Hay ciudades que son como personas. Se les sufre, se les reclama, se les insulta, se les odia. Pero también viene la reconciliación y entonces se gozan, se respetan y se les ama. La nuestra es así y estas son 100 razones para amar la Ciudad de México.
Cada cuadra guarda millones de historias, cada casa tiene un olor propio, cada persona tiene una manera propia de ver esta abrumadora urbe. Y aunque se esfuercen en ello, es imposible odiarla. Siempre hay una razón para sostener que es la mejor ciudad del mundo. Estas son sólo algunas:
1. Las quesadillas no necesariamente llevan queso.
2. Encuentras tacos en cualquier lugar, sin importar la hora.
3. Leer en los sillones de la biblioteca Vasconcelos y luego salir a su jardín a dar una vuelta.
4. El ruido de los mercados.
5. Comprarte un algodón de azúcar en la ferias de la colonia.
6. Hay tiendas de absolutamente todo lo que puedas imaginarte.
7. En todas las calles hay algo que ver.
8. Encontrarte con murales clandestinos bien chidos.
9. Está lleno de artistas callejeros que montan teatro, conciertos y performances.
10. Los dorilocos.
11. El calor que siente tu cuerpo en una mañana fría con un atole champurrado.
12. La gente siempre se está riendo.
13. Te sacan albures bien chidos.
14. Siempre hay conciertos; desde música clásica hasta heavy metal.
15. Puedes andar en bici los domingos por Reforma.
16. Si tienes ganas de fiestear, siempre hay un bar abierto.
17. El clima es raro, pero nunca es extremo.
18. La Roma, Santa María la Ribera y Tlatelolco.
19. Siempre hay alguien despierto.
20. La UNAM.
21. Hay muchos perritos.
22. La oferta museística.
23. En cada colonia hay por lo menos un gimnasio o un lugar para correr.
24. Puedes comprar desde ropa de paca hasta marcas exclusivas.
25. El transporte es más barato que en otros estados y además, hay servicio nocturno.
26. No tienes que conformarte con cines tradicionales porque hay muchos alternativos.
La Ciudad de México es rica en todos los sentidos; desde la oferta cultural hasta la comida callejera. La diversidad cultural, política y sexual se hace evidente en cada uno de sus espacios. La vida nocturna ofrece una amplia variedad para todos los gustos y presupuestos. No hay nadie que se quede sin disfrutar de esta hermosa urbe.
27. Las abuelitas consejeras que se las saben todas.
28.Condensa la comida, personas y hábitos de otros estados.
29. Puedes ir a fiestas sin que conozcas a nadie.
30. Hosterías para platicar por horas con tus amigos.
31. Puedes ver bailar a todos: desde danzón en la Ciudadela, break dance en la Alameda y el Lago de los Cisnes en Bellas Artes.
32. Dejar de sentirte freaky en la FrikiPlaza.
33. Pasear un sábado y subirte a las lanchitas y luego al castillo de Chapultepec.
34. Echarte una siesta de mediodía en el Bosque de Aragón.
35. Visitar la Casa de Luis Barragán.
36. Llamarle a tu ex desde una cantina y sentirte Pedro Infante.
37. Gritar al unísono con millones de personas protestando en Reforma.
38. Moverte con la sombra que hace el asta bandera en el Zócalo.
39. Tener una primera cita en el Salón los Ángeles.
40. Hay hoteles para todos los presupuestos.
41. Puedes conocer muchos cabarets.
42. Echarte un cigarro viendo la ciudad desde el Espacio Escultórico de CU.
43. Ir a los parques de diversiones que son para todos los presupuestos.
44. Ver con tu mamá la representación de Cristo en Iztapalapa.
45. La folclórica Merced.
46. Conocer una calle fea y a la otra, saber que hay otra hermosa.
47. La diversidad sexual está en todas partes.
48. Comer chicharrones con cueritos.
49. El cantadito acento chilango.
50. Ves cosas muy, muy raras todos los días.
«De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas», dijo alguna vez Salvador Dalí, y tenía razón. ¿En qué otro lugar del mundo podría encontrarse la desgracia entremezclada con lo cómico como aquí?, ¿dónde más pueden verse desfilar personajes delirantes, asombrosos y terroríficos al mismo tiempo?
