El libro que te enseña que el desamor sólo puede combatirse con rutina

El libro que te enseña que el desamor sólo puede combatirse con rutina

El libro que te enseña que el desamor sólo puede combatirse con rutina

Lo difícil no es terminar, lo difícil es seguir después del final. Uno nunca quiere llegar a la ruptura pues no cree poder soportar el dolor de ver a alguien irse, pero pocas veces considera el vacío que esa persona deja tras su partida. Pensar en lo momentos felices, en los horribles sentimientos que te causó, las presentaciones con los padres, las salidas con amigos y en solitario, las peleas en medio de la calle y los llantos a medianoche que anuncian lo inevitable; todo eso desaparece, solamente queda un vórtice negro, una vida incompleta, un conjunto vacío.

Terminar una relación es aceptar que por meses, años o décadas te mimetizaste con alguien con la esperanza de seguir así toda la vida y después, abruptamente, entrar en razón y darte cuenta que todo ese tiempo si bien no fue desperdiciado culminó en un clímax al que no estás acostumbrado, energía negativa que parece olvidarse de todos los buenos momentos. El apogeo del dolor, de la soledad y la impotencia. Ese momento en el que la vida en solitario comienza de nuevo es lo que Verónica Gerber retrata en su libro “Conjunto Vacío”.

Verónica, la protagonista, es abandonada por El Tordo, con quien durante años formó una encapsulada relación en la que se entregó totalmente. A veces parece que en una relación, dos personas se funden en una sola entidad, pero la realidad es que son dos vidas separadas en las que alguien puede estar presente y al mismo tiempo encontrarse en otra parte. Eso sucede con el Tordo, quien deja a Verónica bajo el clásico: “Ya no eres la misma de antes”, pero que ella sabe que significa: “Estoy enamorado de alguien más”.

Estos diagramas son parte esencial del libro de Gerber, quien gracias a su educación como artista visual ha logrado incursionar en la literatura de manera original y bastante gráfica. Entre letras y diagramas, la historia se divide en tiempo y espacio: el rompimiento con el Tordo (T), la desaparición de su madre (M) elemento clave en la novela, la llegada de hombres como Alonso (A) o Jürgen (J). La peculiar forma de narrar de la autora hace que el libro se convierta en un confidente, alguien a quien se debe diseccionar de manera cálida, pero con una melancolía especial. Te obliga a leer, a entender las ilustraciones, las palabras, a retroceder, a releer y en muchas ocasiones, a llorar junto a ella.

“Para olvidar a alguien hay que volverse extremadamente metódico. El desamor es una especie de enfermedad que solamente puede combatirse con rutina. Yo (Y) no lo sabía, lo descubrió mi instinto de supervivencia. Por eso empecé a buscarme actividades y a ponerles horario”.

“Ojalá eso fuera posible: desordenar el tiempo. Me gustaría inventar una ciencia que investigue la forma en que una tabla de triplay desordena el tiempo. Sería útil mover de lugar el momento en que suceden algunas cosas, poner los finales al principio, por ejemplo (o en cualquier otro lugar). O el pasado en un futuro lo suficientemente lejano para que nunca lleguemos al momento de enfrentarlo. En este tipo de disertaciones se me iba la mañana”.

El libro de Gerber es un tratado del desamor, pero también habla de la situación que muchos argentinos vivieron durante y después de la dictadura que se estableció en su país en los años setenta. Entre el arte visual y la literatura, la autora nos permite desenmarañar conceptos como el tiempo, el espacio y la vida, mismos que se encapsulan en temas como el amor, la ruptura, el olvido, la soledad y la pérdida de identidad.

Moviéndose entre universos, “Conjunto Vacío” retrata el dolor insoportable que llega con la soledad impuesta cuando una relación termina, también muestra la fragilidad de las relaciones familiares marcadas por el pasado, la crisis por salir de la depresión que se transforma en un agujero que consume tiempo, energía y felicidad.

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