Un viaje para verdaderos aventureros: todo lo que debes saber de tu primer viaje a la Antártida

Todo viaje es un camino por recorrer y cada paso que des en él será para vivir algo nuevo. Alrededor del mundo hay muchas culturas, con diferentes costumbres. Hay platillos deliciosos y extraños, gente buena y mala, edificios enormes y casas con techo de lámina. Sin duda hay mucho por descubrir, pero todo eso es sólo parte de lo que la gente ha creado. ¿Qué hay más allá de nosotros?

La naturaleza no tiene piedad, ni del cuerpo ni de la capacidad que tienen nuestros ojos para contemplar la belleza que nos sobrepasa; no conoce de límites ni censuras y gracias a ello existen lugares con los que no podríamos ni soñar, lugares como la Antártida, el único continente del mundo sin población humana, sin países ni fronteras.

A pesar de la exuberante belleza de la Antártida, las condiciones climáticas no favorecían que el hombre pudiera pisar sus tierras —o sus hielos—, y sólo recientemente se abrieron las posibilidades para los curiosos que desean explorar el lugar más frío del planeta. Fue en 1966 cuando Lars-Eric Lindblad, un pionero de la exploración, se aventuró a subirse a un crucero hacia los confines del planeta junto a otros 56 pasajeros y redefinió el sentido de ser pionero en una “tierra de nadie” como lo es la Antártida al demostrar que, con las precauciones necesarias, podía ser recorrida sin morir en el intento. Ahora, 50 años después, la Antártida se ha convertido en el destino número uno para viajeros aventureros que buscan ir más allá de todo lo que han conocido, así que, si quieres ser uno de ellos, te servirá mucho considerar algunos aspectos:

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Viajar a la Antártida no es para cualquiera.

En serio, no lo pases por alto como es natural hacerlo. En primer lugar, es una experiencia que requiere de una gran cantidad de dinero. Si pasas este filtro, ahora plantea la situación de estar aislado del resto del mundo, con un clima que no tiene piedad, un entorno completamente desconocido que nunca en tu vida habías estado cerca de conocer y toda comodidad pendiendo de un hilo. Hacer un viaje a un lugar increíble requiere que seas una persona increíble. Y adinerada.

El clima de la Antártida es extremo, por no decir que es el lugar más salvaje e inhóspito del planeta: hay vientos fortísimos, hielo por todas partes, un frío que cala hasta la médula del hueso más fuerte y un sol intenso que no siente las limitaciones de un reloj. Su temperatura más alta no sube de los -28 °C y la más baja registrada ha sido de -93 °C. Si quieres imaginar cómo se siente esto, piensa en que sus temperaturas son al menos 10 grados más bajas que en Alaska, lugar donde apenas y puede establecerse la vida humana.

Necesitarás la indumentaria y el calzado apropiado: lentes especiales, guantes y pasamontañas, además de cualquier equipamiento que los expertos señalen como requisito. Y ahí está otro aspecto importante a ser considerado: cuando se trata de lugares tan inhóspitos, nunca vayas por tu cuenta. Busca siempre cruceros certificados; entre mayor seguridad, mejor. Checa que, si tu medio de transporte es marítimo, esté certificado ante la IAATO (Asociación Internacional de Operadores Turísticos de Antártida). En caso de que decidas llegar por medio aéreo (es el más rápido), revisa bien los lugares desde los cuáles saldrás, ya que sólo hay vuelos desde Argentina, Chile, Australia y Sudáfrica. Son pocos y mucho más cambiantes que los demás.

Es importante verificar tu estado de salud antes de salir a un viaje así; acude con tu médico antes de partir y pide que redacte un documento en donde especifique lo necesario. De cualquier manera, sé prudente, ya que las condiciones no son amigables, y a pesar de que hoy en día hay mucha más tecnología y seguridad que cuando iniciaron las expediciones, los médicos y las comodidades aún son pocas y se encontrarán siempre a kilómetros de distancia. Si logras pasar por esto, considera la posibilidad de viajar al punto más lejano de la civilización, pues los contras no importan cuando pisas azulejos de infinito y viendo al horizonte sin encontrar mas que colores de añil y azul profundo.

National Geographic consiguió una entrevista con el hijo del pionero que inició los viajes de exploración a la Antártida: Sven-Olof Lindblad, quien continuó también por el sendero de su padre. Una de las cosas que recalca en la entrevista es que, aunque al principio pueda parecer sobrecogedor el hecho de encontrarse en un lugar como el Polo Sur, termina siendo fascinante darse cuenta de todos los contrastes que tiene: “La Antártida es dramática y contrastada a la vez. Al principio es abrumadora, pero con el paso de los días, los contrastes entran al juego; las formas y colores de los icebergs, las travesuras de los pingüinos, los grupos de ballenas…”

Otro punto muy importante es que, todo lo que lleves contigo, debe regresar contigo. La Antártida es aún un lugar virgen, un santuario de la naturaleza a la que sólo podemos entrar “de puntitas”, y sería bastante desconsiderado contaminarlo de alguna manera.

Lleva la cámara correcta. Obviamente no se te ocurriría ir a un lugar así de extraordinario y no llevar algo para fotografiarlo, ¿cierto? Asegúrate de que los aparatos que lleves funcionen bien en condiciones de frío extremo, porque no todos lo hacen.

Viajar a la Antártida es una experiencia única que, si te atreves a tener, te marcará para toda la vida, es por eso que debes considerar todo, estar seguro y tener el valor suficiente para ir detrás de un sueño no tan imposible.
La Antártida es una tierra inexplorada de ensueño, igual de salvaje e inhóspita como puede ser la nada de la que todo puede surgir. ¿Te atreves?