Nuestro amor se nutría de las más privadas sensaciones

Nuestro amor se nutría de las más privadas sensaciones

Nuestro amor se nutría de las más privadas sensaciones

¿Cómo sobrevive el amor? ¿De qué se alimenta día a día para seguir creciendo? ¿Besos, sexo, discusiones, cotidianidad? Para el legendario poeta español Camilo José Cela (1916-2002) el amor tiene fecha de caducidad, y todo lo que podamos hacer para tratar de salvarlo es inútil. Cela escribió novelas, cuentos, ensayos y poemas; tanto en su narrativa como en su poesía se percibe una realidad absurda y sombría, en la que los esfuerzos humanos nunca son suficientes para evitar un destino fatal.

POEMA EN FORMA DE MUJER QUE DICEN TEMEROSO, MATUTINO INÚTIL

Ese amor que cada mañana canta

y silba, temeroso, matutino, inútil

(también silba)

bajo las húmedas tejas de los más solitarios corazones

-¡Ave María Purísima!-

y rosas son, o escudos, o pajaritas recién paridas,

te aseguro que escupe, amoroso

(también escupe)

en ese pozo en el que la mirada se sobresalta.

Sabes por donde voy:

tan temeroso

tan tarde ya

(también tan sin objeto).

Y amargas o semiamargas voces que todos oyen

llenos de sentimiento,

no han de ser suficientes para convertirme en ese dichoso,

caracol al que renuncio

(también atentamente).

Un ojo por insignia,

un torpe labio,

y ese pez que navega nuestra sangre.

Los signos de oprobio nacen dulces

(también llenos de luz)

y gentiles.

Eran

-me horroriza decirlo-

muchos los años que volqué en la mar

(también como las venas de tu garganta, teñida de un tímido color).

Eran

-¿por qué me lo preguntas?-

dos las delgadas piernas que devoré.

Quisiera peinar fecundos ríos en la barba

(también acariciarlos)

e inmensas cataratas de lágrimas

sin sosiego,

desearía, lleno de ardor, acunar allí mismo donde nadie se atreve a

levantar la vista.

Un muerto es un concreto

(también se ríe)

pensamiento que hace señas al aire.

La mariposa,

aquella mariposa ruin que se nutría de las más privadas

sensaciones,

vuela y revuela sobre los altos campanarios

(también hollados campanarios)

aún sin saber,

como no sabe nadie,

que ese amor que cada día grita

y gime, temeroso, matutino, inútil

(también gime)

bajo las tibias tejas de los corazones,

es un amor digno de toda lástima.

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La poesía es la única con la que podemos experimentar a flor de piel emociones que creíamos imposibles en nosotros, por eso te recomendamos los siguientes poemas que nos muestran que hay heridas que nos marcan de por vida.

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