Poemas que puedes dedicar sin importar tu orientación sexual

Poemas que puedes dedicar sin importar tu orientación sexual

Poemas que puedes dedicar sin importar tu orientación sexual

«Si el Sol no calentara, si la Luna no existiera, entonces, no tendría sentido vivir en esta tierra, como tampoco tendría sentido vivir sin mi vida, la mujer de mis sueños, la que me da la alegría…» es una de las líneas que más chicos dedican a sus parejas, un fantástico detalle de Benedetti para expresar un infinito amor.

Sin embargo, tanto las mujeres como los chicos gay no pueden dedicarlo a sus novios por que está dirigido hacia una persona del sexo femenino y, –aceptémoslo– cambiar un poema para ajustarlo a nuestras necesidades destruye la estructura del texto y anula el propósito original del autor. Principalmente en el idioma español, un poeta o narrador define su género mediante el lenguaje y le dedica su amor a alguien que, por lo general, es del sexo opuesto.

Pero esto no significa que no existan líneas que alguien con preferencias sexuales distintas no pueda dedicar, hay textos “sin género” que pueden encajar para cualquier situación y son perfectos para encantar a alguien, sin importar si es mujer u hombre.

Como forma de demostrarlo, presentamos algunos poemas de autores como Walt Whitman, Salvador Novo y Anne Sexton, los cuales, como gran parte de los textos traducidos del inglés, no poseen un sujeto definitivo y de un destinatario ambiguo; permitiéndole al lector identificarse de manera automática. Al carecer de un narrador con un género definitivo, es posible tomar los textos y adaptarlos a cualquier preferencia para así dedicarlos y usarlos como un arma efectiva al momento de enamorar a nuestra persona deseada.

Sin más, estos son los poemas, desde amorosos hasta eróticos, para encantar a cualquiera.

“Nosotros, dos buenos mozos, abrazándonos mutuamente”

Walt Whitman

Nosotros, dos buenos mozos, abrazándonos mutuamente,

sin jamás abandonarnos el uno al otro, recorriendo los caminos de extremo,

recorriendo el Norte y el Sur, gozando de vigor, ensanchando los codos,

apretando los puños, armados y sin miedo, comiendo, bebiendo, durmiendo, amando, no admitiendo otra ley que la de nosotros mismos, navegando,

fanfarroneando, robando, amenazando, alarmando a los avaros, villanos

y sacerdotes, respirando el aire, bebiendo el agua, danzando sobre la hierba

o sobre la arena de las playas,

perturbando las ciudades, despreciando las buenas costumbres, burlándonos

de las constituciones, persiguiendo la apatía, llevando al éxito nuestra aventura. 

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“Una noche”

Konstantinos Kavafis

La habitación era barata y sórdida, oculta sobre la dudosa taberna.

Desde la ventana podías ver la sucia

y estrecha callejuela. Desde abajo venían las voces de algunos obreros que jugaban a las cartas y se divertían.

Y allí, en esa pobre y usada cama

tuve el cuerpo del amor, tuve los labios voluptuosos y rosados de la embriaguez,

rosados de tanta embriaguez

que ahora, cuando escribo, después de tantos años, en esta casa solitaria vuelvo a estar borracho. 


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“La vitrina del estanco”

Konstantinos Kavafis

Una noche

La habitación era barata y sórdida, oculta sobre la dudosa taberna.

Desde la ventana podías ver la sucia

y estrecha callejuela. Desde abajo venían las voces de algunos obreros que jugaban a las cartas y se divertían.

Y allí, en esa pobre y usada cama

tuve el cuerpo del amor, tuve los labios voluptuosos y rosados de la embriaguez,

rosados de tanta embriaguez

que ahora, cuando escribo, después de tantos años, en esta casa solitaria vuelvo a estar borracho. 

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“Este perfume”

Salvador Novo

Este perfume intenso de tu carne

no es nada más que el mundo que desplazan y mueven los globos azules de tus ojos

y la tierra y los ríos azules de las venas que aprisionan tus brazos.

