Corría el año del conejo, allá por 1340, cuando un noble llamado Papantzin atravesaba un magueyal al norte de la gran Tenochtitlan. En ese sitio encontró un líquido que escurría sobre el terreno, así que se detuvo para observar de dónde provenía; descubrió que, de entre las pencas de uno de los magueyes, salió huyendo a toda velocidad un “quimichin”. Al acercarse más, pudo observar que aquel ratón de monte había hecho un agujero en el “moyolotl” o corazón del maguey, en cuyo fondo se encontraba un líquido transparente que al probarlo resultó ser muy dulce y agradable; se trataba del “neutli” o aguamiel del maguey.
Con el paso de los días, Papantzin descubrió que en una de las ollas de piedra en la que guardaba celoso aquel líquido, el aguamiel se había transformado en una especie de atole blanco y espumoso que hacía un zumbido peculiar. Al tomarlo, Papantzin quedó asombrado, pues el sabor y olor se habían convertido en algo completamente diferente al “neutli” que consumía; éste era mucho más agradable y tenía un aroma especial; además, quien lo tomaba, entraba en un estado muy alegre y divertido, por lo que lo llamó “Octli” o pulque como lo conocemos actualmente.
Esta es la historia indígena más conocida de la bebida de los dioses, la cual se ha transmitido de manera oral por los antepasados mexicanos. La historia de esta bebida tradicional está llena de muchos capítulos, y el verdadero origen se pierde entre leyendas y mitos prehispánicos; no obstante, el pulque es digno de admiración por sobrevivir hasta nuestros días. A pesar de haber sido objeto de rechazo durante el periodo de la colonización española y, posteriormente, blanco de las empresas cerveceras para desplazarlo de la preferencia en el mercado mexicano, hoy aún se produce el pulque con el mismo método prehispánico de hace 500 años.
Existe un dicho popular que dice: “Sólo le falta un grado para ser carne”, debido a que durante su historia ha servido para calmar el hambre, considerado también como complemento alimenticio, ya que contiene proteínas, hidratos de carbono y otras vitaminas. Incluso, en distintas regiones se convirtió en la bebida de primera necesidad ante la escasez de agua.
Alguna vez se llegó a decir algo tan absurdo y difamatorio, como que al pulque se le ponía excremento para que fermentara, y debido a esto casi se le pone fin a uno de los símbolos de nuestra mexicanidad; sin embargo, gracias a la apertura y al rescate cultural se ha dejado en claro que, como cuentan las leyendas Toltecas, el pulque es una bebida reservada sólo para los reyes y dioses, y por eso mismo debe preservarse.
En la actualidad, el pulque ha cobrado nuevos bríos y cada vez se posiciona mejor en las preferencias de los consumidores. Debido a ello, han sobrevivido las pulquerías tradicionales, cada vez más frecuentadas por jóvenes que se acercan a descubrir la “bebida de los dioses”.
Del 15 al 20 de marzo se celebrarán las fiestas conmemorativas por los siete años de la Pulquería Insurgentes (Insurgentes 226 Col. Roma), considerada como uno de los espacios culturales más activos y propositivos de la Ciudad de México. El único que abre todos los días, publica libros y, ahora, estrena un canal por Internet.A lo largo de siete años, la Pulquería Los Insurgentes ha realizado más de dos mil actividades culturales, en las que han participado artistas y creadores como Juan Villoro, José Agustín, Guillermo Fadanelli, Eusebio Ruvalcaba, René Avilés Fabila, Guillermo Gómez-Peña, JM Servín, Ali Gardoki, Niña Yahred, Patricia Soriano, Laura de Ita, Ericka Bulle, Hector García, Demián Flores, Daniel Lezama y Gustavo Gamou, sólo por citar a algunos.
Simultáneamente, una de las vocaciones de este espacio ha sido promover la cultura del pulque a través de conferencias, degustaciones, proyecciones cinematográficas y diversas publicaciones; por lo que se constituyó como la primera “neo-pulquería” que ha contribuido a la reactivación de la industria pulquera en la Ciudad de México.
También cabe destacar su vocación plural e incluyente que se refleja en la gran cantidad de jóvenes músicos y DJs que se presentan cada noche, así como un programa que consta de un cineclub, presentaciones de teatro y libros, conciertos de jazz, performances y un bazar cultural los domingos. Asimismo, de ser un foro cultural se ha convertido en una productora de contenidos con la publicación de una obra: “Entre la Tradición y la Vanguardia”; y ahora, la presentación del Canal Insurgentes que arranca con cinco programas creados por la pulquería, el lanzamiento de cuatro cortos documentales hechos a partir de un taller realizado gratuitamente en Los Insurgentes, y un reportaje que se realizará cada dos meses por el equipo del lugar.
Así que te invitamos a que te sumes a sus actividades para celebrar que el pulque une el arte y la cultura.
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Sin duda alguna, el pulque es una bebida consumida y adorada por muchos. Es parte de la historia de nuestros antepasados y de nuestra cultura actual, por eso y más es necesario conservar esta tradición.