¿Has escuchado hablar sobre el segundo país más grande del mundo? Porque de ser así, te estás tardando mucho en conocerlo. Se trata nada más y nada menos que de Canadá, territorio ubicado al norte de América que cuenta con un clima verdaderamente vibrante a lo largo de todo el año —sobre todo cuando se tiñe de blanco por la llegada del invierno—, y que además te sorprenderá por la hospitalidad de su gente que hace sentir como en casa. Sitio que por cierto, ya puedes visitar sin visa.
Canadá es mucho más que su capital, pues existen muchos rincones especiales —incluidas provincias como Alberta, Ontario, Quebec o la Columbia Británica— que aguardan con ansias obsequiarte una experiencia única en tu vida, para que cuando recuerdes ese día que visitaste las Cataratas del Niágara, cualquiera de sus peculiares lagos o un sinfín de opciones que lo visten, la única reacción que se apodere de tu rostro sea una sonrisa incontrolable.
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Disfrutar el invierno
Si visitas este país durante invierno, tendrás la suerte de encontrar paisajes encantadores vestidos de blanco y algo que se ha vuelto toda una tradición cuando conoces la nieve –además de armar el clásico muñeco con bufanda–: acostarte para mover pies y manos dejando tu marca, es decir, no sólo la nación del maple dejará huella en ti, sino tú también en ella. Además, existen otras actividades para disfrutar de la nevada como esquí, snowboard, trineo de perros, caminata con raquetas, etcétera.
Probar sus sabores
No puedes regresar de tu viaje sin antes haber probado la deliciosa gastronomía que Canadá tiene para ofrecerte, como la miel de maple, un alimento típico derivado del árbol de maple, el poutine –papas fritas con queso cheddar y gravy de carne–, colas de castor –delicioso pan frito con cubierta dulce–, carne de Alberta, langosta y más sabores listos para sorprenderte.
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Admira una aurora boreal
Las noches de otoño e invierno están llenas de sintonía de colores cuando las luces pintan el cielo de Nunavut o Yukón. Tendrás oportunidad de experimentar una combinación de verdes, azules y algunos tonos que ni siquiera te imaginas, experiencia que por más que cuentes, nadie entenderá hasta vivirlo en carne propia.
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Dar un viaje en tren
Viajar en tren es una manera única y diferente de disfrutar los detalles de cada calle y paisajes que sólo Canadá puede obsequiarle a tus sentidos. Además, es una manera de formar parte e integrarte de manera sutil a su forma de vida, así que planea tu ruta perfecta. Una gran opción es “The Canadian”, que une a las ciudades de Toronto y Vancouver en cuatro días, pasando por 34 estaciones de tren a lo largo de cinco provincias.
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Visitar las Rocallosas
Es imperdible pasar por lo menos un día en las Rocallosas. Éstas se ubican en la provincia de Alberta y te ofrecen muchísimas actividades que te acercan a la naturaleza para disfrutarla más: senderismo, probar tu fuerza en el ciclismo de montaña, increíbles lagos, paseos en trineos, rafting, traking e incluso, safaris.
Visitar ciudades cosmopolitas
Las ciudades también guardan encanto en sí mismas, pues si bien tienen el toque urbano, no pierden la esencia de la naturaleza, además, lo mejor de todo es que puedes ir de una ciudad a los entornos naturales de Canadá en tan sólo 1 hora y visitar a los osos grizzlis, osos polares, orcas y más animales que sólo pensarías ver en postales.
Cuando conoces Canadá no es como si conocieras otro país, en realidad es como si conocieras otro mundo. Está lleno de “primeras veces” que debes probar y que tampoco puedes dejar escapar una vez que estés ahí.
Si todavía no te decides a viajar, te recomendamos hacer una lista previa en la que incluyas estas cosas y algunas otras experiencias que desees intentar, sobre todo ahora que es un país libre de visa donde lo único que te puede impedir disfrutar de sus maravillas son tus ganas de no hacerlo.
Una vez al año conoce un lugar al que no hayas ido nunca.