Hay todas las redondas naranjas en tu beso de angustia

sacrificado al borde de un huerto en que la vida se suspendió por todos los siglos de la mía. Qué remoto era el aire infinito que llenó nuestros pechos.

Te arranqué de la tierra por las raíces ebrias de tus manos

y te he bebido todo, ¡oh fruto perfecto y delicioso!

Ya siempre cuando el sol palpe mi carne

he de sentir el rudo contacto de la tuya

nacida en la frescura de una alba inesperada,

nutrida en la caricia de tus ríos claros y puros como tu abrazo, vuelta dulce en el viento que en las tardes

viene de las montañas a tu aliento,

madurada en el sol de tus dieciocho años,

cálida para mí que la esperaba… 


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“Poema”

Frank O’Hara

Esferas gemelas llenas de pelusa y ruido rodando suavemente sobre mi estómago pasándose en mi pecho

Y así mi boca está plena de soles

Esa ternura parece tan previa a la dureza

Esa boca acostumbrada a hablar tanto

Habla por fin del afecto en la Antigua China

y del amor a la forma las Odiseas

Cada fosa está cubierta con semillas de perla

Tu pelo es un árbol bajo una tormenta de nieve

Emanando entrego la chispa inmortal emanando

brindas a mi vida esa sustancia que los Antiguos amaron Aquellos soles sonríen mientras se deslizan por el firmamento y al igual que tu carruaje súbitamente me torno un mito

Qué cielo es éste que habitamos por un tiempo tan prolongado Deberá ser descubierto pronto y desaparecer. 

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“Artes de ser maduro”

Jaime Gil de Biedma

Todavía la vieja tentación

de los cuerpos felices y de la juventud

Traducción de Martín Rodríguez Gaona

tiene atractivo para mí, no me deja dormir

y esta noche me excita.

Porque alguien contó historias

de pescadores en la playa,

cuando vuelven: la raya del amanecer

marcando, lívida, el límite del mar,

y asan sardinas frescas

en espetones en seguida.

Y me coge un deseo de vivir

y ver amanecer, acostándome tarde,

que no está en proporción con la edad que ya tengo.

Aunque quizás alivie despertarse a otro ritmo, mañana.

Liberado

de las exaltaciones de esta noche, de sus fantasmas en blue jeans.

Como libros leídos han pasado los años

que van quedando lejos, ya sin razón de ser —obras de otro momento

y el ansia de llorar

y el roce de la sábana, que me tenía inquieto en las odiosas noches de verano.

El lujo de impaciencia y el don de la elegía y el don de disciplina aplicada al ensueño, mi fe en la gran historia…

soldado de la guerra perdida de la vida, mataron mi caballo, casi no lo recuerdo. Hasta me estremece

un ramalazo de sensualidad.

Envejecer tiene su gracia.

Es igual que de joven

aprender a bailar, plegarse a un ritmo más insistente que nuestra inexperiencia. y procura también cierto instintivo placer curioso,

una segunda naturaleza. 


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“El abrazo”

Thom Gunn

Era el día de tu cumpleaños, habíamos bebido y cenado La mitad de la noche con nuestro antiguo amigo

Quien nos condujo hacia el final

a la cama que alcancé en una zancada alcohólica

Me acosté cómodamente

y somnoliento por el vino, quedé medio dormido y de lado.

Dormité, dormí. Mi sueño se quebró en un abrazo,

de improviso, desde atrás, en el que las completas extensiones de nuestros cuerpos se presionaban: tu empeine en mi talón,

mis omóplatos contra tu pecho.

No fue sexo, pero pude sentir toda la fuerza de tu cuerpo dispuesta,

fija, en el mío, y aferrándome a ti como si aún tuviésemos veintidós,

cuando nuestra pasión todavía no se había tornado ordinaria.

Mi sueño presuroso había borrado todo lo concerniente al tiempo y el lugar. Sólo supe la presencia de tu seguro, firme y seco abrazo. 

