La mamá de Forrest tenía razón: «la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar»; sobre todo si hacemos una revisión de ésta a través de la música, nos podremos dar cuenta cuán variado es el mundo y quiénes habitan en él. Tanto artistas como estilos van y vienen con tanta facilidad que no es difícil imaginar que justo ahora, en algún garaje del mundo, esté ensayando una de las futuras grandes bandas de la historia.
En ese sentido, mantenernos al tanto de las nuevas expresiones musicales no sólo implica cierta erudición en el ámbito, también es una manera de conectar con el alma tanto de músicos como de escuchas alrededor del mundo; por ello no es erróneo pensar que ritmos como el blues y más aun el soul toman sus nombres directamente de la sensibilidad humana aludiendo a la carga —lo mismo personal que colectiva— de significado en cada melodía que les conforma.
Precisamente de sentimientos como la melancolía y desde lo más profundo de su alma es de donde salen las atmósferas creadas por Ilse Hendrix quien, en entrevista para Cultura Colectiva, describió la peculiar forma en la que realizó su primera producción Ant.
«Cuando empiezo una canción, primero visualizo qué quiero hacer. Ya sea algo movido o calmado, siempre comienzo con el beat y a partir de eso hago la letra. Porque finalmente todas son historias».
— Ilse Hendrix
Si bien tres de las canciones —“Sunhi”, “D.L.M.M.K” y “Tee”— que se presentan en este álbum ya habían sido lanzadas como sencillos, Ant es el pretexto perfecto para unirlas como un producto conjunto que se caracteriza por ser una especie de bitácora de sentimientos que entran en comunión perfecta en cuanto son percibidas como piezas clave de la sensibilidad de una persona.
A pesar de que la manera de producir sus beats es relativamente novedosa, la influencia que la artista lagunera recoge de las voces femeninas más representativas del soul, blues y jazz refuerzan en la mente esa sensación de estarnos escuchando nosotros mismos aun cuando la que suene en nuestros oídos sea la voz de una persona que, aunque ajena en un principio, se apodera del cuerpo convirtiéndose en una suerte de sexto sentido.
«Me gusta mucho el blues y el jazz, Etta James, Ella Fitzgerald, Nina Simone. Entonces por eso D.L.M.M.K es mucho más blusera en cuanto a acordes y la forma de la voz […], además me gusta mucho la combinación de soul con electrónico».
—Ilse Hendrix
Al combinar estos sonidos con una estética visual protagonizada por elementos propios de la cultura japonesa, tenemos en Ilse Hendrix un trabajo tan completo que no importa hacia dónde vaya, su propuesta es tan universal que cualquiera que pretenda tener acceso a ella mediante Ant podrá hacerlo sin ningún impedimento; la música como el lenguaje universal pone en comunión a los sentidos, haciendo del trabajo de Ilse una de esas piezas clave para poder comunicar a todo el mundo.
De esta manera, con una melancolía entre personal y colectiva es como se presenta Ant, un disco que sin duda la gente debe escuchar para darse cuenta de los múltiples matices en los que la sensibilidad humana puede ser abordada por la música.