51. Comprarte un helado en el carrito de las nieves
52. El nervio de esperar a alguien abajo del reloj.
53. Elotitos con chile del que pica.
54. Ir de pinta en la secun a la Alameda.
55. Saber que la marmaja, feria, billullo o varo, no te limita para disfrutarla.
56. Viene gente de todo el mundo.
57. Comprar pelis en Tepito y sentirte bien rudo.
58. Es una ciudad “pequeña” pero atascada.
59. Está sobre un lago, ¿no es chingón? (claro, qué miedo los temblores)
60. A cinco horas, queda Acapulquito.
61. Las iglesias y los hospitales están llenos de historias de terror.
62. Echarte unos tequilas en las trajineras de Xochimilco.
63. Puedes vivir tu adolescencia entre conciertos y estoperoles en el Chopo.
64. Encuentras cursos gratis de cualquier cosa que quieras.
65. Ir a La Lagu por una michelada los domingos.
66. Tu calle puede convertirse en un campo de fútbol para retas.
67. Hay miles de fonditas para comer y sentirte como en casa.
68. Puedes disfrazarte en todos los festivales de la escuela.
69. Le presumes a todo el mundo que eres chilango.
70. Eres “güerita” y “güerito” para todos los tenderos.
71. Un bolillo puede ser tu cena (con aguacate, ¡mejor!)
72. A todo le echamos limón.
73. Patinar en la nieve los diciembres en en Zócalo.
74. Subirte al Turibús.
Aquí, millones de familias han conocido al amor de su vida, a sus mejores amigos, criado a sus hijos, estudiado una carrera profesional, etcétera. La ciudad es también cada llamada hecha desde el Locatel de la esquina, cada «súbale, súbale» del “cacharpo” del micribus. Es cada una de las historias que se tejen todos los días.
75. Comprar en las librerías de viejo.
76. Está La Villita, el segundo santuario religioso de más importante del mundo.
77. Ver a los voladores de Papantla afuera del Museo de Antropología.
78. Gritas locamente en las funciones de lucha libre.
79. Vas a romancear en los autocinemas.
80. No importa cuántos años tengas, amas el Museo del Papalote.
81. La enorme cantidad de obras de teatro cada fin de semana
82. La Latino, que nunca se va a caer.
83. Sentirte que te la sabes para sobrevivir en cualquier parte del mundo.
84. Comer churros en El Moro.
85. Meterte a un restaurante, pedir refill y conversar por horas.
86. Tomarte unas chelas en Regina mientras ves la tarde pasar.
87. Comprar lentes en Plaza Juárez.
88. Bailar hasta el amanecer en Zona Rosa.
89. Comprar bisutería en la calle Del Carmen mientras comes unas papas.
90. Los memes.
91. Hacer plática con una señora en el micro.
92. Hacer amigas en las filas de los baños de los antros.
93. Ver el Ángel lleno de tumultos con el menor pretexto.
94. Ir a bodas, quince años y bautizos en calles cerradas con lona donde dan pollito con mole y arroz.
95. Desayunar guajolotas, comer chilaquiles y cenar pambazos.
96. Quedarte el cambio de las tortillas y jugar en las maquinitas.
97. Sentirte hippie en Coyoacán.
98. Decir chido, chingón, chulo y todo lo que empiece con ‘ch’ cuantas veces quieras.
99. Mandar saludos ludos, ludos, en un sonidero.
100. Saber que en las malas, en las muy, muy malas, los chilangos se respaldan.
¿Ves? Es imposible odiarla. Sus colores, sabores, texturas, sonidos, en fin, todo lo que la conforma, la convierte en una de las ciudades más hermosas del mundo. No sólo por su comida, su bebida, sus dinámicas ni sus expresiones la hacen única, también las emociones que pueden vivirse en esta ciudad que millones llamamos hogar.
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Fotografías tomadas de Paisaje DF:
@bandita_chilanga/@daisyromaniello/@ionathangraffgordo/@eduardojusan/@miguel_kurz/@horchatapop/@Isaac_jero/@streetart_chilango
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