Apenas éramos unos niños felices jugando tazos, viendo Pokémon y esperando ansiosos por el estreno de Monsters Inc., cuando una canción muy pegajosa se hizo presente en la radio, pero estaba prohibida por nuestros padres. Atrás quedaron sencillos como “Puto” de Molotov o “La Planta” de Caos que eran consideradas canciones explícitas y nada adecuadas para nosotros (¿qué dirían tus padres si te vieran cantarlas a todo pulmón los viernes en el karaoke?). El verdadero peligro era “Aserejé”:
En su momento sólo nos preguntábamos porqué una canción tan cool era objeto de temor y cuidado paternal. Sencillo. Se corrió el rumor de que el track interpretado por Las Ketchup —una girlband española—, era en realidad un canto satánico que alababa al señor de la penumbras. Eso, más allá de mantenernos alejados de la canción, nos hacía querer escucharla una y otra vez.
Primero, se dijo que escuchándola al revés se podía entender una alabanza secreta, pero si se reproducía a las 3:33 am llegaba el mismísimo Satanás para robar el alma, así que el coro era lo más criticado.
«Aserejé, ja, de je, de jebe tu de jebere sebiunouva, majabi an de bugui an de buididipi»
Esto, cantado al revés se interpretó como: ser hereje, Jehová deja tu ser, bajan y han de guiar de nosotros
Posteriormente, “encontraron” que cada fragmento de la canción se refería a la cultura satánica de maneras diversas:
«Viene Diego rumbeando»
Diego: El Demonio
«Van restos de contrabando»
Evidentemente, es una actividad ilícita e inadecuada.
«Y donde más no cabe un alma, ahí se mete a darse caña»
El infierno está muy lleno de almas y hay mucho placer, es decir, se da caña.
«Poseído por el ritmo ragatanga»
Ragatanga es un supuesto demonio.
«Y el DJ que lo conoce toca el himno de las 12»
Claro, la hora del mal.
«No es cosa de brujería»
O sí.
«Diego tiene chulería y ese punto de alegría, rastafari afrogitano»
El Demonio es guapo, pero además proviene de una raza en la que los hechizos y la brujería imperan.
La canción fue prohibida en varios países, la censuraron y fue objeto de críticas por parte de iglesias y congregaciones religiosas. Esto fungió como publicidad para el trío, cuyo nombre también fue criticado ya que aseguraban que “Ketch” era una forma de decir “shit”; mientras que “up” es, literalmente, “arriba”, así que junto significaba “Popó arriba” o “aventar mierda al cielo”…
Así, se mantuvo en las listas de popularidad con varias versiones en español, inglés portugués, espanglish y mezclas que hasta la fecha siguen sonando. Sin embargo, el compositor de la canción, Manuel Ruiz “Queco”, aclaró que, en realidad, de satánica no tiene nada. Todo comenzó cuando su hijo y él se pusieron a cantar el primer rap en la historia de la música, “Rapper’s Delight”, de Sugar Hill Band como si estuvieran borrachos.
De ahí surgió la idea de hacer una canción sobre un chico llamado Diego que va algo drogado (por ello lo de “los restos de contrabando en el traje aguamarina” y “la luna en sus pupilas”) y entra a su club favorito, mismo que está a reventar (“donde más no cabe un alma”), pero el DJ toca su canción favorita, es decir, “Rapper’s Delight” y al estar intoxicado no la puede cantar bien reproduciendo sonidos extraños:
«Aserejé ja de je
De jebe tu de jebere
Seibiunouva majavi
An de bugui an de güididípi»
Cuando en realidad debería decir:
«I said a hip hop
Hippie to the hippie
The hip, hip a hop, and you don’t stop, a rock it out
Bubba to the bang bang boogie, boobie to the boogie
To the rhythm of the boogie the beat»
El significado no tiene nada que ver con el satanismo. Quizá destruyó un poco nuestra infancia porque el misterio de hechicería alrededor “Aserejé” era parte de ella. Hoy no nos queda más que recordar con algo de nostalgia los supuestos mensajes satánicos y creer que en algún momento invocamos a Satanás con una canción pop desobedeciendo a nuestros padres.
Sin embargo, la canción que catapultó a las hijas del Tomate a una velocidad incomprensible hasta por ellas mismas, las llevaría de la fama internacional y las giras mundiales al total olvido. Ya que, cuando las historias sobre el supuesto satanismo que comenzaron en Honduras, difícilmente fueron frenadas y Las Ketchup no tuvieron otro sencillo exitoso jamás. Las hijas de Juan Muñoz, apodado ‘El Tomate’, son Pilar, Lola y Lucía quienes pasaron de ser una actriz amateur, una estudiante de Ciencias del Trabajo y una peluquera a un trío pop sumergido en el éxito total y rotundo que así como subió, tuvo que bajar. Aunque el grupo se mantiene aún activo, definitivamente dejó de ser el fenómeno mundial que algún día fue y Las Ketchup además, ahora son madres.
Ya no toman aviones como si fueran taxis, ahora se llevan a sus bebés a los conciertos ocasionalmente y aunque las giras han disminuido de forma drástica, Las Ketchup son felices y se saben más que una canción. A Las Ketchup no les molesta el olvido, de hecho creen que «el olvido sabe bien si uno no se olvida de quién es». Por muy increíble que parezca para algunos, las españolas aún tenían programadas giras para 2020 y 2021, previo a la crisis de la pandemia actual, que las llevaría a ciudades como Japón o Suecia, porque siguen causando furor y ganas de bailar. Pilar, Lola y Lucía Muñoz no extrañan ‘Aserejé’, aunque sigue siendo la canción que las puso en el mapa; y aunque hoy hay artistas españoles mucho más presentes y que ellas mismas reconocen (se declaran fans de Rosalía), su vida es feliz pues «mientras hay vida, hay Ketchup».
Este artículo fue escrito por Diana Garrido el 31 de julio de 2019 y fue editado y actualizado.
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