Seguramente recordaras la película Cars, la historia de “Rayo” un competidor egocéntrico que una noche, luego de que su camión de trasporte se quedara dormido sobre la carretera, termina abandonado en Radiador Springs. Conforme la cinta avanza, el “Rayo” se enamora del sitio y de su gente, pero no logra comprender cómo aquel lugar lleno de magia e historia no es visitado por más autos. Preocupado por la situación de sus ahora amigos, se entera de que en algún momento Radiador Springs era un lugar concurrido por el turismo: hospedaje, neumáticos y abastecimiento de combustible habían sido las actividades que daban vida al lugar hasta que la autopista federal llegó y los “borró del mapa”.
Podría decirse que así es la historia de Tenancingo de Degollado, pueblo del Estado de México; los lugareños cuentan que antes de la construcción de la autopista federal Ixtapan de la Sal-Tenango del Valle, su municipio era la conexión entre el sur y el norte del estado y, por consecuencia, Tenancingo de Degollado fue por muchos años punto medular del turismo en la región.
Todo comienza al llegar, ya sea desde el norte, sur, este u oeste, es imposible ignorar al Cristo Rey en la montaña; monumento que emula al Cristo del Corcovado, en Brasil, y se encuentra entre los 12 más altos del mundo, con 30 metros desde la base hasta la cabeza. “El Cristo que nos cuida desde la montaña”, como dicen algunos.
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También se ignora el peso histórico de este pueblo tan emblemático; por él pasaron el cura Miguel Hidalgo y Costilla y el general José María Morelos y Pavón, quien libró una batalla sangrienta y salió victorioso en el cerro desde donde ahora vigila el Cristo. Incluso, la primera estatua erigida al padre de nuestra patria se encuentra en Tenancingo de Degollado, un dato que muy pocos conocen.
Y este pueblo tampoco se queda fuera cuando se trata de secretos y tesoros de la Revolución Mexicana; se sabe que Emiliano Zapata y sus batallones pasaron por ahí, dejando a su paso historias como la de “Chona la Tequerra”, considerada la primera mujer revolucionaria de la historia de México. Mujer brava, que además de su amor por la patria y su lucha en el frente, tenía gran corazón e incluso fundó un asilo para la atención de adultos mayores; de la cual se cuenta entraba a las cantinas para arrancarles a los borrachitos unas monedas y dárselas a los que no tenían para comer, al estilo de Robin Hood. Su tumba puede ser visitada en el Panteón de la ciudad.
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De la mano con la historia del país y con ciertos ánimos de misterio, es un secreto a voces entre los lugareños que durante la Guerra Cristera fueron cavados cerca de nueve túneles bajo los edificios importantes de la ciudad: iglesias, palacios de gobierno, haciendas y otros sitios. Los túneles se usaban para transportar documentación importante, dinero e incluso para que los sacerdotes de la época dieran a los fieles las bendiciones pertinentes. Algunos han sobrevivido al paso del tiempo, con las leyendas de personajes que aún no pueden descansar en paz, perturbando la calma de los vivos.
El valor de Tenancingo de Degollado también se debe a que es cuna de uno de nuestros referentes culturales, el rebozo mexicano. Una injusticia ha provocado que el municipio de Santa María del Río, en San Luis Potosí, sea conocido a nivel nacional y mundial como el máximo exponente de esta pieza por años; sin embargo, lo que muchos no saben es que el maestro artesano que comenzó esta tradición en aquellas tierras fue repatriado de suelo tenancingüense.
Actualmente, en Tenancingo de Degollado, además de la ruinas y de los lugares emblemáticos para la historia de este país, se encuentra un monasterio de monjas carmelitas descalzas, en el desierto del Carmen, ideal para conectar con tu paz interior.
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Si quieres visitar este pueblo, procura que tu estómago esté listo, ya que se cocina uno de los inventos gastronómicos que han brincado las barreras para llegar a los restaurantes más lujosos de la república: El Obispo, un embutido de carne y especias de sabores fuertes. Se le conoce de este modo porque se dice que fue preparado particularmente para un obispo a mediados de siglo XXI.
Lo mejor es que no requiere de grandes inversiones de transporte. Sin duda alguna, conforme se avanza dentro de este majestuoso municipio, se descubren tesoros culturales tan inverosímiles, que resulta increíble que no tenga la trascendencia que merece, ya sea por una autopista que ahorra a muchos algunos kilómetros o por la falta de difusión de sus virtudes. El punto es que es un sitio que te hará conocer una cara de México que pocos lugares pueden mostrar. En ese sentido, habría que poner a Tenancingo de Degollado, pueblo del Estado de México, de nuevo en el mapa.
La República Mexicana esconde aún grandes secretos y sólo hace falta darse una vuelta por los alrededores del área metropolitana para darnos cuenta de que hay muchas cosas por descubrir.
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