Viajar puede ser el mejor medicamento. Pocas cosas pueden expandir tu percepción del mundo tan rápido como alejarte del lugar en el que vives y es que al salir, tu cuerpo entra en modo de supervivencia desde que deja de ver esos lugares conocidos que tanto alivio le traen. Todo es nuevo, todo es un misterio por resolver y más te vale adaptarte; parece algo malo, pero en realidad luchar contra este problema es completamente renovador para el cuerpo y el espíritu. Dicen que nacimos muy tarde para explorar el mundo y muy pronto para explorar el espacio, pero aún existen historias de gente recorriendo el mundo que pueden ser nuestra inspiración para al fin hacer lo que siempre hemos soñado.
Chris Sypolt es un nombre que seguramente no suena en tu radar. No es un gran filántropo o el mejor deportista del mundo; simplemente es un hombre de 44 años que cambió su vida en casi tres meses de viaje y su historia es la inspiración perfecta para que tú hagas lo mismo. Sin haber salido en toda su vida de Estados Unidos, Chris tenía una vida bastante rutinaria; era el ingeniero técnico en una empresa de Seattle en la que llevaba trabajando 13 años. No es que no le gustara viajar, simplemente sus piernas no soportaban un viaje de más de cuatro horas en avión (o eso se decía) y sobre todo tenía un paladar bastante exigente que no le permitía comer cualquier cosa, pero en 2012 todo cambió.
“2012 fue un asco para mi. Mi mejor amiga fue diagnosticada con cáncer de colon en enero. Empeoró y entró a cirugía, luego mejoró un poco y se puso peor al final. Falleció antes de que terminara el año; fue devastador”.
La gente puede soportar muchas cosas, pero perder a una de las personas que más amas no es algo que se desee a nadie. Él tenía una mejor amiga que era fundamento y apoyo incondicional en una vida que no salía de la rutina y en el transcurso de un año, perdió esa base que tenía en la vida. Eso no es solamente algo increíblemente triste para una personas, también puede convertirse en una cuestión que te paraliza, pues de dejarlo, el miedo puede convertirse en tu nueva compañía. Chris no dejó que eso sucediera y a pesar de que extrañaba a su amiga, sabía que necesitaba alejarse de todo; para rendir tributo y para que también él encontrara una verdad desconocida.
La decisión fue total cuando la empresa en la que trabajaba decidió hacer cambios y la carga de trabajo cosumía su vida. Trabajaba cerca de 90 horas a la semana y llegaba un mail cada 45 segundos, de un momento a otro supo que no podía continuar de ese modo y renunció. Su jefe, que es buen amigo suyo le sugirió que si haría un viaje se olvidara del país por lo que cambió sus dos semanas en Hawái por un boleto hacía Nueva Zelanda. Justo ahí, se dio cuenta que ya estaba muy cerca de Australia para dejar pasar la oportunidad de visitar el país que desde niño lo había fascinado con su acento y sus hermosas mujeres (él era un niño cuando “Grease”, con Olivia Newwton-John Travolta se estrenó). Así comenzó una serie de excusas para visitar el siguiente país y el siguiente. Japón también se encontraba cerca y era una oportunidad perdida si no iba y para ir de ahí a Inglaterra, bueno, su excusa fue que había bar en el avión y eso era más que suficiente.
Viajar fue hacer cosas que nunca pensó que él haría. Abrazó a un koala, conoció la tecnología de Japón, visitó los emblematicos lugares marcados por la Segunda Guerra Mundial y más. Su viaje consistió de pequeños placeres que se transformaron en una experiencia que lo cambió por completo. Según él, supo que su vida no iba a ser la misma desde el tercer día:
“Estaba en un crucero haciendo snorkel en Maui y empecé a hablar con el capitán. Le dije mis planes para el viaje y sue reacción fue ‘¡MIER-DA!’ fue la pureza de su reacción lo que me bastó. Tenía un gran regalo al estar en una posición como ésta e incluso él me dejó manejar el bote un rato. También ayudó que en la noche encontré una especie de mariguana y pasé mucho tiempo sentado en la oscuridad, muy drogado, mirando las estrellas”.
Seattle – Kaanapali – Waikoloa – Waikiki – Auckland – Brisbane – Cairns – Melbourne – Canberra – Sídney – Tokio- Osaka – Londres- París – Normandía- Bastoña – Ámsterdam – Reikiavik- Boston – Nueva York- Filadelfia- Washington- Pittsburgh – Seattle.
Chris Sypolt visitó todos esos lugares en 80 días cuando antes no se había atrevido a salir de su país. No habla nada más que inglés y a pesar de eso logró hacer todo eso sin problemas. La vida no espera, cualquier cosa puede pasar y es mejor aprovechar las oportunidades que esperar la que en verdad queremos. Cada país es una cultura, cada ciudad una historia y las experiencias que vivas en cada lugar nunca podrán ser comparadas o reemplazadas con otra cosa.
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Fuente: Gizmodo