Aterradoras leyendas de México que te quitarán el sueño

Aterradoras leyendas de México que te quitarán el sueño

Aterradoras leyendas de México que te quitarán el sueño

Las leyendas de terror despiertan nuestra curiosidad de maneras misteriosas. Nos incomodan, perturban y arrebatan el sueño, pero, a pesar de ello, siempre queremos conocer hasta el último detalle. Estos relatos nos muestran los trágicos desenlaces a los que pueden arrastrarnos las pasiones humanas y, al mismo tiempo, nos permiten conocer los valores, temores y creencias de la sociedad en determinado momento histórico.

Las condiciones de vida de hoy son distintas a las que fueron escenario de las leyendas más famosas de la tradición mexicana; sin embargo, el miedo a caminar a solas por una calle oscura, escuchar una voz junto a tu cama o sentir que alguien te observa mientras lees estas líneas, trasciende al tiempo y se arraiga en nuestra conciencia a través de estas perturbadoras leyendas:

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La planchada

De tez blanca, belleza inalterable y una pulcritud fuera de este mundo, “La Planchada” cuida de los enfermeros del antiguo Hospital Juárez de Ciudad de México desde la década de los 30. En vida, se llamaba Eulalia y era una dedicada enfermera que cometió un único error en toda su carrera: enamorarse de la persona incorrecta.

Por poco tiempo vivió un romance de ensueño con un atractivo médico que le prometió que se casarían y luego, sin decirle nada, desapareció. Eulalia descubrió que aquél que le juró amor tenía otra mujer y se había ido del país para casarse con ella, dejándola con su recuerdo y la amargura de su traición. 

A partir de ese momento, cambió su carácter, se volvió descuidada con sus labores, trataba mal a los pacientes y desquitó todo el dolor de su abandono con quienes tenía cerca. Al poco tiempo, Eulalia murió, se dice que de tristeza, pero desde entonces los pacientes del antiguo hospital Juárez afirman haberla visto deambular por los pasillos. Cuida en silencio a los enfermos para compensar sus antiguos errores y cuando alguna enfermera es vencida por el sueño, “La Planchada” la despierta tocando su espalda para pedirle que regrese a su trabajo.

La zacatecana

En el siglo XVII, una pareja originaria Zacatecas se mudó a Querétaro en busca de nuevos negocios. La casa que habitaban era enorme y toda la gente del pueblo reconocía la casa de “la zacatecana” por su emblemático balcón. Los negocios de su esposo rápidamente prosperaron y cada semana se ausentaba más de casa.

“La zacatecana” quedó obligada a pasar sus días en esa casona, abandonada en una ciudad donde no conocía a nadie. Al poco tiempo las personas empezaron a rumorar, decían que estaba desesperada por un poco de compañía y que se relacionaba con cualquiera que la distrajera de su soledad. Los rumores pronto llegaron a oídos del marido quien, dominado por la ira, dijo que iría a su casa a enfrentar la situación; sin embargo, nunca más se volvió a saber de él.

Dicen que al volver a su casa, encontró a su esposa en los brazos de un amante. Al saberse descubierta, “La zacatecana” perdió la razón y mató en el acto a su esposo y al amante, para no dejar testigos. Poseída por el miedo y la culpa, enterró ambos cuerpos en su jardín y se encerró en casa para dejar de escuchar el murmullo de la gente que siempre señalaba sus pasos.

Antes de que alguien pudiera comprobar que era culpable de la desaparición de su esposo, “La zacatecana” decidió callar para siempre los rumores que arruinaron su vida. Tomó una cuerda y se colgó desde el balcón que daba a la calle. Desde entonces, las tres ánimas en pena han dado de qué hablar a los queretanos. Hoy en día los lamentos de “La zacatecana” aún se escuchan por las noches a fuera de su balcón.

El relojero

Antes de llamarse “Madero”, la calle más famosa del centro de CDMX tenía el nombre de “Plateros”, lugar donde ocurrió la tragedia de Felipe Lorenzana, “el relojero”. Felipe era un hombre joven y guapo; su esposa, Diana, era una mujer igualmente hermosa y su ayudante en la relojería. La pareja era atenta y cuidadosa de su labor y pronto se ganaron la fama de ser los mejores en su ramo; fama que terminaría por arruinar su vida.

Una tarde, Artemio, un comerciante les llevó a reparar un extraño reloj. El caso era tan difícil que les llevó más tiempo que ningún otro. Pretextando el estado de su reloj, Artemio visitó muchas veces a la pareja y en todas ellas miraba de intensa manera a Diana. Para darle fin al asunto, Artemio citó a Felipe en su casa y le pidió que llevara el reloj. Diana le suplicó a su esposo que no fuera, pero el sentido del deber de “el relojero” fue más fuerte que la intuición de su esposa.

Felipe fue encontrado acuchillado en una barranca. “Un asalto”, dijo la policía, pero Diana sabía quién estaba detrás de aquel crimen. A los pocos días, recibió una propuesta de matrimonio por parte de Artemio. Enojada y llena de repulsión, Diana suplicó al cielo que Felipe volviera para ponerle fin a su tormento.

Al a la mañana siguiente, Artemio descubrió el cadáver del relojero tirado sobre uno de sus árboles, en su mano llevaba el mismo reloj de oro que le había sido entregado. De inmediato ordenó que lo retiraran y lo volvieran a sepultar, pero al otro día ocurrió lo mismo. El relojero muerto estuvo ahí cada mañana hasta que Artemio murió de un infarto y, por fin, dejó en paz a Diana.

Las historias de estos personajes vencieron al tiempo y a la muerte. Siglos después de su vida, aún podemos conocer las atrocidades de las que es capaz el espíritu humano cuando lo invaden la traición y la discordia. Si aún deseas que fantasmas del pasado se apoderen de tus noches, vive estas leyendas en el Hotel Victoria, el lugar donde las leyendas de México están más vivas que nunca.

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