El arte que demuestra que la melancolía es una oportunidad de vida

El arte que demuestra que la melancolía es una oportunidad de vida

El arte que demuestra que la melancolía es una oportunidad de vida

“En una situación sin salida no tengo más opción que ponerle fin. Será en un pequeño pueblo de los pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida se acabará. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y le explique la situación en la que me ha encontrado. No queda tiempo suficiente para escribir todas las cartas que me hubiera gustado”.

Walter Benjamin a H. Gurland.

Ante la posibilidad de escribir un texto sobre Walter Benjamin(1), fue pertinente realizar una lectura distinta sobre un concepto de este filósofo. Ya no más lecturas de la Historia del Arte hegeliana llena de un pasado con miras al “progreso”. Prefiero una distinta. Un análisis más cercano a la dialéctica de las imágenes, tratando “de pensar la historia y la imagen a contrapelo […] al sostener que la historia del arte es una disciplina anacrónica que toma al tiempo y a la historia a contracorriente”.(2)

Bajo esta premisa es importante mencionar la pieza de Dani Karavan, artista plástico de origen israelí que, con el pretexto de realizar un homenaje a Walter Benjamin con motivo de su 50 aniversario luctuoso, materializa la idea del filósofo sobre los Pasajes, cuyo nombre también fue dado a la pieza. Esta obra se encuentra en Portbou, un pueblo catalán cercano a la frontera con Francia, lugar donde Benjamin murió.

El artista ubicó la pieza en una franja que desdibuja la línea del mar con Portbou; el material que se utilizó para su construcción es de metal y se asemeja a un puente que termina en el mar. Un puente posible que desvanece los límites del camino y lo continúa hacia el horizonte.

El memorial, más allá de aludir a la muerte del filósofo, es un juego de la mirada. El pasaje en Benjamin era una nueva oportunidad de vida, de luchas por el pensamiento y crítica a la realidad. Esta pieza me recuerda al fragmento sobre el exilio de Tununa Mercado; expulsión siempre forzada que nos ubica en un tiempo suspendido donde sólo hay melancolía:

“El tiempo del exilio tiene el trayecto de un trazo, se extiende según un ritmo amplio y abierto, sus curvas son como las olas, oceánicas y lejanas de las playas, que no tiene rompientes y se parecen más a la idea de horizonte; el tiempo sucede más allá, en otro sitio, se le oye transcurrir en los silencios de la noche, pero lo aparta, no se quiere percibir porque supone que el destierro va a terminar, que se trata de un paréntesis que no cuenta en ningún devenir”.(3)

En ese principio de exilio, lejano pero esperanzador, hay una presencia melancólica de distancia lastimera y obligada, pero es el único pasaje que se puede recorrer dignamente. ¿Cómo es posible arrebatarle esa oportunidad de vida a alguien?

Portbou fue un territorio fronterizo, de paso y de huída. A finales de la primera mitad del siglo XX, este pueblo fue un espacio de transición; mientras los republicanos, ateos, rojos y maestros cruzaban hacia Francia huyendo de las atrocidades de la Guerra Civil Española, los judíos, intelectuales y artistas buscaban alejarse de la Segunda Guerra Mundial con la esperanza de llegar hacia España o Portugal y encontrar una nueva vida.

Este era el trayecto que planeaba realizar Benjamin. Sin embargo, el único día que cerraron la frontera de Portbou fue curiosamente el día en que él arribó con la intención de huir de la guerra. Aunque hay otras versiones sobre un posible homicidio por parte de agentes soviéticos en coordinación con los nazis, la versión oficial expone que Benjamin se suicidó esa noche en un hotel de Portbou; su segundo intento de suicidio y el definitivo. Si hubiera esperado a la mañana siguiente, habría encontrado las fronteras abiertas para seguir hacia Portugal.

Portbou se convirtió en el último lugar donde el intelectual tuvo contacto con su época, esa en la que esperaba ver la realización de un verdadero Socialismo, por esta razón Karavan decidió crear el memorial dedicado a Walter Benjamin ahí. Actualmente este pequeño pueblo catalán se ha convertido en un sitio de refugio para todo aquel que lo solicite.

Parece que exilio es una palabra envuelta de pasado o una suerte de leyenda inexistente. Pero, como dice María Zambrano, el destierro es lo primero que siente el desterrado, “y más tarde es la distancia insalvable y la incierta presencia física del país perdido”.(4) Es aquí, según ella, donde realmente comienza éste. En este sentido dicha palabra expresa cualquier de cruce de fronteras, de búsqueda de un lugar digno para vivir, de encuentros con lo desconocido… Pero ¿por qué, si sigue presente, ya no se habla de ello?

La migración es un tema latente en nuestros días y de importancia global, mientras algunos países se esfuerzan por minimizar el asunto e intentar detenerlo sin ofrecer alternativas para que la permanencia de las personas sea óptima y se respeten los Derechos Humanos de los habitantes; irse significa, para muchos, la única alternativa de “libertad”, sin saber que probablemente se enfrenten a otro tipo de prohibiciones, mientras huyen de las vicisitudes de su nación.

En aquel entonces, caminar hacia la frontera podía significar salir de una guerra para encontrarse con campos de concentración, como les sucedió a los españoles en Francia. Actualmente, el riesgo del exilio sigue siendo no saber si los horrores pueden ser más grandes, como les sucede a los sirios tratando de llegar a los mares de Grecia o las fronteras alemanas. La diferencia es que ya no hay exilados, sólo “inmigrantes”.

Esta pieza de Karavan está llena de presente, de puentes necesarios que tratan de atravesar fronteras absurdas. Actualmente, se nos olvida la necesidad de vivir de lo que tiene eso, vida. Olvidamos que antes de cualquier etiqueta de intolerancia desdeñable está la necesidad de la existencia. El memorial a Benjamin es un recordatorio de que, antes de sufrir las atrocidades de un cuerpo sobre otro, el exilio, por muy doloroso que sea, es el único pasaje posible de caminar:

“Me dicen que, adelantándote a los verdugos,

has levantado la mano ocho años desterrado, observando el ascenso empujado finalmente has cruzado, me dicen, otra que sí es cruzable.

Imperios se derrumban. Los jefes de pandilla se pasean como hombres de estado. Los pueblos se han vuelto invisibles bajo sus armamentos.

Así el futuro está en tinieblas, y débiles las fuerzas del bien. Tú veías todo esto cuando destruiste el cuerpo destinado a la tortura”.
Bertolt Brecht


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El exilio es fuente de inspiración, marca a quien lo sufre, pero también al espacio que es abandonado, por eso te queremos compartir las Reflexiones sobre el amor de un poeta exiliado, erótico y mitológico.

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(1)Filósofo alemán perteneciente a la Escuela de Frankfurt.

(2) Carlos Mario Fisgativa Sabogal, “Imágenes dialécticas y anacronismo en la historia del arte (Según Georges Didi-Huberman)” en Filosofía UIS, vol. 12, núm. 1, enero-junio, 2013, p. 5.

(3) Tununa Mercado, “Walter Benjamin. El frío que no llega. ‘El modo de habitar’” (Fragmento) en Revista de Estudios Sociales, núm. 7, septiembre, Universidad de Los Andes Bogotá, Colombia, 2000, p. 2.

(4)María Zambrano, Los Bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990, p. 31.

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