El día que me di cuenta que juntos sonábamos mejor, pero debíamos ponerle final

El día que me di cuenta que juntos sonábamos mejor

El día que me di cuenta que juntos sonábamos mejor

La música está empezando a sonar.

 

Ella le preguntó por esos días si era verdad, como decían las canciones,

que el amor lo podía todo. Es verdad, le contestó él. Pero harás bien en no creerlo.

Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez

Esta semana te queremos compartir una historia personal de Señorita Lechuga:

Una sinfonía es sonar juntos.

 

Nosotros juntos sonábamos mejor, nos gustaba compartir la música. Durante un viaje por carretera, cantábamos a placer como si estuviéramos en un eterno concierto, un viaje largo en el que decidimos conocernos aún más.

 

El primer mes me mandó rosas para celebrarlo; en el segundo mes como novios hicimos un picnic en el que llevábamos lo necesario para tirarnos sobre el césped y observar el cielo. No hacía falta nada, era una postal eterna del amor primero.

 

 

En el tercer mes quise ser yo la que iniciaba el festejo y en su bandeja del correo electrónico estaba un par de boletos para un concierto que sucedería algunos meses después, un grupo que los dos conocíamos; y es que todas las canciones de amor hablan de nosotros. Seres implacables, íbamos a nuestro ritmo.

 

El ritmo cambió, empezó a ir a su paso, quizás un poco más lento, yo un poco más rápido, no era entonces una sinfonía.

Quizá se enfermó del oído, no escuchaba mis deseos y sus objetivos eran diferentes a los míos: el playlist de nosotros era ahora una triste canción de amor. La música no es tan idílica y el par de boletos quedó suspendido en una triste bandeja de correo electrónico.

Sin embargo, la música es un bastión de la nostalgia, del encuentro contigo o con tus cercanos. Decidí imprimir los boletos e invitar a una amiga que también comparte mi gusto por este grupo, porque la música sigue sonando, esas canciones me cuentan de esa persona que fui y que gozó, pero ya no está más.

 

La vida debería ser un concierto eterno, quizá te tome alguien más de la mano, a lo mejor te plantan un beso halagador a la mitad de una canción, tal vez obsequiar un boleto a alguien más sea una muestra de que la vida cambia y que hacer planes a veces no sirve de mucho.

 

Tomé una decisión, terminamos nuestra sinfonía de amor. La música marca un momento en nuestra vida; algunas voces le ponen letra a lo que sentimos, y al final se trata de eso: que la vida sea un concierto al menos en tu cabeza. 

 

Con esto aprendí qué:

la vida no es un concierto,

que siempre hay alguien más que quiera tomarte de la mano,

que juntos (tú y yo) podemos hacer música.

 

XOXO

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Señorita Lechuga es un dúo conformado por Yolanda Morales y Andrea Chavarín, juntas cuentan sus historias a través de frases e ilustraciones llenas de fuerza, amor, desamor, valentía y coraje. Aprendieron que para el amor, propio y compartido, se debe ser valiente, así que se repiten una y otra vez el mantra: “Se cae, se levanta, se sacude el polvo y se vuelve a enamorar. Sin resentimientos”.

Si quieres conocer más de su trabajo, te invitamos a visitar su página y a seguirlas en sus redes sociales: Facebook e Instagram. Síguelas y comparte todas sus experiencias.

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Tal vez algunas nos encontremos en la búsqueda del amor propio y otras más estén intentando sanar; por eso, estas son las cosas que aprendí cuando me rompieron el corazón.

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