No, no es un desierto y tampoco hay leones; pero no porque su nombre sea un poco engañoso eso quiere decir que viajar hasta ahí sea una completa decepción. Casi como un oasis incrustado milagrosamente en medio de la gran Ciudad de México, el Parque Nacional Desierto de los Leones es un lugar en el que, más que tranquilidad, se respira una especie de magia que inunda los pulmones de quienes están acostumbrados a aspirar esa espesa nube de humo, polvo y otros desechos a la que cariñosamente nos referimos como “aire de ciudad”.
Acerca de su nombre, fueron en primer lugar los miembros de la orden de los Carmelitas Descalzos quienes le otorgaron el carácter de desierto aun a pesar de su abundante vegetación. El término en realidad alude a un concepto religioso en el que la palabra desierto se refiere a un sitio donde reina la paz y, al igual que Jesús, es posible meditar con toda la tranquilidad del mundo. Lo de los leones es porque la zona donde se establecieron los monjes estaba controlada por la familia León, quienes respondían por este sitio ante la Corona Española.
Llegar hasta este sitio es como viajar hacia nuestros propios pensamientos, allí donde podemos ser felices y sentirnos plenos aun sabiendo que la realidad a la que volveremos apenas abramos los ojos seguirá siendo un caos. Ya sea solo o en familia, en este peculiar desierto hay una serie de actividades que puedes realizar si estás cansado de ver todos los días el mismo paisaje gris donde la única sombra es proporcionada por fríos y toscos edificios.
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Disfruta de un pícnic o una parrillada en su área para días de campo.
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Si tienes hambre, dentro del convento de los Carmelitas está el restaurante de los monjes, donde puedes degustar un amplio menú de antojitos.
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Al ser un parque natural, el paisaje que ofrece a sus visitantes es propicio para que éstos puedan realizar actividades deportivas como ciclismo de montaña o senderismo.
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Visita por lo menos una de las 12 ermitas ocultas en el bosque donde los monjes buscaban la paz.
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Entre los meses de junio y diciembre se lleva a cabo el Recorrido de Leyendas, en el que un grupo de personas se disfraza de monjes para contar leyendas acerca del monasterio.
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Si no hay un evento privado, recorre el jardín de los secretos. La vista que genera la combinación de la arboleda y los vestigios de construcciones antiguas es perfecta incluso cuando no se celebra alguna fiesta ahí.
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Conoce el estilo de vida de los monjes virreinales en el convento de los Carmelitas descalzos.
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A lo largo de las salas del Museo Bicentenario es posible encontrar animales disecados que reflejan la fauna del lugar, maquetas del parque y fotografías que retratan su historia
Pocos lugares te hacen sentir tanta paz como éste, es por ello que no necesitamos enumerar tantas razones para que decidas pasar aquí al menos una tarde. Cuando un espacio te ofrece tanto por casi nada, ni si quiera debes pensarlo, sólo empaca tu comida, ponte ropa cómoda y emprende un viaje que seguramente te liberará de toda la tensión de una semana llena de estrés.