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“El más hermoso territorio”

Francisco Brines

El ciego deseoso recorre con los dedos

las líneas venturosas que hacen feliz su tacto,

y nada le apresura. El roce se hace lento

en el vigor curvado de unos muslos

que encuentran su unidad en un breve sotillo perfumado.

Allí en la luz de los mirtos

se enreda, palpitante, el ala de un gorrión,

el feliz cuerpo vivo.

O intimidad de un tallo, y una rosa, en el seto, en el posar cansado de un ocaso apagado.

Del estrecho lugar de la cintura,

reino de siesta y sueño,

o reducido prado

de labios delicados y de dedos ardientes,

por igual, separadas, se desperezan líneas

que ahondan, muy gentiles, el vigor más dichoso de la edad, y un pecho dejan alto, simétrico y oscuro.

Son dos sombras rosadas esas tetillas breves

en vasto campo liso,

aguas para beber, o estremecerlas.

y un canalillo cruza, para la sed amiga de la lengua, ese dormido campo, y llega a un breve pozo,

que es infantil sonrisa, breve dedal del aire.

En esa rectitud de unos hombros potentes y sensibles surge el cuello altivo que serena,

o el recogido cuello que blanda las caricias,

el tronco del que brota un vivo fuego negro,

la cabeza: y en aire, y perfumada,

una enredada zarza de jazmines sonríe,

y el mundo se hace porque habitan aquélla astros crecidos y anchos, felices y beneficios. Y brillan, y nos miran, y queremos morir ebrios de adolescencia.

Hay una brisa negra que aroma los cabellos.

He bajado esta espalda,

que es el más descanso de todos los descensos, y siendo larga y dura, es de ligera marcha, pues nos lleva al lugar de las delicias

en la más suave y fresca de las sedas

se recrea la mano,

este espacio indecible, que se alza tan diáfano, la hermosa calumniada, el sitio envilecido

por el soez lenguaje,

inacabable lecho en donde reparamos

la sed de la belleza de la forma,

que es sólo sed de un dios que nos sosiegue. Rozo con mis mejillas la misma piel del aire, la dureza del agua, que es frescura,

la solidez del mundo que me tienta.

y, muy secretas, las laderas llevan

al lugar encendido de la dicha.

Allí el profundo goce que repara el vivir, la maga realidad que vence al sueño, experiencia tan ebria

que en un sabio dios la condena al olvido. conocemos entonces que sólo tiene muerte la quemada hermosura de la vida.

Y porque estás ausente, eres hoy el deseo de la tierra que falta al desterrado,

de la vida que el olvidado pierde,

y sólo por engaño la vida está en mi cuerpo, pues yo sé que mi vida la sepulté en el tuyo. 


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“Cuerpo ausente”

José Infante

Si no tengo tu espalda para abrazarme a ella

la noche se hace larga y el sueño se resiste.

Si no pueden mis labios recorrer tu cintura

y mis manos no encuentran la pasión de tu pecho, se hace la soledad un océano de miedo

y mi lecho un oscuro lugar inhabitable.

Si no puedo horadar tu cuerpo hasta encontrar el centro de tu alma, la paz de tu sonrisa

y el eterno secreto de la vida que arde

más allá de la duda y de la incertidumbre,

no quiero el despertar ni el descanso del sueño.

Si no puedo besar tu boca hasta cansarme,

ni navegar tu cuerpo hasta el agotamiento,

la nada se aparece envuelta entre mis sábanas

y se mete en mis dedos como un clavo de niebla.

Si no siento en mi pecho el ritmo pausado

de tu respiración y el pulso de tu sangre que se exalta, se apoderan de mí la oscuridad y el llanto,

porque el mundo es un hueco en el que estoy perdido y tú ángel salvador que me alarga su mano

para poder volar más allá de la muerte. 

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“Manifestación subversiva”

Biel Mesquida

Su avance levantaba la piel de las miradas, abría bandadas de deseo a lo largo de las Ramblas.

La cita puntual con el amor oscuro deviene suntuosidad de movimientos y desfile agresivo que destruye, aplastando las rejas de la norma.

