Si la colonia Hipódromo Condesa fuera una persona sería juvenil, preocupada por el medio ambiente, imponiendo moda con su look y sus propuestas artísticas; sería multifacética, tendría muchos amigos, le encantaría hacer deporte, probar nuevos restaurantes y definitivamente tendría un perro. Esta “persona” no se formó de la nada, ha evolucionado a través de los años y sus espacios se han transformando en los principales puntos de reunión en la Ciudad de México.
El Ingeniero Civil y Arquitecto, Francisco J. Serrano y Álvarez de la Rosa (1900-1982), fue uno de los principales impulsores del Art Decó en México, y fue uno de los responsables de la construcción de la colonia Hipódromo Condesa en sus inicios.
J. Francisco Serrano Cacho, quien siguió los pasos vocacionales de su progenitor -Serrano y Álvarez de la Rosa- contó en una entrevista que su padre, junto al Arquitecto José de la Lama y el Contador Raúl Basurto, fueron los encargados de hacer edificaciones en las nuevas zonas urbanizadas de la Ciudad de México. Entre 1928 y 1929 realizaron la construcción de aproximadamente 50 casas para la promoción y venta del suelo, posteriormente habitada por la clase media emergente, en su mayoría. También se construyeron espacios de entretenimiento como cines y teatros, que se convirtieron en los edificios que distinguieron a este arquitecto, declaró Serrano Cacho.
Desde que terminó la Revolución, “el cine era algo definitivo como experiencia de vida, la gente se reía e iba a ver lo más moderno, entre comillas, junto con el teatro, pero él (Serrano y Álvarez de la Rosa) lo que hizo fueron los grandes cines de México”, afirma Serrano Cacho.
En el libro “Francisco J. Serrano, Ingeniero Civil y Arquitecto”, de Lourdes Cruz González Franco, explica que “en ese entonces no había tantos lugares de diversión como hoy, el cine era un verdadero espectáculo y además un acontecimiento social muy importante”. Serrano y Álvarez de la Rosa fue el autor de los cines más importantes de la ciudad, entre ellos el Cine Encanto y el Cine Monumental, y remodeló cines como el Cine Teresa y el Cine Edén, espacios que lamentablemente ya no existen, al igual que el Cine Plaza, ahora Plaza Condesa, en la esquina que forman las calles de Nuevo León y Tamaulipas, en un extremo del Parque España:
“Afirmar que él los construyó desde su inicio es muy aventurado; algunos sí, como el Monumental, pero la mayoría fueron remodelaciones a gran escala: la fachada, la isóptica en las salas de espectáculos y también instalaba el aire acondicionado”, mencionó Cruz González Franco en el mismo libro, El Plaza puede ser considerado una de las pocas obras desafortunadas de Serrano y Álvarez de la Rosa, debido a que la obra tardó 30 años en terminarse. Los años en los que estuvo en funcionamiento atrajo a los habitantes de la zona, siendo un centro de reunión social y de entretenimiento. Actualmente, después de haber sido cerrado y remodelado, El Plaza ha regresado a ser parte de la vida de la colonia, donde se presentan eventos musicales dirigidos principalmente a jóvenes.
La avenida del Hipódromo de la condesa, llamada así porque fue la pista del Hipódromo Condesa, perteneciente al Jockey Club de México —que en la actualidad se conoce como avenida Amsterdam—, era habitada por una clase media de profesionistas, a diferencia de la clase pudiente de la época que se localizaba en la colonia Roma y Juárez, entre otras, narra Serrano Cacho. Fue poco a poco que comenzaron a migrar judíos quienes buscaban vivir a las afueras de la ciudad. El porcentaje de la colonia dedicado a terreno habitacional fue del 60 % , 20 % dedicado a calles y avenidas y otro 20 % a parques y camellones arbolados; a diferencia de otras colonias como la Doctores, desarrollada en la misma época, cuyo porcentaje destinado a terrenos habitables era del 80 %, explica Serrano Cacho.
Es importante resaltar que los predios eran de 10 por 30 metros, pequeños para la década, con apenas tres recámaras, un baño y varias restricciones de lote, lo que generó que las personas llevaran a cabo muchas de sus actividades en el exterior de sus casas, sobre todo en las áreas verdes como el Parque México y el Parque España.
