Los millennials están arruinando todo y nadie podrá detenerlos

Los millennials están arruinando todo y nadie podrá detenerlos

Los millennials están arruinando todo y nadie podrá detenerlos

Según la ventana de autocompletado de Google —que se alimenta de las búsquedas más frecuentes del mundo—, los millennials son pobres, idiotas, groseros, perezosos y obsesivos con el ajetreo inútil. Esta generación también se ha encargado de “matar” a la música, a los Juegos Olímpicos, al cereal, los diamantes, los trajes costosos, el sueño de tener un patrimonio y una infinidad de cosas que parece convertirlos en una generación de “asesinos”. Pero esto resulta contradictorio, pues para ser una generación de tontos, han hecho muchísimo daño.

Además, según este autocompletado, los baby boomers —generación a la que pertenecen los abuelos de los millennials— son la peor generación: molestos, egoístas, narcisistas, la ruina de América y los peores padres. Pero definir a una generación entera de una forma tan simplista es absurdo. Aunque vale la pena detenernos a pensar por qué de entre las seis generaciones que viven en este momento, los millennials han sido definidos con tanta dureza.

Los millennials se han convertido en un chivo expiatorio económicamente viable para la locura de Internet, la industria de los contenidos y los nuevos medios. Culpar a las generaciones más jóvenes por arruinar las cosas no es nada nuevo. Los mayores siempre se han burlado de su música ruidosa, su falta de buen gusto, su irresponsabilidad y la carencia de respeto a sus mayores y a las buenas costumbres.

 

Hagamos un ejercicio: aceptemos por un momento esa absurda premisa de que los millennials son todos perezosos, que arruinan las cosas y que nunca quieren madurar. Para entender por qué, es necesario entender primero cómo funcionan las generaciones. Una generación es un grupo de personas aproximadamente de la misma edad. Pero curiosamente muchos millennials están más cerca de la edad de la Generación X que de la de los millennials más jóvenes. ¿Qué pasa con una persona de 30 años que piensa que la tecnología arruina al mundo contra otra de la misma edad que la usa todos los días en todos los aspectos de su vida? ¿Tener una edad similar será sinónimo de tener una perspectiva similar sobre el mundo?

El sociólogo alemán Karl Mannheim escribió en 1927 sobre el problema de las generaciones. Él dice: “tienes un grupo de personas nacidas alrededor del mismo tiempo, y eso es una generación”. Y, desafortunadamente, así es como la mayoría de la gente piensa en generaciones. Pero como podemos ver, esta visión es sumamente limitada. Mannheim agrega entonces que dentro de una generación “tienes estos otros dos grupos: tienes una generación, que son personas que experimentan los mismos problemas sociales e históricos, y dentro de estos, unidades específicas de esta generación o grupos dentro de la misma generación que viven sus experiencias comunes de manera diferente y específica “.

 

Entonces alguien de 30 años que vive en Estados Unidos y un trabajador de construcción en Nigeria también de 30 años podrían estar en generaciones distintas. Si no hemos experimentado las mismas realidades socioculturales no hay forma de unificar una definición de cierta generación. Esta también es la razón por la cual muchos treintones, aunque estén tan cerca en cuestiones de edad a muchos miembros de la Generación X, son tan abismalmente distintos. Aunque estén básicamente en la misma generación, están en distintas unidades generacionales porque el material de sus experiencias ha sido procesado con una visión y formación distinta.

Mannheim dice que “una parte importante de todo este proceso es el cómo nos relacionamos entre generaciones, porque precisamente el comportamiento de las generaciones anteriores, sus gustos, creaciones y modas, definen las de la generación siguiente por medio de nuestras memorias o recuerdos”. Las experiencias que tienes cuando eres joven tienen un enorme impacto en la persona que resultas ser por el resto de tu vida. De igual forma te ayudan a identificarte con la gente que comparte esos mismos recuerdos. Esta es la razón por la cual existe una diferencia real entre los miembros de una generación, aunque compartan mundos similares. Entonces, un millennial que creció jugando deportes tendrá una visión distinta de aquel que creció con cómics o novelas. Pero esas diferencias no serán tan grandes entre sí como las diferencias con el trabajador de construcción en Nigeria.

Mannheim también escribe acerca de las memorias apropiadas, lo que podemos saber o recordar de las generaciones anteriores —bandas de música, obras literarias, programas de televisión, dulces, prendas de ropa, etcétera. Estas memorias apropiadas son el conocimiento del mundo que no vivimos, pero que casi vivimos o vivimos por experiencia indirecta. Los millennials pueden tener recuerdos personales del 9/11, de Pearl Harbor o el aterrizaje en la luna. Por lo tanto, si las generaciones actuales se unen debido a una comprensión compartida del mundo, informados por memorias personales compartidas, ¿qué significa cuando los recuerdos son cada vez más mediados?

 

Mannheim escribió sobre esto décadas antes de que existiera la cultura pop mundial, pero a partir del final de la Generación Silenciosa —nacidos entre 1920 y 1940— y hasta ahora ha habido un creciente auge de los medios de comunicación como parte integral de una experiencia normal del día a día moderno, especialmente cuando se es niño. Libros, radio, música, televisión, películas, noticias, juegos, medios y objetos organizan y contribuyen a nuestra memoria y comprensión del momento histórico-social que vivimos. Cuanto más alcance tengan los medios, cada generación tendrá mayor acceso, de alguna forma, al momento histórico-social de generaciones anteriores. Así podemos cuestionar si la línea entre la memoria adquirida personalmente y la memoria apropiada es cada vez más borrosa.

No quiere decir que recordemos cosas que no nos sucedieron porque podemos ver Looney Tunes o noticias de los años 70; lo que parece es que muchos de los millennials adquieren recuerdos de infancia gracias a los medios hiperglobalizados cuyo contenido es atemporal al suyo. Así que si los recuerdos envuelven a los medios de comunicación, los medios de comunicación integran las memorias y la memoria generan la relación entre una generación, entonces el millennial de alguna forma es multi-generacional. Para ellos —más que para cualquier generación anterior— el mundo es una base de datos de lo que se ha hecho en el pasado. Todos los logros de las generaciones anteriores están en un reposo autoritario. Incluso podemos saber cómo se lograron esos avances de nuestros antepasados y, en muchos casos, los caminos esperados o recomendados o para repetirlos.

Bajo la premisa de que el trabajo de una generación es definir el rumbo de la humanidad, definir aquello por lo que vale la pena luchar, los millennials se encuentran frente a un armario lleno de trofeos sin espacio para nuevas preseas. Los millennials entonces deben construir un nuevo armario para nuevos trofeos, quizá de distintos materiales, quizá los trofeos ya no sean trofeos, tal vez nos conformemos con medallas de participación. Tal vez —y parece ser el caso— debamos destruir los trofeos para reciclarlos y así hacer los nuestros.

 

Para los millennials “matar” las industrias, “arruinar” los productos, dejar marcas, empresas, negocios, símbolos de éxito o progreso no es sólo pereza, narcisismo o estupidez. Es un acto radical de olvido. Tratan de hacer espacio en el abarrotado paisaje para una fundación sobre la cual construir su propio éxito. Y si las vacaciones, bolsas de diseño, o la cajita feliz de McDonald’s sufren en el proceso, entonces que así sea.

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No es fácil abrirse paso en un mundo laboral cada vez más competitivo, si quieres saber cómo ser un millennial exitoso, checa este artículo. Además, te compartimos este artículo sobre cómo Bob Dylan definió a la generación millennial en una canción.



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