La absurda teoría que afirma que las farmacéuticas nos ocultan la cura contra el cáncer

La absurda teoría que afirma que las farmacéuticas nos ocultan la cura contra el cáncer

La absurda teoría que afirma que las farmacéuticas nos ocultan la cura contra el cáncer

Dos verdades irrefutables:

La salud de millones de personas alrededor del mundo depende de la industria farmacéutica, un monstruo que tiene como principal objetivo conseguir ganancias.

El cáncer no es una sola enfermedad, sino un conjunto de más de medio millar de enfermedades relacionadas a él, que evolucionan de formas distintas aun cuando se trata del mismo lugar del cuerpo.

En sentido estricto, no existe –ni existirá– algo parecido a “una cura” universal contra el cáncer, porque cada cáncer se comporta de forma distinta, no sólo de persona a persona, incluso en un mismo individuo. Actualmente se han desarrollado tratamientos eficaces contra algunos tipos específicos de cáncer y la tasa de curación es cada vez más alta, pero es imposible estimar un aproximado de cuándo existirán terapias igualmente efectivas contra la mayoría de los cánceres agresivos que aquejan a la humanidad.

Los esfuerzos no son pocos: existen institutos, organizaciones civiles, universidades, laboratorios y otros cientos de organismos a nivel mundial que se encargan de financiar y apoyar de distintos modos la investigación sobre cómo lidiar mejor con esta patología y en el mejor de los casos, conseguir una cura definitiva.

Aun con toda esta información, existe una teoría de conspiración muy popular que asegura que la cura del cáncer ya fue desarrollada; no obstante, el acceso a ella es casi imposible porque hacer un anuncio público y utilizarla como tratamiento por gobiernos e instituciones de salud sería una pérdida de los fructíferos ingresos que obtienen por los tratamientos actuales.

Que la industria farmacéutica se basa en supuestos regidos por la ganancia comercial no es ningún secreto; sin embargo, creer que ahora mismo existe una cura definitiva contra el cáncer y que permanece oculta por un entramado gubernamental acompañado de las empresas más poderosas en materia de salud es un sinsentido.

Los motivos para abandonar esta teoría conspiracionista son múltiples: los gobiernos gastan miles de millones de dólares en tratamientos contra el cáncer. Desde el punto de vista gubernamental, sería mejor conseguir una cura definitiva y comprarla por más cara que fuera, que seguir destinando presupuesto público a mantener enfermos y las terapias que conllevan.

Desde la visión de la industria farmacéutica, resulta innegable que los fármacos y tratamientos contra esta enfermedad son un negocio fructífero como pocos, que crece mientras más enfermos existen; no obstante, si una empresa encontrara la cura definitiva, sus ganancias serían infinitamente mayores a las que presenta en la actualidad.

No es descabellado pensar que una vez que se consiga la cura alguna de las farmacéuticas más poderosas la comercialice a un precio estratosférico, utilice un nombre de patente y sea únicamente accesible a las personas de los estratos más altos, pero de eso a creer que tal cura existe en la actualidad y se mantiene oculta, hay un abismo de desinformación y teorías conspiranoicas de por medio.

En este preciso momento, resulta más prestar atención a otro abismo, el que existe entre la forma en que se trata el cáncer en los países más ricos del mundo y cómo ocurre en las naciones subdesarrolladas. Un grupo de científicos han creado el término oncoplutocracia para explicar las diferencias insalvables entre el nivel de atención médica y la tasa de supervivencia en naciones con circunstancias contrapuestas. Sólo una vez que entendamos a cabalidad el absurdo poder que ejerce la industria farmacéutica sobre la salud a nivel mundial, será posible unir esfuerzos y encontrar a las enfermedades crónicas que nos aquejan en la actualidad.

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