Francisco Serrano Cacho aseguró que los arquitectos e ingenieros involucrados en la construcción de la colonia no buscaban que el diseño habitacional generara comunidad, sino que “la comunidad se generaba por los parques y demás”. El Parque México fue ideado por el Arq. José Luis Cuevas y está localizado en la calle de Michoacán, esquina con la avenida México. Es un parque que se distingue por su magnitud, fuentes, cascadas, estanques y lago. También era un centro de convivencia de la colonia, en el que los vecinos se reunían y hacían picnics, eventos e incluso se impartían algunas clases. Actualmente existe un fenómeno que ha llamado la atención de muchos turistas y medios de comunicación, y es que el parque está completamente invadidos de perros con sus dueños, o como Juan Ortega los llama en una entrevista: “perrhijos”. Este fenómeno se da por el porcentaje tan alto de parejas jóvenes sin hijos o personas viviendo solas que buscan compañía y afecto de estos animales.
La colonia estaba dirigida a la clase media de profesionistas, Francisco Serrano Cacho narra: “todas las personas que yo conocía eran hijos de amigos de mis papás, eran compañeros de la escuela y todos vivíamos más o menos en esta zona de la ciudad, lo que hizo fue que en la colonia hubiera cierta cohesión”.
Años después, la comunidad judía comenzó a migrar a esta zona y, al mismo tiempo, este grupo de profesionistas de clase media a colonias como Polanco y Lomas, con el motivo de mejorar su calidad de vida; entre 1960 y 1985 empezó a surgir la construcción de edificios de cuatro a ocho pisos destinados a la renta y venta, espacios que eran comúnmente adquiridos por residentes para que sus hijos vivieran en la misma zona, añade Serrano Cacho.
La tragedia del terremoto del 85 deterioró la colonia y los habitantes ya no querían vivir en ella, por ser una de las que más riesgo corren en caso de sismo. El valor de los edificios y casas disminuyó drásticamente y fue cuando se dio entrada al mundo del arte, lo que transformó el espacio en una zona más juvenil; en el Hipódromo predominaban, incluso hoy, los estudiantes, artistas y jóvenes emprendedores. Uno de estos jóvenes es Gonzalo Serrano Orozco -nieto de Serrano y Álvarez de la Rosa e hijo de Serrano Cacho-, quien utilizó una casa de su abuelo para transformarla en un restaurante que representa a la colonia.
Azul Condesa es un restaurante que ha sido un “parte aguas de la comida mexicana en la condesa”, describe Serrano Orozco. Cada cuatro semanas hay un festival diferente inspirado en algún lugar de la República Mexicana, además de tener 40 platillos a la carta que representan lo mejor de estos festivales.
El Azul Condesa es uno de los restaurantes más representativos de la colonia porque, además, brinda un lugar de exposición a distintos artistas emergentes; en los espacios del restaurante se pueden observar las fotografías, pinturas y esculturas de diferentes autores y así, de forma gratuita, se dan a conocer.
La colonia Hipódromo Condesa ha sido, hasta hoy, el centro de una comunidad dentro de la Ciudad de México: “conoces al tragafuegos, al de la gasolinera, al que barre la calle siempre a la misma hora que pasas”, platica Serrano Orozco.
Este sitio no se creó por el diseño habitacional, sino por lo que lo rodea, recalca Serrano Cacho, convirtiéndose, con el paso de los años, en un punto de reunión de la comunidad local, e incluso, de muchos habitantes de la ciudad.
***
La Ciudad de México ha cambiado, ha crecido y, al igual que sus habitantes, se ha transformado, pero sigue conservando su esencia; te recomendamos visitar distintos sitios, dar un recorrido por todos los rincones que esconde; para ayudarte a comenzar te recomendamos Las 50 mejores cantinas para comer en la ciudad.
**
Agradecimientos especiales a J. Francisco Serrano Cacho, Gonzalo Serrano Orozco, Susana Serrano Orozco, Malena Hernández y Pablo González Cortés.
En memoria de Francisco J. Serrano y Álvarez de la Rosa.