La Maja ya sin sus lunas de octubre

La Maja ya sin sus lunas de octubre

La Maja ya sin sus lunas de octubre

“Se acabó el tiempo, el aire cálido y el otoño… el invierno llegó”

La Maja empacó sus manías en una valija de cuero, un día lluvioso de Noviembre ya sin sus lunas de Octubre

La Maja supo que el fin no tiene plural, que la vida es incógnita y que el amor está sobrevalorado; mientras no quedaba nada, nada más que las paredes que se pintaban de nostalgia y cada rincón olía a adiós.

Los tabiques que la vieron llegar un mes de Marzo aún seguían pintados con letras blancas, mientras la habitación aún guardaba sus manías. Su sueño ligero y el café matinal mezclado con humo de tabaco en la terraza, la lectura nocturna y los fríos pies bajo las sábanas. No quedaba más… más que el frío.

La Maja caducó su amor un día tal, a una hora casual en el exilio de alguna ciudad; dejó ir el amor desde antes que aprendiera a andar.

La Maja sabía que agradecer que te amaran era del ego, mientras el alma agradecía que te hubieran hecho amar. La Maja nunca conoció a una alma que le agradeciera.

Ella no sabía si lo escribía o lo leía, si lo decían o lo dijo. Pero tal vez, sólo tal vez ésta fue la única carta que la muerte escribió y fue para aquella Maja que nunca había amado… que una tarde lluviosa de Noviembre se la llevó ya sin sus lunas de Octubre.

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