Paraísos citadinos: lugares que no creerás que hay en la Ciudad de México

Paraísos citadinos: lugares que no creerás que hay en la Ciudad de México

Paraísos citadinos: lugares que no creerás que hay en la Ciudad de México

«Cienfuegos era, en sus ojos de águila pétrea y serpiente de aire, la ciudad, sus voces, recuerdos, rumores, presentimientos, la ciudad vasta y anónima… Era los nombres y los sabores y las carnes regadas a lo largo del gran valle hundido, pesado, sin equilibrio, y era todas las losas de las tumbas y las voces… Y era, por fin, su propia voz: la voz del Ixca Cienfuegos».

Carlos Fuentes

La Ciudad de México es un lugar de contrastes que sorprende y produce alegría e ira, estrés y relajación, euforia y depresión. El ruido y tráfico de cada día se unen a los hermosos paisajes que se encuentran a lo largo de sus 16 delegaciones. Sin embargo, algunos de estos vistosos panoramas están escondidos y es difícil encontrarlos. Si te preguntas, dónde podemos hallar estos espectáculos visuales y en qué lugar se esconden los secretos mejores guardados de la CDMX, a continuación te lo decimos.

El exconvento de Culhuacán

La delegación Iztapalapa alberga al exconvento de Culhuacán. Este lugar fue fundado en 1607 por la orden de San Agustín y aún conserva muchos de los frescos que ellos pintaron. En el convento también se observan vestigios de ruinas prehispánicas que pertenecen a los culhuacanos, y materiales que utilizaron los agustinillos cuando vivían aquí.

En la década de los 80, la delegación retomó el proyecto del exconvento para restaurar sus salas y convertirlo en museo. Puedes recorrer los cuartos y salones, así como hacer un picnic en su claustro. Cuenta con un lago en el que conviven peces y garzas. Aunque el metro Culhuacán queda a menos de una cuadra, cuando llegas a este lugar, el bullicio deja de ser importante.

Chimalistac

Este paraje empedrado se ubica muy cerca de la estación de metrobús La Bombilla. Es conocido por ser el hogar de Santa, personaje de la novela del mismo nombre, escrita por Federico Gamboa. En este sitio se ubica la casa del escritor, grabada con una placa en su honor. Cualquier visitante puede observar la placa conmemorativa dedicada al autor y recorrer los lugares más importantes que se mencionan en el libro.

En 2012, el gobierno del Distrito Federal decretó Chimalistac como Patrimonio Cultural Tangible e Intangible de la ciudad. Tanto las calles aledañas como la plaza tienen nombres referentes a la obra; la plaza se llama Federico Gamboa, una de las calles tiene el nombre de la protagonista y existe también un callejón del Hipo.

Kiosco morisco

La colonia de Santa María la Ribera tiene en sus calles el único kiosco de la ciudad con arquitectura similar a islámica. Fue construido por José Ramón Ibarrola y fue exhibido como adorno durante la exposición universal de 1884-1885. Después decoró la Alameda Central hasta que se construyó el Hemiciclo a Juárez en 1910. De esta forma, el Kiosco se trasladó a la nueva colonia Santa María la Ribera, donde engalanó el hogar de personajes como el Dr. Atl o Salvador Díaz Mirón.

Zoológico de los coyotes

Es uno de los tres zoológicos de la Ciudad de México, y se localiza al sur en la delegación Coyoacán. En esta área se aprecian pequeños animales como coyotes, pumas, venados, serpientes y monos; además, existe un enorme aviario donde habitan águilas, cuervos y pájaros de distintas especies. Los habitantes de calles aledañas acuden a esta área para hacer ejercicio y actividades recreativas como recorrer sus dos lagos y visitar a los animales.

Parque Masayoshi Ohira

Muy cerca del Country Club se ubica el parque Masayoshi Ohira, construido en 1980 en honor al primer ministro japonés del mismo nombre. El parque se remodeló este año y cuenta con nuevas luminarias, 15 cerezos donados por la comunidad japonesa y la rehabilitación del claro de agua. El parque tiene un área para hacer ejercicio y lo más característico son sus puentes y balcones rojos, los que lo envuelven en una atmósfera oriental.

Los dinamos

En la delegación Magdalena Contreras se ubica el único río vivo del Distrito Federal. Durante el porfiriato se construyeron cuatro generadores de energía hidroeléctrica para aprovechar el río, de ahí su nombre.

Se puede recorrer todo el bosque de los dinamos y ver el río, aunque como es costumbre, los visitantes no sólo lo ven, sino que se sumergen en las frías aguas y juegan contentos a zambullirse en el río. Los más arriesgados escalan las montañas que encierran el río, otros menos intrépidos se conforman con aventarse de una pequeña tirolesa, que se ubica en el cuarto dinamo, o pasear a caballo en la parte baja del bosque.

La Romita

Resistente al desarrollo urbano de la ciudad, la Romita aún mantiene un aire campirano y pueblerino. Como fronteras se encuentran la calle Real de Romita y Guaymas. Fue escenario de algunas escenas de la película Los Olvidados de Luis Buñuel.

El adoquín que cubre el suelo de la Romita envuelve al visitante en un mundo pasado, es como si un pequeño pueblo se encontrara en medio de la gran ciudad, tal como lo menciona José Emilio Pacheco en Las batallas en el desierto: “Romita era un pueblo aparte. Allí acecha el Hombre del costal, el gran Robachicos […] De día es un mendigo; de noche un millonario elegantísimo gracias a la explotación de sus víctimas”.

 

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