Todo comienza con la transición entre las décadas de los 60 y los 70.
Flashback: La Guerra de Vietnam se aproxima a su fin. Paul McCartney anuncia su separación de Los Beatles, se funda la compañía Microsoft, fallece el comediante y actor Charles Chaplin, “La Naranja Mecánica” es llevada al cine por Stanley Kubrick y “El padrino”, bajo la osadía de Francis Ford Coppola, hace la primera de varias entregas.
En medio de todas estas situaciones y episodios, dos mujeres (armadas únicamente con un cuchillo y una pistola) atan a su víctima, la meten en la cajuela de su Cadillac Cabrio ’74, y se dirigen al desierto, entre las colinas de Hollywood, para encontrarse con el resto del grupo. Una vez en casa, el resto de los miembros del culto adornan con flores a la muchacha y la preparan para el sacrificio. Todo parece ir bien; las mujeres cantan y bailan bajo los efectos del LSD alrededor del cuerpo maniatado hasta que, de pronto, la víctima logra liberarse y dispara contra una de sus raptoras.
Nadie respira. La escena aturde a sus participantes más que una droga.
La historia de este culto dedicado a la adoración del día y la noche es recuperada por “Cult Classic” (Culto a lo clásico), texto que ilustra la experiencia de pertenecer a una secta (en los 70) donde la influencia de las drogas causó efectos devastadores, a veces más evidentes que otros, como sucede con un asesinato en medio del desierto. Mediante sus propios medios, el libro demuestra que la única máquina del tiempo conocida es la fotografía; sin embargo, está sólo puede viajar hacia el pasado. El futuro y sus amaneceres por existir pertenecen a la imaginación; pasado e imaginación, dos palabras claves en “Cult Classic”, un ejemplo de la libertad y el exceso como sinónimos.
Amy Nicole Hood y el fotógrafo Madison Kreiger fueron los responsables de editar este libro de fotografía. En él, se alude al atractivo estético de Hollywood durante una época en donde los cultos, las sectas y otras agrupaciones con singular predilección por las drogas, música, flores y el sincretismo de lo religioso se reunían en un ocultismo de estrecha relación con la cultura Pop.
En las imágenes a cargo de Madison Kreiger se capturan la feminidad y el desahogo a través de rituales y ceremonias donde el gran atractivo reside en la catarsis. Esa explosión de sensualidad, música y flores que se vuelven el reflejo de una sociedad convulsa, en busca de preguntas exactas y no está conforme con las respuestas a medias.
Durante esta serie fotográfica, Amy Hood ahonda en la iconografía del ocultismo, pero no se detiene allí, muestra una sexualidad en ebullición que durante la primera mitad del siglo XX, e incluso antes, la mujer no podía lucir con libertad o mostrar un comportamiento desinhibido porque de inmediato era reprimida o acusada por su entorno más próximo: familia, amigos, conocidos e incluso un modelo cultural, en el que la mujer de las películas, la música y hasta la literatura, generalmente, estaba detrás de un patriarcado dominante.
Las fotografías contenidas en “Cult Clasic” fueron creadas en un formato de 35 mm en diversos tonos, sobre todo a blanco y negro. Con ello se pretendía dotar a las imágenes ilustradas con un aire de rebeldía, insatisfacción, libertad y misticismo de aquellos años, sin sacrificar la belleza femenina como un símbolo de un divinidad incomprendida y puesta de manifiesto en colectivos que buscaban de una relación más próxima y menos conflictiva; una situación que sólo era posible de alcanzar (desde su perspectiva ) con ayuda del sexo, las drogas, las música y la naturaleza.
De acuerdo con la propia Amy Hood, este proyecto es una alusión a “la época dorada de la pornografía” y un recordatorio de los tiempos de la familia de Charles Manson. Una exploración de todo aquel imaginario en torno al vouyerismo, el empoderamiento femenino y el dominio del hombre en una sociedad puramente masculina. Además, “Cult Clasic” es la inauguración del sello editorial “Viscous Publications”. El libro salió a la luz con apenas 250 copias. Sin embargo, se espera que su éxito se refleje en el tiraje y publicación de una segunda edición, si la demanda es tan buena como se proyecta.
Para Amy Hood, el erotismo surge en la provocación. Se trata de una sugerencia de la sensualidad o sexualidad como una extensión de uno mismo. Esa provocación están presente en sus imágenes como un relámpago de sensaciones y reacciones que impactan en el espectador con la misma fuerza de la carne o los aromas de un cuerpo desnudo por el deseo; y cuando se le interroga acerca de cómo sería para ella una vida sin sexo, responde con una sola oración: “bastante tensa y nada atractiva”. Sus palabras no aceptan reproche alguno.
*
Si después de asomarte al erotismo de estas imágenes, deseas continuar en la contemplación de otras fotografías que rompen las reglas, quizá necesites seguir a estos grandes artistas en Instragram. El erotismo también tiene cuenta en las redes sociales.