Quizá, ya estamos tan acostumbrados a la muerte que dejamos a un lado lo que le podría pasar a cualquiera de nosotros. Claudia era una niña tranquila, tenía una mirada tierna y un poco ausente, pero conseguía muy fácil el cariño de la gente… tenía tan sólo 8 años cuando la tragedia la alcanzó. Cuando nació, su madre pereció en el parto y fue criada por su padre, quien la amó de manera profunda, siempre la apoyó y se desveló por verla plena y feliz. No pensó que muchas de esas risas y alegrías serían las últimas que vería en su rostro.
Es inexplicable cómo sucedieron las cosas, sobre todo porque no existe registro del paradero de Claudia tras su desaparición, simplemente un día al salir de la escuela con su uniforme blanco, nunca llegó al encuentro con su padre.
Muchas personas afirman haber visto a una pequeña sobre el Paseo de la Reforma –una de las calles más transitadas de la Ciudad de México– otras, arremeten a decir que es una mentira, pero esta ciudad llena de calles viejas y repavimentadas, de edificios nuevos que reemplazaron a los antiguos, encierra un sinfín de historias inconclusas e inexplicables. Ha pasado el tiempo, la imagen de un lugar que comenzó como un sitio donde el progreso y el futuro se visualizaban como algo prometedor ha cambiado. Pero aun con los años que lleva ausente, ella, de alguna forma ha estado ahí cada una de las noches desde que su padre dejó de verla.
Esto podría parecer una nota amarillista de cualquier periódico, sin embargo, es la muestra de que caminamos todos los días, a prisa, presionados y no nos damos cuenta de lo que pasa cuando las lucen de la ciudad se apagan. El ojo humano puede engañarnos, a veces vamos caminando por la calle y percibimos alguna sombra extraña; pero hay algo que no puede burlarse fácilmente, se encarga de vigilar todos y cada uno de nuestros movimientos. Las cámaras de seguridad registran cada minuto de esta caótica ciudad y ahora, también guardan documento de lo que una persona no percibiría como real.
Un video ha circulado en redes en los últimos días y no termina de explicar si es Claudia, esa niña que un día no abrazó a su padre al llegar de la escuela, la que cada noche es vista en los alrededores de Reforma. Lo que sí sabemos es que la historia de esta pequeña se está volviendo una más de las incontables leyendas urbanas que rondan la calle de una de las metrópolis más pobladas y transitadas, no sólo de México, sino del mundo.