Es una cabalgada feroz que alza el tumulto, peor que un terremoto que despoja a los espectadores las inconfesables decisiones hacia el desenfreno, anegadas para cada uno en los subterráneos particulares, cada día y a escondidas.

Y de esta manera, con el pantalón lila ceñido hasta la elasticidad de los músculos de los muslos, el lila

dibujando el volumen de verga y genitales, con cruda

belleza, despedaza hasta desmigajarlos los miedos a

los placeres prohibidos por las familias, los muros de cartón— piedra, que ocultan la multitud, playas y mares

innombrables. 


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“A Francisco”

Leopoldo María Panero

Suave como el peligro atravesaste un día

con tu mano imposible la frágil medianoche

y tu mano valía mi vida, y muchas vidas

y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento. Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida

Traducción de Juan Vicente Aliaga

porque eras suave como el peligro, como el peligro de vivir de nuevo. 

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“Ocho de la mañana”

Luis Muñoz

Le miro cómo duerme enredado en la sábana. La esponja del descanso le borra los sentidos.

Deja pasar dos planchas moteadas de luz la ventana entreabierta,

picotea en el borde de un tiesto de geranios un gorrión tremante

con ojos de cabeza de alfiler,

y el picoteo se hace

del ritmo de una frase inquisitiva.

Pero no se despierta.

se abraza a la almohada, se hunde como en nubes, y me atrapa al volverse alzando una rodilla.

No sé si formo parte de su sueño.

Querer ser una escala, y no sé si alcanza al sueño. 


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“Añoranza”

Maricruz Patiño

La nostalgia es azul

aire sutil de todo extrañamiento

eres tan sólo un nombre

una imagen

Aunque quisiera amarte

¿cómo podría

si lo que ves en mi también es sólo imagen?

Me temo que

este deseo no puede tocarse con las manos

Si te besara desaparecerías.

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“Trato de llamar tu atención sin ser muy obvia”

Marge Piercy

Yo: Acomodo mi cuerpo

frente a ti como un platón

lleno de manzanas o como

un racimo de uvas.

Yo: Dondequiera que esté

estoy adentro esperando.

Soy la fiera oquedad.

Soy el deseo de lo que

adentro de mí crece.


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“Sin zapatos”

Anne Sexton

Amarme sin mis zapatos

significa amar mis largas y bronceadas piernas

adoradas, buenas como cucharas;

y mis pies, esos dos niños

que salían a jugar desnudos. Intrincados nudos,

mis dedos. No están más juntos

Mejor aún, ver las uñas de mis dedos

todos los diez pasos, raíz por raíz.

Todos vivaces y salvajes, este cerdito

fue al mercado y este cerdito

se quedó. Mis largas y bronceadas piernas como

mis dedos largos y bronceados.

Más arriba, mi amor, la mujer

está invocando sus secretos, pequeñas casas,

pequeñas lenguas que te hablan.

 

No hay nadie más que nosotros

en este fragmento peninsular.

El mar usa una campana en su ombligo

Y yo soy tu criada descalza toda

la semana. ¿Quieres salami?

No. ¿Prefieres un whisky?

No. Tú en realidad no tomas. Mejor me tomas

a mí. Las gaviotas devoran peces,

que lloran como niños asustados.

El oleaje narcótico, reclama

Yo soy, yo soy, yo soy

toda la noche. Sin zapatos,

subo y bajo por tu espalda.

En la mañana corro recámara a recámara

de la cabaña que juega a la persecución.

Ahora me tomas de los tobillos,

subes por mis piernas,

hasta que llegas a perforar el hambre de mis ansias.

Éstos son sólo algunos de los poemas sin género que cualquiera puede dedicar. En realidad existe una interminable lista de textos que no tienen un claro narrador ni destinatario, sólo se necesita leer poesía para tenerlos siempre presentes cuando se necesiten para un detalle amoroso. Compartir poesía es una de las mejores formas de hacer florecer el romance; el impacto de una palabra puede cambiar la vida de una persona; por ese motivo no debemos subestimarla y amarla, así como amamos a quien deseamos.

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