Pocas ciudades en el mundo te cambian como lo hace Barcelona. Aterrizar en suelo catalán y oler ese aroma mezclado entre agua salada, comida, naturaleza y ajetreo urbano es sólo el primer paso; después viene la vista, el inmenso horizonte que mira al Mar Mediterráneo, el cielo color azul Miró que se une con la bóveda celeste de Francia, el momento de sentarse en un escalón del embarcadero y ver volar a las gaviotas, aunque nunca antes se te hubiera ocurrido una escena tan cursi en tu vida. Así funciona la Ciudad Condal; te lleva a hacer cosas que ni por asomo estaban en tu agenda de clichés viajeros.
Si eres un visitante primerizo, estarás tentado a tomar un taxi a donde quiera que vayas o dejarte seducir por los menús en el restaurante del hotel; sin embargo, no hay nada mejor que andar. El suave y tibio aire que circula por cada una de las calles tiene mucho por ofrecer, la experiencia misma de subirte a sus sistemas de transporte público es, incluso, un cambio radical de aquello a lo que seguro te has acostumbrado a vivir, y picar todo tipo de comida en los lugares más inhóspitos de la región es una delicia de la que no te puedes privar.
Que no te engañen. Abandona toda labia que las agencias de viaje te hayan dicho y retira cualquier intención que hayas tenido de subirte a un camión de turistas –a menos que tengas el tiempo contado–, no hay nada como salirte un poco del itinerario y descubrir más allá de lo que dicen esos panfletos con un gran “Enjoy Your Stay!” al frente.
Primero…
Date tiempo de caminar. Rodea la Glorieta de Colón, piérdete en las callejuelas y presta atención a todos los rincones que se te presenten.
El Raval
Tienes de todo para pasar una gran tarde en este barrio ya que es uno de los principales puntos para decir que estuviste en Barcelona como se debe. Come alguna fruta en el mercado de Boquería, entra a ver una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), consulta la cartelera del Centro de Cultura Contemporánea, ve a los skates sobre la Plaza de los Ángeles y busca algún sitio para tomar una cerveza y una buena “bomba”.
Ciudadela
Puedes ir a uno de los parques más tranquilos en Barcelona para ver a los lugareños ejercitarse y llevar un día cotidiano, entrar al zoológico y después ir a comer a 7 Portes, uno de los restaurantes más emblemáticos del lugar donde no puedes privarte de una paella tremendamente bien elaborada.
Sant Antoni
Ahora, si de comer se trata, ve a este barrio que comienza con el mercado de San Antonio y te da todo un gran paseo por la avenida de Mistral, para que escojas el sitio perfecto para comer. Como recomendación especial, no te sientes a la mesa de esos sitios donde el menú está ilustrado con fotos de lo platillos, especialmente las paellas; eso es para turistas que quieren tirar el dinero y tener comida de congelador ante sí.
Las Ramblas
Lo mismo sucede con esta larga vía. La vista es increíble, el paseo inigualable, pero no te dejes llevar por esos restaurantes o los souvenirs que allí promocionan; mejor, compra un chocolate calda y un pequeño macarrón en La Antigua Casa Figueres.
Isla de Sitges
Con la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla al fondo, puedes disfrutar de una vista envidiable hacia el mar; además de probar una enorme cantidad de vinos al atardecer y disfrutar todos los productos del mar que te imagines.
Barceloneta
Las playas. Definitivamente las playas son el main purpose de este paseo. Puedes entrar también al Museo de Historia de Cataluña, comer en alguno de los restaurantes que le rodean –La Gavina es excelente y vale completamente la inversión–, coger el teleférico e ir al Aquarium.
Gaudí
Toma un mapa y revisa qué tan lejos estás de las obras de Gaudí; no importa cómo lo logres, necesitas conocer sus construcciones para entender perfectamente la comunión entre arte, arquitectura, religión y modernismo. Park Güell, La Pedrera, Casa Batlló, Palacio Güell y, por supuesto, La Sagrada Familia.
Barrio Gótico
Entre callejuelas, puertas llenas de stickers, un Museo del Erotismo, otro sobre Picasso y varios lugares para tomar una copa o un buen jamón, este barrio lo tiene todo para que pierdas el tiempo con placer. Piérdete en sus boutiques de diseño y ropa para que, cuando caiga la noche, puedas degustar en la tasca El Corral.
Montjuïc y Montserrat
En estas montañas que brindan de vista, identidad y majestuosidad al horizonte barcelonés, puedes hacer lo que quieras. Allí está la Fundación Miró, El Museo Nacional de Arte de Cataluña –que es impresionantemente bello–, el Castillo de Montjuïc que está ambientado al estilo medieval, el restaurante giratorio Xalet de Montjuïc –donde debes comer pase lo que pase– y tomar el tren desde la estación de Espanya al centro de la ciudad hasta Montserrat.
Siguiendo estas recomendaciones, puedes incluso elaborar un itinerario sólo para cinco días y no perderte de la verdadera esencia de Barcelona. Quizás antes de emprender viaje, quieras revisar estas 5 cosas que necesitas saber antes de tu primer viaje a Barcelona y averiguar ¿Por qué la Sagrada Familia no se ha terminado?