Magia, espíritus y ocultismo: la verdad detrás de la Revolución Mexicana

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Es bien sabido que lo oculto siempre atrae a la gente por el afán de querer ver y saber más allá de sus propias narices. El pueblo mexicano ha estado unido a lo ancestral, pues desde los aztecas se llevaban a cabo ciertas prácticas espirituales con el fin de conectarnos un poco más con nuestra propia naturaleza.

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En México el ocultismo en sí no es tan mencionado. Lo espiritual y la magia se asocia con la chamanería, que es una práctica de antaño aún vigente. Al ser esta nación una mezcla de culturas con un arraigo poderoso, no es sorprendente que se condense, aún en bajos niveles, un imaginario espiritualista y de fieles creyentes en la cultura colectiva.

Lo “oculto” fue por primera vez mencionado en los antiguos textos egipcios, donde se encuentran las enseñanzas de Hermes. Fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX que la práctica del ocultismo se hizo visible en Europa. Sobre todo porque la Iglesia católica reprimía al pueblo y exigía que creyeran en su fe. Fue así cómo las doctrinas ocultistas penetraron en materias formas del espiritismo y la teosofía. 


Aleister Crowley

Mucha gente no se atrevía a trasladarse a México debido a que había piratas y saqueaban los barcos, además de las constantes guerras de castas, las cuales hacían de México un terreno completamente peligroso y desconocido para los viajeros. Ése no fue el caso de Aleister Crowley, el último gran brujo de Occidente. Él se interesó por la geografía montañosa mexicana y, sobre todo, en la simbología del volcán Popocatépetl y las montañas de Tepoztlán. Fundó la Orden Secreta de la Lámpara de la Luz Invisible.

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Otra figura emblemática en el mundo del ocultismo fue madame Helena Blavatsky, quien tenía dones psíquicos. Ella viajó junto con su maestro, Mahatma M., por el Tíbet, la India, Egipto y América en su obsesiva búsqueda por lo oculto. En El Cairo fundó la primera Sociedad Espírita, cuya función era estudiar y practicar las visiones de Allan Kardec, quien fue el primero en hacer pública la comunicación con espíritus a través de médiums. Blavatsky viajó a México en los años 1851 y 1852, años en los que el país estaba azotado por la violencia, la convulsión sociopolítica y continuas y cruentas batallas.

La Sociedad Espírita de la República Mexicana era una congregación destinada al entendimiento de la comunicación con los espíritus. Ahí se estudiaba el Libro de los espíritus de Allan Kardec, que llegó a las puertas de México gracias a Refugio I. González, Francisco I. Madero y por los fundadores, los hermanos Santiago y Justo Sierra. La Espírita fue uno de los secretos más grandes del México de aquella época, además de ser un lugar de muy poco acceso.

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Pachita es una de las curanderas más emblemáticas de México, pues convencía a los enfermos de curarlos. El proceso era todo un rito, pues dejaba que espíritus como el de Cuauhtémoc la poseyera con tal de curar a la gente.

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