato que encuentres ahí, no será un platillo gourmet, pero al final sumarás una experiencia que pocos turistas se llevan de ese lugar.
Duerme incómodo
La verdad es que una cama gigante en un cuarto enorme del piso sesenta de Manhattan suena bastante tentador, pero ¿cuánto tiempo tendrías que ahorrar para lograrlo? Lo que pagarías por cuatro días en un cuarto así, podrías usarlo para un road trip por las carreteras desde Nashville hasta San Francisco, visitar pueblos recónditos por Sudamérica o disfrutar paisajes espectaculares de Asia Central. Los hostales son una opción infalible, en una habitación para cuatro, seis o hasta sesenta personas conocerás gente de todas partes y podrás experimentar este nuevo lugar a través de percepciones completamente distintas. Si tu estancia será larga, reserva un cuarto en una casa compartida por personas que ya viven ahí, que trabajan, compran en el súper y se divierten en lugares que disfrutan los locales.
Olvídate de la foto perfecta
Sólo necesitas tres segundos para encontrar miles de fotos de la Torre de Pisa, de la pirámide de cristal del Museo de Louvre o de la calle Broadway, así que probablemente nadie necesite ver la tuya a menos de que incluya un mono mutante o el inicio de una invasión alienígena a gran escala. Así que, ¿para qué te molestas?, ¿para qué esperar tres horas para tomarte una foto más o menos solo delante de ese ícono? Aprovecha mejor ese tiempo para caminar por calles desconocidas que a nadie le interesará ver. Aléjate de los centros turísticos, pero aléjate de verdad, no te alejes unas cuadras de la Torre Eiffel para tomarte una foto tomado de la mano de tu novia. No, súbete al metro hasta que ya no oigas rastros de un idioma ajeno al país, bájate, mira lo que hay, camina y conoce de verdad. Claro, siempre cerciórate de que sea seguro.
Salte del plan
Todo lo que pueda salir mal, va a salir mal, hagas lo que hagas y sin importar cuanto planees, nada va a resultar como quieres, así que mejor evítate la decepción, déjalo ir y visita esa playa de la que todo mundo está hablando aunque no figure en las páginas de atracciones turísticas o, mejor aún, atrévete a hacer algo que dejaste fuera del plan a propósito porque te daba miedo. Desde lanzarte de una tirolesa hasta visitar un maid café porque te da pena convivir; hazlo, nadie ahí te conoce y probablemente no te vuelva a ver. Demuéstrate de qué estás hecho y llévate ese conocimiento contigo de vuelta a casa.
Cualquiera puede tener una foto perfecta, pero son las experiencias que dejan su marca en tu interior las que cuentan. Si nos dedicamos a juntar fotos de nosotros mismos nos quedaremos así, estancados en el tiempo sin descubrir nuestros límites, imposibilitándonos para ir más allá de ellos y convertirnos, a través de cada experiencia, en una versión insospechada de nosotros mismos. Dark Horse Wine es un vino reinventado para que descubras esa versión única que aparece en un viaje, dejes a un lado todas esas ideas que tienes en la cabeza y te atrevas a disfrutar la vida y cambiar la forma en la que estás acostumbrado a tomarlo.