La fotografía mexicana a través del tiempo

La fotografía mexicana a través del tiempo

La fotografía mexicana a través del tiempo

Texto escrito por Nadia Ortiz Valencia

* Agradezco a Armando Cristeto Patiño, cuya asesoría fue fundamental para la redacción de este texto.

La fotografía mexicana ha tenido un largo recorrido en la fotografía a nivel internacional, momentos de reconocimiento, examinación, autoreconocimiento, momentos de quiebre, de revanchas generacionales y de cambios visuales y técnicos. Pero ¿qué ha definido a México como un país productor de imágenes?, ¿cuáles han sido los momentos cumbre en la fotografía mexicana?, ¿cómo se ha delimitado la imagen fotográfica de nuestro país?

Los puntos clave de la fotografía mexicana se definen por el reconocimiento internacional que obtuvo a partir de “La familia del hombre” en 1955. Esta exposición resultó ser fundamental para el fotoperiodísmo, la fotografía documental y para la validación de la fotografía como objeto de arte donde Manuel Álvarez Bravo, su esposa Lola Álvarez Bravo y Riva Brooks participan y en la que por primera vez se reconoce a Don Manuel de forma internacional.

Manuel Álvarez Bravo

A partir de esta muestra comienzan grandes eventos fotográficos de autorreconocimiento para el país.

México voltea su atención al trabajo de Manuel Álvarez Bravo y, la Academia de Artes en 1975 le otorga el premio Nacional propio de la institución después de una trayectoria de casi 50 años. El premio tiene tal impacto que los curadores internacionales fijan su atención en la producción fotográfica mexicana, y se preguntan qué había sucedido y qué se había producido durante casi 30 años en México.

Años más tarde, Manuel Álvarez Bravo ingresa al Salón de la Plástica Mexicana quien lo invita a preparar una exposición de 100 imágenes de su autoría, lo que nadie esperaba de esa exposición fue que Don Manuel la preparó pero no con sus fotografías, sino que cedió el paso a fotógrafos emergentes como Antonio Reynoso, Walter Reuter, Nacho López, Héctor García y los fotógrafos nuevos de ese momento como Lola Álvarez Bravo, Paulina Lavista, Graciela Iturbide y Anibal Angulo.

Graciela Iturbide

Esto animó mucho a la comunidad fotográfica por la legitimación y validación que se le dió a la foto mexicana. Además de poner en la mira los trabajos y fotógrafos que nadie conocía, se reconoció a creadores que no tenían más de 10 años de producir imágenes como Graciela Iturbide y a ellos que iban a continuar con la legitimación de la foto en México, no se les estaba dando ese lugar ni la importancia debida. Era una forma de decirles “es bien importante lo que han hecho y lo que están haciendo”.

Los indicios y las llamadas de atención de autorreconocimiento fueron tardíos pero no pasados por alto. Pedro Meyer, Eugenia Meyer y Raquel Tibol realizaron el bien conocido Coloquio Latinoamericano de Fotografía celebrado en 1978 y que estuvo dividido en dos áreas, la expositiva y la que pertenecía propiamente a un coloquio.

Pedro Meyer


Para el área expositiva se preparó una una muestra que llevó por nombre “Hecho en Latinoamérica”. En aquel momento no se le llamó “Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía ” porque no se sabía que vendría un segundo y hasta un quinto. Pero desde el inicio de la organización todas las expectativas fueron rebasadas, la convocatoria y aceptación de los fotógrafos que fueron invitados a participar en las diferentes actividades fue avasallante.

Este fue el segundo gran evento en el que se pone a la fotografía mexicana en la mira internacional y surge la primera invitación a fotógrafos latinoamericanos a participar fuera del continente. Pedro Meyer, Mario García Joya (cubano), Boris Kossoy (brasileño) y Paolo Gasparini (italo-venezolano), hicieron una presentación visual en el festival Rencontres Internationales de la Photographie en París, Francia que en ese momento era el festival más importante de fotografía en el mundo.

Boris Kossoy


A partir de ahí comienzan a desprenderse muchas cosas positivas para la foto mexicana, quizá expositivamente la más importante es una muestra dentro de la Bienal de foto en Venecia que se llamó “Venecia 79 Fotografía”. Tuvo un voluminoso libro y una de las exposiciones incluidas en él fue precisamente “Hecho en Latinoamérica”.

