Anorexia, embarazo y pubertad: la historia de Hilary Duff en fotografías

Anorexia

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Si Mickey Mouse tuviera que coronar a una de las tantas estrellas que ha dado al mundo, ésa debería ser Hillary Duff. Ella es la única chica Disney que sorteó las desgracias propias (drogas, escándalos, desórdenes mentales graves, etc.) de la empresa más grande de entretenimiento.

No olvidemos las peripecias por las que ha pasado Lindsay Lohan, la etapa nudista de Miley Cyrus, los intentos de suicidio de Demi Lovato, la relación tóxica de Selena Gómez, los noviazgos fallidos de los hermanos Jonas o el desafortunado 2007 de Britney Spears… La lista de los chicos Disney con problemas es inmensa y, por extraño que parezca, Hilary Duff añoraba eso; los escándalos y los paparazzis. Pero hubo algo que los demás no tuvieron y que la detuvo a tiempo haciéndola recapacitar para mantenerse serena ante las desiciones erróneas: su propia voluntad.

Desde que era una pequeña y carismática niña de 10 años supo que quería ser parte del medio artístico. Así que sus padres pusieron manos a la obra y, luego de algunas clases de actuación y cursos de teatro, la niña de sonrisa cautivadora audicionó para ser Wendy, la fiel amiga de Casper, el fantasma. Justo en el set de filmación de la película se encontraba un productor cuyo objetivo era encontrar una actriz joven que apareciera al lado de Angelina Jolie en True Women. La elegida fue Hilary.

Tanto ella como su familia vieron en Hollywood la oportunidad perfecta para que la rubia de ojos saltones brillara con luz propia, así que buscaron castings para obras de teatro, cortometrajes, películas, doblaje de voz y comerciales, pero nadie le devolvía la llamada. Hilary creía haber terminado su corta carrera resignándose a volver al mundo real, cuando recibió la llamada que cambiaría el rumbo de su vida: había conseguido el protagónico de Lizzie McGuire.

La serie cuenta la vida de una chica de 13 años cuya adolescencia comienza a hacerse más sencilla con la ayuda de dos amigos con los que vive aventuras, felicidad y peripecias bajo la conciencia de un dibujo animado. —Casi— Igual que en la vida real. De este modo, luego de varios años de éxito y fama con la serie, dejó de ser la actriz principal para convertirse en la estrella juvenil del momento obteniendo un lugar privilegiado en la música pop. Su primer álbum fue navideño y al ver el éxito de las canciones, le ofrecieron un contrato para que hiciera su primer disco llamado Metamorphosis que la llevaría a una gira por EE.UU.

Todo iba bien… o eso parecía.

Para entonces, con 16 años cumplidos, su mente comenzaba a ser presa de varios temas que se anidaban lentamente: el amor, la fama, la amistad, las drogas, los excesos, la inseguridad y claro, los chismes. Hilary conoció a Aaron Carter, un chico que como ella, pretendía hacerse de nombre en la industria. Eran una pareja linda y carismática que mantenía un perfil bajo e inocente; contrario a Lindsay Lohan, quien entró en la ecuación para convertirse en la rival de Duff.

Más allá de ser una historia digna de llevarse a la ficción, Hilary y Lindsay comenzaron una rivalidad personal gracias a que la pelirroja se involucrara con Carter, aún estando con Duff. Pero sin duda el odio entre ambas llegaría al extremo, abarcando el terreno profesional, puesto que las dos tenían fama, carisma y dejaban bastantes dólares en las cuentas bancarias de los productores de cine, música y entretenimiento en general. No obstante, Lohan iba a la delantera y se coronó como la reina del show cuando se quedó con el protagónico de Confessions of a Teenager Drama Queen… papel escrito originalmente para Hilary Duff.

Esto sumió a la rubia en una profunda depresión que se agudizó cuando Aaron Carter y ella terminaron. «Sentía que me moría, comencé a comer un poco más y de pronto, me vi con algunos kilos extras. Me traumé con mi peso». En efecto, Hilary no pudo más con ello y decidió poner manos a la obra de manera equívoca. Le dio la bienvenida a la anorexia en 2005.

Perdió peso, se desmayaba y se enfermaba constantemente. Su cuerpo parecía un esqueleto sin piel y rápidamente se volvió el blanco de los paparazzis que esperaban cualquier movimiento en falso para publicar su foto en los titulares de revista. Para entonces, ya había sorteado la infidelidad de su exnovio, las peleas con las que Lohan insistía y la vida bajo la presión mediática. Ya lo había librado todo con una sonrisa y evadiendo cada pregunta con una repuesta magnífica, misma que incluía por lo general, una palabra de aliento y una constante aparición pública que evidenciaba su buena salud mental (o no).

En aquellos años, la actriz conoció a uno de los músicos más populares del momento: Joel Madden. Vocalista de Good Charlotte, con el que apareció en múltiples ocasiones en público. Él declararía más tarde que había sido su relación más inocente y linda, ya que Duff era virgen y llevaba una imagen de chica buena, en especial luego de ser blanco de las críticas que aseguraban que su anorexia empeoraba. Hilary trataba de mantenerse sonriente, incluso invitó a Lindsay al lanzamiento de Dignity, su nuevo álbum, pero era su aspecto físico el que saltaba a los ojos del mundo.

En 2006, Joel terminó con la actriz para involucrarse en un amorío mucho más ad hoc con su vida de rockstar, es decir, mucho más acelerado, caótico y sin flashes que sólo esperaban que ambos se tropezaran para dañar su imagen. De pronto, Hilary explotó.

Luego de la ruptura con Madden, ella tocó fondo. Su anorexia era cada vez más profunda, mientras que comenzaba a pensar en las drogas, pero fue en 2007 que conoció a Mike Comrie, un popular jugador de hockey quien le hizo ver lo hermosa que era con uno, dos o 20 kilos extras y así, volvió a creer en el amor propio.

«Cogí las riendas de mi vida. A los 16 ya había vendido 7 millones de copias de discos, así que pensé “si pude hacer eso, puedo librarme de la anorexia fácilmente”. Además hice muchas cosas: diseñaba ropa para DNKY, tengo varias Barbies en mi honor, mi perrita Lola y yo aparecimos el videojuego The Sims 2 y tenía un guapo y cariñoso esposo. Mis exnovios me trataron bien y aunque terminamos por causas ajenas a mí, siempre hubo respeto. Entonces, ¿por qué no ser yo misma? […] No me interesa lucir absolutamente perfecta en bikini. Soy una chica normal».

—Hilary Duff

Dos años más tarde, se embarazó de Luca, un bebé que fue esperado por la familia Duff como nunca; marcando el momento exacto en el que Hilary aumentó de nuevo de peso, pero no tuvo reparo en mostrarse tal cual. «Soy fuerte, estoy en forma y me siento bien conmigo después de haber tenido a mi bebé».


Fue luego del divorcio de Mike en 2014 que su peso llegó al punto ideal. Aunque ella cree que a veces su “pancita” es un poco incómoda o que el grosor de sus piernas le causa molestia, ya no se preocupa por ello. Prefiere verse así que evadir los alimentos, comer poco o hacer ejercicio sin parar. Sólo se alimenta adecuadamente, se mira al espejo repitiéndose lo mucho que vale y sale a triunfar. Ya nada la molesta ni la hace sentir menos. Atrás se quedaron los años en los que Lindsay Lohan, el amor, Joel Madden, la infidelidad y el embarazo eran una preocupación constante, ahora sólo es ella sin filtros ni miedos.

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