Por qué nos cuesta tanto terminar una relación que no nos hace felices

Por qué nos cuesta tanto terminar una relación que no nos hace felices

Por qué nos cuesta tanto terminar una relación que no nos hace felices

 Por: Señorita Lechuga

Al inicio todo es fácil: él te gusta, tú le gustas. Todo es risa y diversión hasta que te das cuenta que no, no es tan divertido, ni tan guapo, ni tan interesante… Descubres que sorbe el popote y eso te exaspera. Llega tarde, escribe todo con abreviaturas y ya no puedes más. Se veían todos los días pero hoy necesitas un espacio que, aceptes o no, te regrese a ser tú. ¿cómo no lo viste antes? Siempre fue el mismo, ¿no?

Una vez que tenemos una rutina decir ¡Se acabó! es difícil. Citas, risas, canciones, momentos… sí, los recuerdos hacen olvidar muchas cosas, pero de repente lo tienes ahí, de frente, y una vez más no sabes por qué es tan complicado dejarlo, cuando sabes perfecto que te gustaría más estar en cualquier otro lugar…

En la historia semanal de Señorita Lechuga, nos cuenta una experiencia asfixiante, dolorosa y complicada. ¿Por qué nos cuesta tanto terminar una relación que no nos hace felices?

Chica conoce a chico y después los besos, y así podría seguir escribiendo la historia hasta contar un final feliz. Pero una vez más seré honesta porque a mí no me ha pasado así en las situaciones de pareja. 

 

 Una de mis más recientes historias empezó más o menos así: lo conocí, me gustó, le gusté y me pareció simpático con unos hoyuelos en las mejillas que lo convertían en un ser ma-ra-vi-llo-so al sonreír. Un par de salidas románticas, unos dos conciertos, un verano juntos, su mano en mi pierna y ¡uff!, qué recuerdos… Nuestra relación fue un viento fresco acariciando mi rostro. 

 

Llamadas, un fin de semana juntos, hasta que, ¡plop!, en la convivencia diaria me di cuenta (ambos lo notamos) que no podía con él; es decir, su forma de ser no era tan atractiva para mí por el control, los celos, esos que matan al amor, dijera Carlos Fuentes. Llegué al límite. 

 

 

Sin embargo, traté de continuar la relación, más fines de semana juntos y la verdad es que él no estaba feliz conmigo (ni yo con él). Se le notaba en la mirada, en su forma de tocarme, en su piel que no sentía cercana. Y una y otra vez yo preguntaba: ¿qué tienes?, pero él como siempre decía “no, no tengo nada”. Uno nunca tiene nada cuando le pesa todo. 

 

Las llamadas escaseaban, los mensajes por Whatsapp eran pocos, me sentía una triste canción de amor. Y esa chica que conoció al chico ya no era la misma, estaba enojada. Si él llamaba, no contestaba, si yo le llamaba, él tampoco lo hacía. Quedábamos a una hora que nunca llegaba, empezaron los juegos del gato y del ratón. ¿Por qué? Porque ninguno de los dos quería enfrentar la realidad y decir: se acabó.

 

Chica calla, chico ignora.

 

Que no les pase como a mí, chic@s

XOXO

Señorita lechuga es un dúo conformado por Yolanda Morales y Andrea Chavarín, juntas cuentan sus historias a través de frases e ilustraciones llenas de fuerza, amor, desamor, valentía y coraje. Aprendieron que para el amor, propio y compartido, se debe ser valiente, así que se repiten una y otra vez el mantra: “Se cae, se levanta, se sacude el polvo y se vuelve a enamorar. Sin resentimientos”.

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