Pidieron a Meyer y a Tibol que hicieran una selección de la exposición que se hizo en el MAM (dentro del marco de las actividades del Coloquio Latinoamericano de Fotografía). Fue el compilado de imágenes más importante dentro de un evento de corte internacional como la Bienal de Venecia del 79, que sin duda empoderó a México en una lucha donde llevábamos la delantera, lucha en la que otros países que también producían buena fotografía eran ignorados.

Un asunto de gran importancia para distinguir las diferentes etapas de la producción fotográfica mexicana es definir los cánones que dominaron el terreno artístico. Existía un solo camino para hacer imágenes y en las décadas de los 70 y 80 fue el urbanista e indigenista.

De una u otra forma los alumnos de Manuel Álvarez Bravo, evocaron la manera en que él hacía fotografía, que era poética visual y una metáfora muy marcada. Pero existía una fuerza de fotografía urbana que seguía los pasos de Nacho López y Héctor García.

Nacho López

Este lapso en el que sólo se hacía ese estilo de imagen, el fotógrafo que logró distinguirse fue Enrique Bostelmann, el más mediático que hacía un tributo a la fotografía mexicana tradicional, blanco y negro, documental, indigenista, era completamente alternativo, usaba objetos, construcciones, desnudos, no se casó en una sola forma de crear imágenes e hizo uso de elementos visuales y constructivos que no se acostumbraban.

En esta etapa de la fotografía existe una marcada predilección por parte de los curadores, y hasta casi 40 años después, de ver sólo el indigenismo y urbanismo mexicano. Eso sin duda sentó las bases de estilo para nuevos fotógrafos y prevalecieron hasta la década de los 80. Había que retratar el indigenismo para estar en la jugada y que así te incluyeran en las exposiciones importantes extranjeras.

En los años 90 se puede observar un importante quiebre en la forma de hacer y ver imágenes. Cuando la fotografía estaba llegando un hartazgo de codificación visual y un callejón sin salida, los fotógrafos nacidos en los 60 y antes de esa década estaban haciendo foto en los 80 y 90. Aportaron con su obra sabiendo que la fotografía no debía ser completamente documental ni mucho menos indigenista.

Lourdes Almeida

Lourdes Almeida, Adolfo Patiño, Anibal Angulo y Gerardo Suter son los que se niegan a hacer este tipo de imágenes y continuaron haciéndolo a su propia manera casi como Bostelmann. A ellos se les debe que la fotografía mexicana diera un vuelco y se comenzara a ver a México con otros ojos.

Con este cambio viene un mayor flujo de publicaciones y de exposiciones tanto nacionales como extranjeras, con diferentes parámetros de ver, mucho más objetual.

Esta nueva etapa representa un cambio más para la fotografía en México, que se aleja de las formas tradicionales de construcción de imágenes. Es cuando se instituye el Centro de la Imagen, un espacio permanente y serio para la fotografía que comienza a mirar en los nuevos lenguajes y a revivir la Bienal de Fotografía que había dejado de celebrarse desde 1988.

Anibal Angulo

En la VI Bienal de Fotografía en 1994 , se dan a conocer los nuevos lenguajes fotográficos y a hacer uso en forma mayoritaria. Esta tendencia se impone de tal forma que el documentalismo y el fotoperiodísmo quedan en un segundo plano.

Los momentos en que se han hecho revisiones de fotografía no han sido fijados por el hombre, nada es tan automático.

Cuando llegamos al año 2000 aún había muchas cosas por solucionar, reflexionar y concluir del siglo XX. incluso la explosión de la fotografía digital.

Desde el advenimiento de las cámaras digitales, con su proliferación y masificación se van creando nuevos paradigmas visuales. La vida digital vino hacer más fácil y rápida la producción de fotografías sin duda, pero hoy en día existe una multiplicidad de imágenes.

Este paradigma resulta ser un poco engañoso ya que cada día se incrementa el número de creación de imágenes que en el resto de los 176 años que cumple formalmente la fotografía, se nota una producción muy amplia que no siempre se detiene a la reflexión o en la preocupación de la evolución de la imagen.

Hoy parece que existe un pantano visual en el que todos los fotógrafos se parecen, son muy iguales y es algo que tiene que ver con los procesos generacionales, pero el gran reto es para los nuevos autores que tienen que ir definiendo, reafirmando y sofisticando más sus métodos de trabajo y sus lenguajes para que se logren consolidar como autores fotográficos.

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