La época navideña nos envuelve en un ambiente de alegría y algunas veces también de tristeza; las luces que adornan las casas, centros comerciales y parques nos recuerdan que fue un año lleno de retos y momentos difíciles, pero que aprendimos a disfrutar de las cosas breve.
Además de la comida especial de la época, también están las películas que nos hacen recordar muchos momentos de la niñez.
Una de ellas es Mi pobre angelito, conocida como Home Alone, en la que se narra la historia de un niño de ocho años que fue olvidado en las vacaciones familiares debido a que fue castigado la noche previa al viaje.
Esta clásica cinta que nunca nos cansaremos de ver, se estrenó en 1990, ganó diversos premios como el Kid’s Choice Awards a Película favorita, el British Comedy Award a Mejor película de comedia en 1991, entre otros. Por eso, te compartimos las distintas razones por las que debes volver a ver esta película en Navidad:
—Los recordados personajes de la película “prohibida” que el tío Frank no lo dejó ver, la pizza tamaño familiar de queso, la gran copa de helado y los macarrones con queso; aperitivos que puedes preparar para volver a disfrutar la cinta.
—Algunas de las canciones que conforman el soundtrack como “White Christmas, “Rockin Around The Christmas” y “Run run Rudolph” se convirtieron en clásicas, y cuando las escuchamos nos hacen revivir aquellas escenas divertidas y llenas de espíritu navideño. Tal como el grito de Kevin después de ponerse loción para afeitar que nos saca una sonrisa.
—Los simpáticos y torpes ladrones Harry y Marv, quienes calculan el tiempo de las luces de las casas para poder entrar en ellas y se hacen llamar “los bandidos mojados”, ya que dejan las llaves de agua abiertas como marca; sin embargo, todo se complica cuando conocen a Kevin.
—Cuando Kevin engaña a los ladrones y les hace creer que hay una gran fiesta navideña en la casa de los McCallister, pero en realidad se trata sólo maniquíes.
—El boleto a la cárcel que se ganaron Harry y Marv por querer robar la casa más grande del vecindario, pero sin antes acabar con la cabeza quemada, los pies lastimados, llenos de plumas de gallina por todo el cuerpo y unos buenos golpes dados con tarros de pintura.
—Cuando el hermano mayor de Kevin, Buzz, una noche antes al viaje familiar, le cuenta la leyenda de que su vecino era un asesino en serie, por eso, cuando lo ve en el supermercado se asusta tanto que se va sin pagar el cepillo dental que traía en la mano.
—Los zapatos de duende (que de seguro usaríamos cuando nos invade el espíritu navideño) de la chica que le dice a Kevin que aún puede alcanzar a Santa Claus si se da prisa, y así lograr comunicarle su petición para que vuelva su familia sin antes haberle dejado en claro que sabía que no era el verdadero Papá Noel, sino un mensajero.
—La inolvidable visita al supermercado cuando la cajera le pregunta si está solo; aunque nunca vimos cómo le hizo Kevin para llevar todas las compras después de que se le rompieran las bolsas.
—El divertido plan para proteger su casa, la amistad que logró con su vecino y el espíritu navideño de un niño que ama los árboles de Navidad. Al final, como muchos ya sabemos, se le cumple el deseo de que su familia regrese a compartir con él esa fecha especial.
Mi pobre angelito es una de las mejores películas navideñas que se estrenó ya hace 27 años, y que seguro disfrutarás volverla a ver en estas próximas fiestas.
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