Cómo era estar dentro de un ritual prehispánico según los conquistadores

Cómo era estar dentro de un ritual prehispánico según los conquistadores

Cómo era estar dentro de un ritual prehispánico según los conquistadores

No es raro encontrar en algunas plazas mexicanas a ciertos grupos artísticos que dicen reproducir danzas prehispánicas. Estos danzantes, también conocidos como concheros, dicen ser descendientes directos de los últimos pueblos ancestrales; por lo que no son sólo herederos de una línea de sangre que sobrevivió incluso al genocidio masivo a manos de los conquistadores, sino también de una serie de tradiciones y ceremonias que están dispuestos a mantener vivas.

Obviamente, la danza y la música son dos de las expresiones culturales que estos grupos se han encargado de mantener vivas. Sin embargo, hay motivos para pensar que todos estos bailes y canciones no pertenecen precisamente a los aztecas del Valle de México o los mayas del sur de nuestro país, pues si hacemos un poco de memoria, casi toda manifestación religiosa y cultural fue erradicada por los conquistadores españoles apenas tuvieron contacto con estas culturas.

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¿De dónde vienen nuestros concheros?

Si bien los instrumentos como el caracol, los teponaztlis y el huéhuetl sí sobrevivieron al tiempo, muchas danzas y ceremonias religiosas de nuestras culturas originarias fueron desplazadas por el catolicismo. De modo que aún cuando lo que hoy percibimos como canciones y bailes prehispánicos sí se trata de ceremonias indígenas, éstas son adaptaciones de las ceremonias tradicionales de los pueblos Lakota y Hopi del oeste de los Estados Unidos.

Al escuchar y observar los rituales y bailes de estas tribus norteamericanas, los danzantes mexicanos pudieron darse una idea de cómo fueron los actos ceremoniales que los aztecas realizaron en sus templos. Así, el gran tambor pow wow fue remplazado por los huéhuetl y los teponaztlis para dar una visión, no fiel, pero similar a la de una danza prehispánica.

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¿Cómo fueron en realidad las fiestas prehispánicas?

Tener un dato exacto de cómo se veían o escuchaban estos rituales llevados a cabo en fechas específicas es prácticamente imposible. A partir de que la corona española ordenase poner fin a todas las prácticas que consideraron diabólicas, el culto a los dioses y las ceremonias oficiadas en su nombre prácticamente desaparecieron por completo. Sin embargo, tenemos suficientes datos como para comprender cómo eran estos bailes sagrados.

Más allá de nuestros referentes norteamericanos, en los textos de relación que diferentes clérigos y exploradores enviaron a los reyes españoles se encuentran descritas algunas de las fiestas hacia los dioses principales de los aztecas. Autores como Fray Bernardino de Sahagún y Bernal Díaz del Castillo, narraron en sus crónicas algunos detalles sobre los rituales en cada templo:

«Y los sátrapas que estaban diputados al servicio deste dios, que los llamaban ihuehueyohuan, que quiere decir «sus viejos», todo el día hacían areito o danza en su presencia, cantando y bailando a su modo, y tanían caracoles como cuernos, y tanían atambores y teponaztli, que son atambores de madera. Y traían en las manos unas sonajas de trebejos o trebesinas con propósito del cantar. Son a la manera de trebejos o trebesinas con que hacen callar a los niños cuando lloran. Usanse en los campos».

— Fray Bernardino de Sahagún en Historia general de las cosas en la Nueva Extraña

Las ceremonias religiosas de los aztecas tenían un sonido estruendoso que llevaba a sus oficiantes hacia el éxtasis, de modo que el sonido de los tambores iba al ritmo de los corazones. Es posible que esta música ni siquiera tuviera un ritmo definido, sólo golpes y sonidos de silbatos o caracoles que se asemejaban a los sonidos de la naturaleza, por lo que los visitantes europeos no hicieron más que sentir un terror inmenso hacia los demonios que tenían frente a ellos.

«Como nos íbamos retrayendo oímos tañer del cu mayor, donde estaban sus ídolos Huichilobos y Tezcatepuca, que señorea el altor de él a toda la gran ciudad, tañían un atambor de muy triste sonido, en fin como instrumento de demonios, y retumbaba tanto, que se oía dos o tres leguas, y juntamente con él muchos atabalejos […]. Y retumbaba el sonido que se metía en los oídos».

— Bernal Díaz del Castillo en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

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¿Un homenaje a la nada?

Aún cuando se trata de adaptaciones y reinterpretaciones de los rituales prehispánicos, los grupos de concheros siguen siendo una parte importante para nuestro país; pues a pesar de que homenajean a una imagen —por decirlo de algún modo— inventada, se han convertido en el referente más cercano que el pueblo mexicano tiene con sus raíces.

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