Justo cuando ella esté a punto de acceder a besarte, toma su mano y llévala hasta tu boca, bésala muy lenta y cálidamente, mírala a los ojos y dile “Me encantas, eres diferente y quiero que contigo esto sea diferente”. Finalmente, esa frase no dice nada en realidad, pero ella y su gran imaginación femenina creerán que es la mujer que logró domar al león, conquistar al gigoló y enamorar al mujeriego al que no se le resiste ninguna.
Lo que sigue es pura palabrería y uno que otro gesto ridículo que a ella le parecerá el más lindo. Háblale de un futuro juntos, no importa si llevan cinco minutos de haberse conocido o una semana, mencionala en cada uno de tus planes, dale la seguridad que necesita para abrirte las piernas sin miedos ni dudas. Elógiala, pero nunca dejes de recordarle lo seguro que eres de ti mismo; todas desean al hombre perfecto, pero ninguna puede evitar enamorarse de un ególatra narcisista. Adelántate y casi como si leyeras su pensamiento haz todo eso que ella espera: ábrele la puerta del coche, pregúntale si quiere otro trago o algún postre, asegúrate de que no necesite que cargues su abrigo o que la acompañes a la puerta del tocador. Hazle pensar que la combinación entre sexy, inteligente y caballeroso, sí existe.
Mantén el contacto necesario, jamás la hostigues con tus manos, ni la hieles con tu distancia. Debes convencerla de que jamás harás nada que ella no quiera (aunque sabes que, al final, llevártela a la cama será decisión de los dos). Si salen con otras personas, tómala de la mano frente a ellos, preséntala como tu futura novia, presume sus ojos y destaca sus curvas; manda todas las señales que su mente procesará con un “soy la única”. Y es cierto, esa noche a la única que le harás el amor será a ella, así que hasta el momento no has engañado a nadie.
Finge que escuchas todo lo que dice y se suficientemente inteligente para hacerle todas las preguntas que te quiere contestar. A cualquier mujer, por más madura que sea, le encanta sentirse admirada; repítele que ella es uno de los misterios más bonitos con los que te has cruzado y comienza a encender sus reacciones diciéndole cuánto la deseas. Después de que le confieses lo atractivo y excitante que te parece su cuerpo, belleza y presencia, suelta aquella letanía de “soy un caballero y a pesar de que me encantaría estar contigo, podría esperar lo que fuera”.
Para ese entonces, ya se habrá acalorado su entrepierna; entre los tragos dulces que le invitarás en la barra de un bar y las risas que, sí o sí, debes sacarle, su cuerpo comenzará a sentirse atraído al tuyo. Se mojará los labios con mayor constancia, se tocará el cabello, se contoneará para acercarse a ti y todo de manera inconsciente. Entonces, llegará el momento de enamorarla con un primer beso, estilo chick-flick hollywoodense: crea un preámbulo al encuentro de sus labios, abrázala por la cintura para que sienta que la proteges, mírala como si no pudieras creer lo que está a punto de suceder (aunque se trate de tu rutina de los viernes por la noche), toma con suavidad un ángulo de su rostro y bésala sin dudar.
Si todo lo hiciste bien, no habrá forma de que rechace ese primer beso, el cual te abrirá las puertas de su corazón y de su habitación. Compórtate como si fueran una pareja de toda la vida, en confianza, comprometidos y con una sincronía total. En el momento en el que ella piense que sus pensamientos son los tuyos y tus sentimientos los suyos, su cerebro le mandará luz verde a sus órganos sexuales. Así es, será el momento de preguntarle si le gustaría ir a un lugar más tranquilo, silencioso y privado.
Si te es posible comprarle una flor antes de salir del lugar o durante el trayecto al sitio, donde ambos saben que se desnudarán, hazlo. Esos clichés se graban en la memoria de cualquier mujer, como prueba de que han encontrado al hombre de su vida, es decir, al que jamás le negarían una noche de sexo. Mientras llegan, posa tu mano sobre su pierna y bésale la cabeza con ternura, pero no digas nada; recuerda que ellas tienen un parámetro muy complejo con el que dividen a los chicos dulces, que sólo ven como a un lindo amigo, de los hombres detallistas con iniciativa y quieren tener a su lado.
Será mejor que elijas tu casa o algún punto neutral para acostarte con ella, pues así mantendrás el control de la situación. Ofrécele algo de tomar o cenar, jamás muestres ni un mínimo de tacañería; aprovecha el momento para mencionarle lo mucho que disfrutas cocinar y más si se trata de prepararle el desayuno a una mujer como ella. Aunque notes que está ansiosa por que te avientes sobre ella tómate tu tiempo y deja que siga imaginando que no se trata de conseguir su cuerpo en una sola noche. Comienza a contarle un poco más de ti, eso creará una especie de lazo (ficticio) que la hará sentirse conectada contigo, tu entorno y tu tiempo.
Lo demás no te lo tengo que explicar, tú sabrás si prefieres arrancarle la ropa o besarla de pies a cabeza. Bastará con una serie de frases como: “Me encantas. Moría por hacértelo. Jamás había sentido esto.”, etcétera, para que intente provocarte el mejor orgasmo de tu vida o moverse como nunca antes. Descifra el tipo de mujer en la que se transforma cuando se excita y dale todo lo que quiere: frases sucias o tiernas, besos húmedos o suaves, sexo romántico o salvaje. Lo que importa es que conseguiste lo que querías, la mujer que deseabas en una sola noche.
Me refiero a “deseabas” en tiempo pasado, porque tú y yo sabemos que cuando esa mujer no era tuya, tu cerebro y otras partes del cuerpo se obsesionaron con una sola cosa: estar dentro de ella. Después de conseguir aquello por lo que fingiste una noche entera, su figura no te pareció tan impresionante, su sonrisa no brilló tanto y su rostro no era igual de interesante que al principio. Conseguir a la mujer que deseas en una sola noche es un reto desafiante, excitante y divertido, mismo que termina por desvanecerse cuando el sol sale de nuevo, así que sólo te queda esperar el próximo fin de semana para repetir estos pasos.
