Siempre que te encuentras con una película que te encanta la guardas en tu memoria, la calificas, clasificas, interpretas y deduces la razón por la que no la puedes dejar ir. Muchas veces la sobrecarga de información te hace olvidarte de esa película en el momento en que otra increíble cinta llega. Realmente son pocas las películas que se quedan en tu memoria para siempre. La primera vez que ves “The Godfather”, “2001: A Space Odyssey” o “Los Olvidados” son momentos que siempre recuerdas. El dialogo, el movimiento de cámara y hasta el sentimiento que te provocó. Sí, son pocas las películas con las que eso pasa y una de las que puede presumir de lograrlo es “The Dark Knight”.
La segunda parte de la trilogía del Caballero de la Noche dirigida por Christopher Nolan supuso un nuevo camino en las películas de superheroes. Mientras antes los héroes eran perfectos vigilantes de la justicia, el Bruce Wayne interpretado por Christian Bale es un hombre atormentado por el pasado. Tal vez en esta película no tiene tanta profundidad psicológica debido a su antagonista (al que llegaremos en un momento), pero esos vistazos de un hombre vulnerable que intenta decidir entre el bien y el mal son lecciones de filosofía para principiantes. TDK es una de esas películas que si la comienzas a ver cuando ya lleva 30 o 50 o más minutos no importa, pues estás tan familiarizado con la historia que sabes exactamente en que momento se encuentra, pero que aún así te sorprenderá con lo que viene. Estas son algunas de las razones por las que deberías ver esa película mínimo una vez al año.
Filosofía
¿Es ético dejar matar a un hombre?, ¿Vale la pena dejar que cientos mueran para salvar a millones? La película se transforma en una alegoría de grandes problemas morales que tal vez no te cuestionarías si no la estuvieras viendo. El valor de una vida humana, la sentencia a muerte, la justicia por manos propias; la cinta te enfrenta a muchas y muy complejas interrogantes. Las encrucijadas de Batman en la película son de corte moral. Un hombre que toda su vida ha luchado contra el mal desde el bien se encuentra con un enemigo que no distingue el bien del mal, para él no hay más que caos.
“Supongo que esto es lo que pasa cuando un objeto imparable se encuentra con un objeto inamovible”.
Palabras de The Joker que resumen en gran parte la dinámica de la película. La representación del bien contra el mal es anticuada, aquí es la razón contra el impulso. Mientras el héroe busca dominar las pasiones y comportarse tal como se espera de un vigilante, su contraparte es alguien impulsivo que encuentra orden en el caos. La dualidad se refleja rápidamente, Batman está buscando al payaso pues un hombre mentalmente inestable puede herir a gente inocente, The Joker está buscando al hombre murciélago por la misma razón; ambos personajes no pueden ser corrompidos, pues trabajan por ideales y no por dinero; ambos están peleando contra la mafia, tal vez con distintos fines, pero ninguno lo hace con ayuda de la justicia oficial.
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The Joker
Es quien se roba la cinta con un pensamiento anarquista y nihilista. Con tantas frases existencialistas parece una reencarnación de Tyler Durden (ambos personajes son amados en el mundo del cine por su peculiar y desinteresada visión del mundo) y durante las más de dos horas que dura la cinta se dedica a hacer que cuestiones las bases de lo que es considerado bueno, y malo, real e ideal y honesto o necesario. Todo lo que hace parece creado al azar “¿Parezco alguien con un plan?” pregunta el criminal vestido de enfermera, convenciendo a todos de que no planifica nada, pero después vemos como logra poner a toda la ciudad a sus pies con un gran plan maestro.
Heath Ledger cargó con la existencia de este personaje y dicen que eso lo llevó a la tumba, sin duda una de las actuaciones merecedoras de un Oscar como el que ganó después de su muerte.
¿Necesitas más razones?
Basta con pensar en la estética presentada por Nolan y el cinematógrafo Wally Pfister. Una Ciudad Gótica que se asemeja a Chicago y Nueva York y no a una caricaturesca ciudad infantil. Los tonos claroscuros de la cinta muestran a la perfección el ambiente y la psique de la cinta. Así como Woody Allen retrató de forma perfecta Nueva York en “Manhattan”, Nolan encapsula la esencia de todo un lugar usando solamente la imagen. También podemos hablar de las actuaciones. Bale, Caine, Ledger, Oldman, Eckhart, Gyllenhaal y Freeman; todos necesarios para darle esa seriedad que tiene la cinta, cada uno cumpliendo un papel en el que quedaron perfectos, pero si de alguien hay que hablar es de Heath Ledger. No es solamente porque el actor murió bajo sospechosas causas relacionadas con la grabación de la cinta, su actuación ya había sido aclamada desde antes. El retrato de un sociopata hizo que la gente dudara de la gran actuación que Jack Nicholson le había dado a ese personaje años atrás.
La acción es otro elemento obvio. Nolan no dirige aventuras fantásticas que van de una a otra escena de acción sin sentido. El director transforma cada discurso en un preparativo para algo que sin la necesidad de mucha pantalla verde logra hacer que te sorprendas en cada momento. Más que parecerse a una de las nuevas películas de Marvel, TDK se asemeja a “Heat” de Michael Mann; la acción puede llegar a ser silenciosa y está claro que el final de la escena en la que The Joker viaja en el trailer es un homenaje a la escena más famosa de esa película.
Son esas peculiaridades que hacen de la película un clásico moderno que año con año deberías ver. Que cada personaje sea un símbolo, que haya tantas referencias psicológicas, filosóficas y sociológicas para hablar por horas de la cinta y que esta haya sido creada de tal manera harán que The Dark Knight se mantenga por siempre como la mejor película de superheroes.
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