Diría que no quiero que te vayas, pero lo harás

Diría que no quiero que te vayas

Diría que no quiero que te vayas

Decirle adiós a la persona que una vez amamos es el acto más difícil y doloroso que se puede experimentar en la vida, pues ya no veremos más su rostro, su sonrisa, sus ojos, ya no escucharemos su voz, sus te amo, sus palabras para reconfortarnos cuando nos sentíamos mal… Decir adiós es también renunciar a todo recuerdo:

Anoche al acostarme creí que te ibas, soy un torpe por no saber que has estado ausente desde hace muchos días. Quise distraerme y afuera no pasaba nada, la vida continuaba como siempre, pero lo de afuera no me importa, por dentro me estoy rompiendo. Me gasté todos los intentos para demostrarte que podías quererme, que merecías que te quisiera; no volví a escribir poemas tristes desde que te conozco, hasta ahora.

De nada sirve decirte que adentro todo se derrumba, no sirvieron los besos, el tiempo que pasamos juntos, y el tiempo que disfruté pensándote, escribiéndote. Diría que no quiero que te vayas, pero la verdad creo que no importaría, te echo de menos desde hace varios segundos, y no sirvió fracturarme para dejarte espacio entre cada grieta de mi vida. No bastó llamarte de mil maneras, buscando como ciego las palabras perfectas para alguien que desprende estrellas en cada paso.

Cuando venías hacia mí no se resolvían las dudas, los relojes marchaban creo que más rápido. Yo no intenté nunca formarnos un futuro, quería construir un pasado para que me recordaras bonito, por ejemplo, ahora que ya no estoy contigo. Pero tú, mi final más lindo, te convertiste en algo más grande que el cielo, dejaste caer toda lluvia que habías guardado, las tormentas me impedían escucharte y, por supuesto, no fue suficiente para mí que te envolvía en letras. Me cansé de esperar respuestas vacías, pero tal vez yo tenía la culpa: esperé mucho a quien le gusta darse por pedacitos.

Por supuesto, cada gota tuya parecía suficiente, pero al dormir te necesitaba completa, y siempre te asustó ser de alguien. Necesito disculpas. Aquí tienes la mía: yo lamento haber dejado que te marcharas, llenar tus días de lindos detalles, intentar encerrarte en mi universo, dejarte libre sólo a mis alrededores, dispararte poesía cruda que envenenaba, darte besos por no saber esperar el momento indicado; discúlpame porque te has ido y me llevas contigo. Te sigo esperando al cerrar los ojos y tener que alimentarme de recuerdos.

**

Cuando queremos olvidar a alguien a veces es imposible, pues no es tan fácil borrar de la piel las caricias de quien se ha ido… por eso te gustará el poema “Borré los trazos que dibujaste sobre mí para ya no encontrarte”.

**

La fotografías que acompañan al texto pertenecen a Maud Chalard.

Salir de la versión móvil