¿Cuántas veces has deseado estar en el lugar de alguien más?
Hay un momento en la vida en el que llega una persona capaz de alterar el orden de las cosas a modo de que su figura sea lo único que exista en los pensamientos de aquel individuo a quien ha logrado cautivar. Sin embargo, el hecho de haber sido tocado por su belleza no asegura que inmediatamente querrá estar junto a quien le ama con locura. Cada uno de nosotros tiene un plan de vida que está dispuesto a cumplir a como dé lugar, sin importar a quien pueda dañar en el proceso; es por eso que no podemos esperar ser correspondidos por cada persona de la que nos “enamoramos”.
En su obra de 1897, “Cyrano de Bergerac”, Edmond Rostand retrata la manera en la que la contemplación es lo único que le queda a una persona ante un amor imposible. El personaje principal, Cyrano, se enamora perdidamente de una mujer, Roxane, quien probablemente nunca le haga caso. Sin embargo el hombre no se rinde y procura decirle cuánto la ama aunque el crédito de todo se lo lleve Christian, un sujeto que está detrás de la misma mujer que Cyrano y quien al parecer tiene más posibilidades de estar junto a la chica.
Una noche, bajo el nombre de Christian, Cyrano comienza a recitarle poemas preciosos a Roxane, quien queda perdidamente enamorada de él. Así, haciéndose pasar por otro, el poeta se da cuenta de lo que se siente ser amado por aquélla a quien sólo poseerá en sueños. De esta manera, por más deprimente que parezca, es posible decir que algunas veces la única forma que tenemos para concretar un romance es en nuestra mente.
Ante la constante presencia de estos amores imaginarios, el fotógrafo Sergey Melnitchenko utilizó su cámara para retratar todas las sensaciones de una persona al encontrarse en esta situación de contemplación, donde lo único que le queda para poder demostrar su amor es imaginarse que está en el lugar de quién sí tiene la posibilidad de estar al lado del objeto de su deseo.
Bajo el título de “Les amours imaginaires” esta serie de fotográfica plasma, en cada una de las imágenes que la componen, el mar de sentimientos y sensaciones que puede experimentar alguien al imaginarse junto a la persona que anhela. En este caso la modelo posa sola frente a la cámara sufriendo al lado de ilustraciones que representan a dos hombres que hacen el amor sin ninguna restricción.
Muestran esa posibilidad de existir en un mundo paralelo en el que ella se encuentra dentro de un cuerpo con el que es capaz de cumplir sus fantasías sin ningún tipo de obstáculo; ella es quien gobierna en su propia mente y, por lógica, todo lo que imagine está permitido a pesar de las reglas impuestas por la sociedad que desconoce todo lo que ocurre dentro de sí.
A través de esta serie fotográfica, Sergey Melnitchenko nos permite explorar ese rincón de nuestra mente en el que todo amor es capaz de concretarse, sin importar lo prohibido o complejo que éste pueda resultar. Después de todo, no somos nosotros quienes dictamos las normas del mundo, sin embargo, sí nos corresponde crear los parámetros a través de los cuales se rigen nuestros pensamientos más profundos.
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Para conocer más acerca del trabajo de este fotógrafo puedes visitar su sitio web donde podrás encontrar otras series igual de impactantes que “Les amours imaginaires”.