Una de las palabras más dolorosas de nuestro idioma es “adiós”, decirla implica el cierre de un ciclo en el que nunca se ha de caer de nuevo; su sonido está acompañado de un crujir irremediable de corazones que, melancólicos, tratarán en vano de contrarrestar sus efectos, sin embargo, una vez pronunciada no hay fuerza que sea capaz de combatir la nube de desesperanza que va dejando a su paso.
Apartarnos de alguien nos deja desprotegidos en todo aspecto, renunciamos a esa zona de confort en la que alguna vez encontramos todo para ser felices; esa dura etapa después del amor es un limbo en el que volvemos a ser niños perdidos en un mundo extremadamente duro. Es el verdadero y destructor poder de las despedidas, tan dolorosas como necesarias porque sin ellas nunca aprenderíamos lo que cada persona y cada lugar tiene que enseñarnos.
Al abandonar cualquier sitio pasa exactamente lo mismo, incluso el efecto puede ser aún mayor pues no nos estamos despidiendo de una sola persona, dejamos atrás a todo un grupo de gente genial que con sus palabras y sus acciones se ganaron un lugar irreemplazable dentro de nosotros, sin embargo, es necesario dejarlos ir para que ese recuerdo sea parte de nuestro carácter. Aunque el tiempo cura cualquier herida nunca está de más darle una mano para superar de una buena vez el dolor de dejar atrás todo aquello que hoy nos hace llorar.
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Mantente ocupado y trata de llenar tu vida cotidiana de cosas tan emocionantes como las que viste en el viaje.
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Comienza a planear tu próximo viaje y emociónate por ello, piensa que estás a punto de vivir algo igual de genial a lo que viviste la última vez.
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Realiza pequeños viajes cerca de tu casa los fines de semana y así no te sentirás tan vacío mientras llega tu próximo viaje.
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Incorpora elementos del lugar que visitaste a tu vida diaria, eso te hará extrañarlo menos; sólo ten cuidado de no faltarle al respeto a la cultura que tratas de acoplar a tu vida.
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Reúnete con tus mejores amigos, pásenla bien y date cuenta de que en tu lugar de origen también hay gente increíble que nunca te va abandonar.
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Desconéctate de todo y piensa en todas las cosas que aprendiste y las experiencias que nunca vas a olvidar.
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Después de tu viaje tómate un tiempo para pensar en aquellas cosas que necesitas cambiar en tu vida, es el momento preciso para ser una mejor persona.
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Tal vez pueda sonar muy precipitado, pero si te das cuenta que tu trabajo no te gusta es mejor que lo abandones, no hay nada peor que estar deprimido y pasar el tiempo en un lugar donde no te sientes a gusto.
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Comienza a escribir un diario, así notarás cómo va desapareciendo tu depresión.
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Es necesario dejar atrás ese dolor para que podamos entender que lo mejor de un viaje no es llegar al destino sino todo lo que aprendemos una vez que lo abandonamos, a fin de cuentas todas las personas y lugares que conocimos se quedarán en nosotros como un recuerdo irreemplazable.