La búsqueda de cuerpos de agua en otros planetas o cuerpos celestes es uno de los objetivos más ambiciosos de la humanidad dado que ante la presencia de agua, —así como de la distancia adecuada del astro a su Sol, entre otros— podríamos estar de frente a algún astro que no necesariamente actúe como nuestro nuevo hogar, pero en el que se pueda desarrollar algún tipo de vida como la conocemos actualmente.
Tal es el caso de K2-18b, un planeta de la constelación de Leo, ubicado a 111 años luz de distancia que reúne condiciones que lo harían ideal para la vida. Este planeta, que cuenta con una masa superior a la de la Tierra, fue descubierto en el 2015 por la sonda Kepler. Una de las características más relevantes de este planeta es que se encuentra en la denominada zona habitable. Pero antes de seguir…
¿Qué es la zona habitable o zona de habitabilidad estelar?
Este es el nombre que se le da a la región en el espacio que rodea a una estrella (como lo es nuestro Sol) en la que la radiación de dicha estrella permite la presencia de agua en estado líquido en las superficies de los planetas.
Esquema de la zona de habitabilidad. / Foto: Wikimedia Commons
K2-18b
Tras una serie de simulaciones y modelos, los científicos probaron la presencia de vapor de agua en la atmósfera del planeta, no obstante, aún no es posible confirmar este hallazgo como una verdad absoluta, pues aún no contamos con la tecnología necesaria para examinar éste u otros planetas desde la Tierra.
Enric Pallé, experto en planetas extrasolares explicó para El País que:
«Que se haya encontrado agua en la atmósfera de este planeta significa que muchos de los planetas que orbitan esas estrellas podrían tener atmósfera».
En otras palabras, la incidencia de planetas con condiciones similares y la presencia de atmósfera y agua líquida podría incrementar en particular cuando dichos planetas orbitan estrellas enanas rojas como la de Leo.
No obstante, existen algunos problemas en el camino además del desarrollo de la tecnología necesaria. Por ejemplo, existen fenómenos propios de la astrofísica que determinan que en ocasiones cuando las estrellas son enanas rojas, la emisión de calor es mucho menor, por lo que la zona de habitabilidad estelar está más cercana a dicha estrella, provocando que con su gravedad afecte la rotación de los planetas en su cercanía y estos siempre tengan la misma cara o hemisferio apuntando hacia la estrella, causando climas extremos de frío o calor.
Puedes consultar el paper original, publicado en Nature, dando clic aquí.
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