Este artículo fue originalmente publicado por Carolina Romero el 18 de octubre del 2019.
Dividir o no dividir los vagones del metro entre hombres y mujeres: un dilema por el que los habitantes de la Ciudad de México se enfrentan en discusiones acaloradas todos los días.
«Es que no es justo, ¿qué no ven cuánta gente somos?», dice uno. «Claro que es justo ¿qué no ven cuántas mujeres son acosadas todos los días?», responde otra. Ambos tienen razón: no es “justo”, pero sí es lo necesario. Mientras la violencia de género exista deberá haber medidas duras para frenarla.
Si te causa conflicto esta división, tu cabeza va a estallar cuando conozcas la isla única y exclusiva para mujeres: Super She Island, un paraíso que se encuentra en la costa finlandesa del Báltico.
La creadora de esta idea es Kristina Roth, una empresaria americana que ha tenido claro desde hace muchos años la necesidad de tener un lugar donde las mujeres puedan estar libres de “tensión sexual” y tengan la oportunidad de crear lazos con otras mujeres con las cuales compartir logros personales, emocionales e, incluso, económicos.
Estos sitios, dice Roth para S Moda, «ayudan a reivindicar la necesidad de espacios en los que las mujeres tengan presencia e influencia y a relacionarse con las demás desde un punto de vista constructivo, ganando comprensión y rompiendo con el criticismo que tanto daño nos hace».
¿Qué podrás hacer?
En las 8,4 hectáreas que comprende podrás aprender desde kayak hasta yoga, pasando por esquí acuático, senderismo y cursar talleres de nutrición, cocina y realizar actividades en la naturaleza.
«Las mujeres necesitan pasar tiempo con otras mujeres. Estar de vacaciones con hombres puede ser agotador y exigente. Queremos que la Isla SuperShe sea rejuvenecedora y un espacio seguro donde las mujeres puedan reinventarse a sí mismas y a sus deseos. Un lugar donde puedes recalibrar sin distracciones», se explica en la página oficial del complejo turístico.
¿Qué se necesita?
La estancia completa para vivir la experiencia entera —que consta de 5 días— oscila entre los 3 mil y los 6 mil dólares. Sin embargo, se planea que en un futuro existan planes de sólo un fin de semana para las mujeres más ocupadas.
Ser mujer no es el único criterio para poder ingresar como huésped a este lugar. Además de llenar un formulario vía Internet, deberás pasar por una entrevista vía Skype. Según la creadora, la idea no es discriminar sino que las huéspedes se sientan completamente seguras y en confianza.
Las críticas
Una vez aclarado que no es un tema de evitar la violencia de género —es decir, que el argumento de cuidado de la integridad no está en juego— surge la duda: ¿por qué entonces un lugar 100 % libre de hombres?
La idea central peca de cargar con ciertos estereotipos de género, sobre todo dos: que las mujeres “cambian” o se “distraen” con la presencia de un hombre, además de presuponer que todas las asistentes son heterosexuales.
Si bien abre la oportunidad a crear relaciones más sólidas entre las propias mujeres y las hace sentirse mucho más cómodas de mostrar sus cuerpos sin pudor, esto supone que los varones serían el factor determinante para que ellas no se sientan libres ni auténticas y que “sólo sin ellos” pueden afianzar la confianza y afecto entre ellas mismas. ¿No es esto misógino?
Si bien esta controversia puede desplegarse en miles de argumentos más, lo cierto es que —por otro lado— no es ningún crimen querer tener un lugar exclusivo para el género femenino. No hay delito alguno en pretender pasar unas vacaciones llenas de introspección y en compañía sólo de mujeres con quienes gozar, divertirse, amar y vivir.